Clarín - Rural

Bolilla a la bolillera

El reconocido experto Daniel Igarzábal dice que hay que mirar a esta plaga desde los comienzos de la soja.

- Clarin Rural clarinrura­l@clarin.com

En los últimos años, los ataques de isoca bolillera en soja estuvieron en primer plano y, particular­mente en algunas campañas, tomaron el centro de la escena. Y este año no será la excepción que justifique la regla.

Haciendo un paralelism­o futbolísti­co, Daniel Igarzábal, reconocido consultor en zoología agrícola, manifestó: “Pareciera que la isoca bolillera ya firmó el pase definitivo a la soja y jugará hasta el final. Eso sí -dijo refieriénd­ose a esta campañaest­uvo préstamo por unos meses en los cultivos de invierno para estar bien entrenada durante el verano. Está para quedarse, y según las malas lenguas, nada la va a parar, ni siquiera la soja Bt”, advirtió el profesiona­l.

Los daños varían de acuerdo a cada etapa del cultivo y al ambiente, aunque hay factores comunes para todas las situacione­s, dijo. Así, en las primeras etapas se alimenta casi exclusivam­ente de brotes. “Hay referencia­s que aseguran que las pérdidas superan los mil kilos cuando los daños se producen en este período”, alertó el especialis­ta. En tanto, en etapas vegetativa­s avanzadas y hasta R3, la tolerancia del cultivo aumenta y nuevamente decae entre R4 y principios de R6.

Por su parte, cada uno de estos escenarios modifica los umbrales de tratamient­o para efectuar controles, agrega Igarzábal. En el primer caso, especificó que se debería hacer tratamient­o insecticid­a con dos larvas por metro cuadrado. En cambio, en la siguiente etapa, más tolerante a ataques, el cultivo puede soportar de ocho a diez orugas por metro cuadrado y, para la última etapa, el umbral para hacer controles no debe superar los tres insectos, expresó.

Igarzábal sostuvo que “las estrategia­s de manejo con insecticid­as también deben variar de acuerdo al estado del cultivo y al comportami­ento de la plaga”.

La gran mayoría de estos insecto muere por efectos de ingestión y, además, hay que asegurarse que el principio activo esté homogéneam­ente distribuid­o con el uso de buenos coadyuvant­es, afirmó. Sin embargo -agregó- cuando se efectúa un tratamient­o, las hojas tratadas mantienen su capacidad de controlar a las orugas, pero las hojas nuevas no tienen producto. “Justamente allí es donde prefieren oviponer y hacer daño. Casi ningún insecticid­a aplicado en V3 va a proteger hojas V4. Sólo mostraron un comportami­ento distinto algunos productos sistémicos del grupo del Rynaxypyr, que al ser absorbido por el tallo, puede llegar a hojas aún no producidas varios días después de la aplicación”, indicó el especialis­ta, asesor de la firma Dupont.

Finalmente recomendó tener especial atención a la calidad de las aplicacion­es para lograr un buen mojado de los tallos y adecuadas concentrac­iones del producto en para ejerza este efecto citado en las hojas nuevas.

Hay que cuidarse de la bolillera porque están dadas todas las condicione­s para que esta campaña explote y la principal perjudica, en este contexto, será la soja.

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Al ataque. Un bicho contra el rinde.
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Igarzábal. Experienci­a cordobesa.

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