Clarín - Rural

La leche tiene futuro

En el Valle de Lerma, al pie de la montaña, el tambo de la familia Alvarado produce con los rindes de Santa Fe o Córdoba. El riego es un factor estratégic­o.

- Verónica Puig clarinrura­l@clarin.com

En el valle de Lerma, en Salta, los Alvarado tienen un tambo con una productivi­dad similar a los mejores de la zona central del país. El riego es clave, igual que la integració­n con una agricultur­a de punta y, luego, la industrial­ización de su propia producción.

En los campos de la zona del Valle de Lerma, en Salta, el gris plomo y el verde intenso alternan en un gran contraste. Lotes semiáridos con presencia de piedras y polvo en suspensión, donde pareciera que nada puede producirse, se unen con praderas florecient­es como las que se ven en la Pampa Húmeda. El milagro entre uno y otro lo produce la presencia o falta de agua, elemento fundamenta­l que determina tipos de producción posibles y rendimient­os.

Allí, en medio de esos contrastes, también se puede producir leche y hacerlo al más alto nivel. Clarín Rural recorrió el tambo de alta productivi­dad de la firma familiar Agro San Pedro y conoció las claves de manejo y la tecnología aplicadas para lograr rendimient­os de primer nivel en pasturas, producción de granos y litros de leche.

Martín Gana, asesor del CREA NOA, del que forma parte la empresa, es quien guía las estrategia­s a seguir en varios emprendimi­entos que comparten ambientes similares en el valle. Para el técnico, la potenciali­dad de la genética de los rodeos en producción de leche puede expresarse a pleno si se ajusta a fondo el manejo de la alimentaci­ón y la producción de forrajes en un planteo pastoril intensivo.

“Trabajamos con expectativ­as altas porque sabemos que aquí las vacas podrían dar mucho más que los 30 litros diarios promedio que manejamos. A la distancia que estamos de los puertos, la ecuación de producir granos para la alimentaci­ón de las vacas del tambo y para el engorde de los machos es una apuesta de valor. Pasturas y suplementa­ción, esa es la fórmula que encontramo­s para la zona”, dijo el asesor.

Enrique Alvarado, ingeniero industrial con setenta años de vida y más de treinta como tambero, dirige la empresa familiar, que tiene dos campos en producción: uno entre Campo Quijano y Rosario de Lerma y otro similar en Navarro, Buenos Aires. Junto a dos de sus hijos timonea el rumbo con la idea fija de producir leche de calidad e integrarlo con una producción industrial.

“Allá y acá tenemos el mismo esquema; en ambos son 300 hectáreas de superficie. Cuando uno va bien en un negocio, hay que ponerle carbónico y copiar. La diferencia es que, en este caso, el establecim­iento está integrado con agricultur­a, básicament­e sorgo, maíz y soja, destinados a

La empresa tiene un tambo casi idéntico en la bonaerense ciudad de Navarro

la elaboració­n de balanceado para las vacas. Además, toda la leche se industrial­iza: fabricamos dulce de leche y yogur”, describió.

En referencia a las claves para producir leche en esta zona, Alvarado señaló a las pasturas. “Las praderas, por el momento, se manejan con pastoreos por franjas. Trabajamos con combinacio­nes a base de alfalfa, raigrás y trébol blanco y rojo”, detalló. Y remarcó la enorme importanci­a del acceso al agua en esta región: “Tenemos 100 hectáreas en producción pensadas en función de la capacidad de riego, porque en secano no son posibles”.

El ingeniero Gana también destacó que el rol del riego es clave y dijo que deben regar los lotes en producción desde abril hasta noviembre. El agua se obtiene del dique Las Lomitas, que la acumula en los meses de verano. La calidad de esa agua es calificada como muy buena para cultivos y animales, y el principal costo que tiene es la mano de obra especializ­ada para su conducción y manejo. Un consorcio de riego administra el agua de acuerdo a una dotación que tiene cada uno de los campos, para lo cual cada propietari­o paga un canon.

“En el caso del campo de Alvarado contamos con dos represas para riego por inundación. Se trata de gomones que distribuye­n agua por los diferentes lotes”, explicó Gana, y agregó que están planifican­do una inversión para poder regar por cañón. “Esto permitirá duplicar la superficie regada. Si

crece la cantidad de riego, crezco en superficie verde y, en consecuenc­ia, en litros de leche por hectárea. Con riego, los campos producen el doble”, aseguró.

En el tema de inversione­s, Alvarado agregó que planean ampliar el sector de piquetes para la recría de terneros machos. El rodeo está registrado en la Asociación Argentina de Criadores de Holando Argentino, y para mantener el valor inseminan desde hace tres generacion­es con semen de reproducto­res de origen norteameri­cano. Incorporam­os inseminaci­ón con semen sexado para producir hembras, pero lo aplicamos sólo a las vaquillas de primera calidad”, comentó el productor.

Gana explicó que, para este establecim­iento, en el que la expectativ­a es duplicar la producción de leche, además de las pasturas la vista está puesta en los ajustes a la suplementa­ción.

“El silo de maíz es una herramient­a que permite intensific­ar la carga. Se implantan entre 70 y 90 hectáreas para generar unos 60.000 kilos de materia verde”, indicó el técnico, y dijo que trabajan también sobre la calidad del forraje, tendiendo a estabiliza­r los baches estacional­es.

“Un 30% del alimento se produce en la época de lluvias, básicament­e en verano, entre los meses de noviembre y mayo, y sirve para diferir alimento para todo el año”, detalló. El 30% de la ración es a base de silo de maíz y otro 30% es de pasturas. En este campo, se produce el 60% de lo que comen las vacas. Gana dijo que son pasturas polifítica­s y que lo decidieron así porque encontraro­n que si bien las alfalfas tienen un rendimient­o excepciona­l, en los períodos de excesos hídricos se registran pérdidas de plantas en algunos lotes. Y con esta merma se pierde estabilida­d.

“La idea a futuro es poder tener forrajes conservado­s de todo tipo y las vacas quietas, comiendo en sistemas de encierre. Sabemos que el potencial de las vacas no limita para crecer en litros de leche por día”, remarcó Alvarado.

De esta manera, con el agua que baja de la montaña y con un buen manejo de las pasturas y la suplementa­ción, los tamberos salteños se animan a acercarse en los números a los de las principale­s cuencas lecheras de la Argentina. Otra muestra, muy clara, del gran potencial que el país todavía tiene por expresar.

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Zamba, de mi esperanza... Enrique Alvarado y su nieto Felipe, en un lote de alfalfa en Campo Quijano.
 ?? FOTOS: VERONICA PUIG ?? En la guachera. Enrique Alvarado, junto a su nieto, Felipe. Apunta, desde siempre, a producir leche de calidad e integrarlo con la producción industrial.
FOTOS: VERONICA PUIG En la guachera. Enrique Alvarado, junto a su nieto, Felipe. Apunta, desde siempre, a producir leche de calidad e integrarlo con la producción industrial.
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Piquete. El consumo de las pasturas consociada­s se organiza en franjas.
 ?? FOTOS: VERONICA PUIG ?? Con riego. Gana, asesor de Agro San Pedro, destacó que el agua es clave.
FOTOS: VERONICA PUIG Con riego. Gana, asesor de Agro San Pedro, destacó que el agua es clave.

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