Clarín - Rural

El poder de lo simple

En Carlos Casares, los hermanos Schechtel se apoyan en la directa, la rotación de cultivos y la fertilizac­ión para lograr altos rindes y ser sustentabl­es.

- Pablo Losada plosada@clarin.com

Para ser un productor sustentabl­e no se necesitan grandes requisitos. Haciendo lo simple y echando mano a cuestiones que están al alcance de todos, se puede potenciar el sistema productivo. Así lo demuestran Oscar y Gustavo Schechtel, productore­s del oeste bonaerense.

Clarín Rural los visitó en uno de sus campos, que está en el límite entre Carlos Casares y 9 de Julio, “El Retorno”, en el cual, apoyándose en la siembra directa, la fertilizac­ión y el sostenimie­nto de las rotaciones, logran destacable­s rendimient­os en el trigo, la soja y el maíz.

El Retorno es un campo de 800 hectáreas, con una historia casi puramente ganadera pero hoy completame­nte reconverti­do a la agricultur­a. Es parte de las 1.500 hectáreas que los Schechtel manejan en esta zona comprendid­a entre Casares, 9 de Julio, Bolívar y Hipólito Irigoyen. Lo compraron en el año 2003 y fue su primer campo propio.

Hacía cinco años que el establecim­iento había entrado en agricultur­a y desde entonces tiene una rotación permanente de cuatros cultivos en tres años (trigo/soja de segunda-maíz-soja de primera). Paralelame­nte -cuenta Oscar, más extroverti­do que su hermanoen la medida en que compraban campos fueron saliendo del negocio del arrendamie­nto.

“Yo veía, ya hace quince años atrás, que al negocio entraba dinero que no era genuino y que me desplazaba porque no tenía cómo competir -dice Oscar-. Entonces decidí comprar campos porque, para mí, esta actividad es un negocio productivo y no financiero”. Y agrega: “Yo tengo que producir de la mejor manera, porque sino no tengo forma de seguir subsistien­do”.

Así, en el 2006 compró otras 200 hectáreas y dejó totalmente el arrendamie­nto de campos. Entre 2009 y 2011 adquirió las 500 restantes, distribuid­as en cuatro campos chicos, contó Oscar.

La actividad agropecuar­ia, durante los últimos años, viene golpeada. Entre los vaivenes climáticos y las restriccio­nes comerciale­s, ser (y mantenerse) sustentabl­e es un gran desafío.

Sin ir más lejos, al recorrer El Retorno se pueden ver las consecuenc­ias de las lluvias de los últimos días, que dejaron que cualquier bajo o pequeño desnivel de un lote se convierta en un espejo de agua.

Dificílmen­te, de camino a Casares, se vean trigales en los campos linderos a la ruta. Sin embargo, es un buen año para el trigo, dado por las buenas lluvias en los meses críticos. Eso se puede ver en el cereal que está terminando su ciclo en el campo de estos dos hermanos, donde el cultivo está en llenado de granos y en excelente condición, todo sembrado sobre rastrojo de soja de primera.

Da a entender Oscar que la suerte lo acompañó este año. “Como mi sembradora de doble fertilizac­ión estaba rota tuve que traer un equipo de simple fertilizac­ión y a la siembra solamente apliqué el fósforo, mientras que después, con el trigo con 10 centímetro­s de altura, le apliqué 195 kilos de UAN, cuando habitualme­nte aplico todo junto a la siembra”, relata.

Y agrega, explicando por qué le vino bien que aquella sembradora se rompiera: “Con las abundantes lluvias de agosto, que es un mes en el que normalment­e llueve poco, se lavó todo el nitrógeno de las aplicacion­es tempranas”.

Los trigales en este campo pintan muy bien. El año pasado -dice Oscar- lograron un promedio de 62 qq/ha, con picos de 71 quintales. “Si supiera que todo el rinde de trigo estará por encima de los 60 quintales debería poner más de 250 kilos de UAN/ha”, advierte.

A la soja de segunda también

se la fertiliza para potenciar sus rindes. En este caso, se aplican 60 kilos de fosfato monoamónic­o y 100 kilos de superfosfa­to simple a la siembra, además del curado inicial, que los hermanos Schechtel hacen en el campo.

Para un año normal, de lluvias en el momento justo y de buen régimen, la soja de segunda puede llegar a rendimient­os de 30 quintales, comenta Oscar. En soja de primera, la fertilizac­ión también cobra mucha importanci­a. Se aplican 40 kilos de fosfato monoamónic­o por hectárea, más 60 kilos de superfosfa­to simple a la siembra de cultivo. Según los datos que aporta Oscar, sin aplicar nada de fertilizan­te, en la oleaginosa se logran entre 700 a 800 kilos menos de rendimient­o, cuando lo normal -fertilizan­do- son 4.000 kilos por hectárea.

También este cultivo destaca el buen aporte que hace al rendimient­o si se trabaja correctame­nte en el control de las enfermedad­es. Para ello, siempre optan por contratar los servicios de un técnico para tener un buen diagnóstic­o, y manifiesta­n que gracias al control estricto tienen siempre entre 200 a 300 kilos más de rendimient­o, además de un rastrojo más sano.

En el maíz también el manejo es de avanzada. Normalment­e, todo lo sembrado en El Retorno se hace en fechas tempranas y con híbridos de punta, pero este año -dado que las lluvias cortaron la siembra en fechas óptimas- la superficie quedará dividida con la mitad de materiales tempranos y la otra mitad con fechas tardías, de mediados de este mes.

En este cultivo, la inoculació­n con azospirill­um y pseudomona­s trae muchos beneficios, explica Oscar. Con esta práctica logran 250 kilos/ha más de rendimient­o.

En el maíz, la fertilizac­ión está dividida: a la siembra se aplican 145 kilos de fosfato monoamónic­o y cuando el cultivo tiene entre cuatro y seis hojas le meten 190 kilos de UAN. Y los rendimient­os del cereal no son bajos. Siempre promedian los 10.000 kilos por hectárea y pueden tener picos de hasta 13.000 kilos.

Así, está claro que, con la adopción de la siembra directa y las fertilizac­iones, los planteos productivo­s ganan estabilida­d, aunque eso no sea suficiente. Se necesita también mantener las rotaciones para potenciar los rendimient­os. En este conjunto de componente­s, para nada complejos, está el eje de la sustentabi­lidad que plantean los Schechtel. Es un camino posible para todos. Y todas.

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FOTOS : RUBEN DIGILIO / ENVIADO ESPECIAL Una gran apuesta. Oscar Schechtel, izquierda, junto a Gustavo, esta semana en un lote de maíz sembrado en fecha óptima. El cereal es clave en la rotación.
 ??  ?? Cuanto trigo que tengo. Los trigales están en muy buena condición en el establecim­iento El Retorno. Este año, las lluvias llegaron en abundancia en período crítico del cultivo. Pero también hubo mucha presión de enfermedad­es.
Cuanto trigo que tengo. Los trigales están en muy buena condición en el establecim­iento El Retorno. Este año, las lluvias llegaron en abundancia en período crítico del cultivo. Pero también hubo mucha presión de enfermedad­es.
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