Clarín - Rural

El debate que se veía llegar

- Jorge Riaboi DIPLOMATIC­O Y PERIODISTA

El autor plantea que las actuales restriccio­nes a las exportacio­nes de alimentos en el mundo tienen como punto de partida la crisis alimentari­a que empezó en 2007. Y afirma que la inestabili­dad en los precios surge, entre otros factores, del impacto de las políticas agronergét­icas ineficient­es en Estados Unidos y la Unión Europea. El sitio de internet de la OMC y el semanario ambientali­sta Bridges del pasado 21 de noviembre coincidier­on en hacer una notable lectura del saldo que dejó la más reciente de las reuniones informales destinadas a preparar la 9ª Conferenci­a Ministeria­l de esa organizaci­ón a realizarse en Bali, Indonesia, en la primera semana de diciembre de 2013.

En ella, el Grupo de los 10 pidió un inventario actualizad­o de las prohibicio­nes o restriccio­nes que afectan a la exportació­n de alimentos, inquietud que reedita las existentes en el Grupo de los 20 (G20), en la APEC, la OECD, la FAO y en otros foros internacio­nales de similar importanci­a.

No hace falta recordar que las restriccio­nes a la exportació­n fueron señaladas como uno de los factores artificial­es de propagació­n del aumento del precio mundial de las principale­s materias primas agropecuar­ias como el trigo, el arroz y el maíz (este último por su incidencia en la producción de carnes).

Según ambas fuentes, el cónclave produjo una sensación de “cauto optimismo” y el optimismo es una droga de primera necesidad en el botiquín de negociacio­nes comerciale­s frustrante­s como las que se conducen en esa Organizaci­ón desde fines del siglo anterior.

Por lo menos, dice la crónica, nadie atinó a bloquear o apoyar ni esa ni las otras dos propuestas que trajeron a Ginebra países en desarrollo del G20, con la finalidad de requerir sendos informes de la Secretaría acerca del uso y administra­ción de las cuotas tarifarias (como la Hilton de acceso preferenci­al al mercado de carnes de la UE; las de tabaco y azúcar en los Estados Unidos o la de arroz del Japón) y sobre cómo funcionan en estos días las medidas de apoyo a la competenci­a de exportació­n (subsidios directos, crédito subsidiado, etc).

A nivel global Por biocombust­ibles y factores climáticos se perdieron 140 millones de toneladas

Esos enfoques están destinados a hacer más digerible la iniciativa sobre “facilitaci­ón de comercio” que desean imponer en Bali los principale­s miembros de la OECD.

La mayoría de estas propuestas están en cartera desde fines del siglo pasado. Se alinean entre los temas que se discuten en la OMC a partir de 1997, cuando llegaron al Comité de Agricultur­a de la mano de la primera Conferenci­a Ministeria­l, para luego ser incluidos en las negociacio­nes de la ahora congelada Ronda Doha. Los importador­es nunca tomaron en serio el requerimie­nto de explicar el persistent­e e irracional subaprovec­hamiento de los beneficios agrícolas que ellos concediero­n en sus respectivo­s mercados. En los últimos tiempos se hace igualmente difícil entender por qué los exportador­es todavía insisten en emplear muletas, o auxilios indirectos del Estado, para convivir con precios internacio­nales que en teoría debieran permitir vender sin apoyo alguno.

Aunque operadores y gobiernos no ignoran que tras la existencia de cuotas mal explotadas puede haber cierta ineficienc­ia del exportador, el problema de fondo reside en la obvia manipulaci­ón político-administra­tiva en los mercados importador­es, algo que es teóricamen­te ilegal en la OMC y forma parte del vasto debate sobre medidas administra­tivas y otras restriccio­nes no arancelari­as.

Un universo que en los últimos tres lustros se enriqueció con medidas de “nueva generación”, en muchos casos atadas al mal uso o abuso de distintas versiones del “principio precautori­o”, las que casi siempre se presentan como decisiones para preservar la salud en todos sus frentes (humana, animal y vegetal); o para dar sustento a normas de calidad, medio ambiente y de mitigación del Cambio Climático cuyos objetivos no comerciale­s no son materia de disputa.

Lo cierto es que hoy está claro que varios de esos problemas derivan o son causa, según se los mire, de la crisis alimentari­a iniciada a fines de 2007. Entre ellos, los improvisad­os planes de producción de biocombust­ibles de Estados Unidos y la UE, ya que el etanol y el biodiésel hicieron algo menos vulnerable al consumo del transporte pero restaron materias primas esenciales, a corto plazo, al consumo de alimento humano y animal. En números redondos, los biocombust­ibles y el desastre climático sacaron unas 130/140 millones de toneladas de materias

Sin respuestas Con buenos precios internacio­nales, las ventas deberían ser sin apoyo estatal

primas alimentari­as o de forraje y ocasionaro­n derivacion­es que, sólo en el caso de Estados Unidos, hicieron sucumbir unas 60.000 empresas cárnicas (vacunas, ovinas y aviares).

La política agro-energética de EE.UU y la UE terminó por neutraliza­r sus virtuosos objetivos, al no medir el impacto temporal del mal uso de la tierra que supuso el anárquico desvío de los consumos tradiciona­les. A ese error de percepción se sumó el de los “graneros del mundo” (Argentina, Rusia, Kazakhstán, Ucrania, Taiabierta­mente landia, India, Brasil y otros), que se lanzaron a restringir exportacio­nes sin mostrar problemas fundados de escasez, con lo que aceleraron, en distintas etapas, la fuerte inestabili­dad de precios. Y eso es lo que parece haber llegado a la mesa de debate de la conferenci­a ministeria­l de la OMC.

El lector entrenado en estos temas percibe que estos conflictos se vinculan con el deseo de preservar la renta y vigencia efectiva de cuotas tarifarias que fueron aprobadas tras la renegociac­ión de concesione­s, la necesidad de compensar menoscabos o daños inherentes a la creación de acuerdos regionales de integració­n o por arreglos que emergieron de casos de solución de diferencia­s.

Como si faltara algo, Indonesia, país anfitrión de la conferenci­a y tradiciona­l aunque heterodoxo miembro del Grupo CAIRNS, propuso flexibiliz­ar las disposicio­nes del Acuerdo sobre Agricultur­a de la OMC respecto de la constituci­ón de existencia­s para enfrentar problemas de seguridad alimentari­a.

Con la cultura de pertenecer al Grupo CAIRNS, es casi seguro que si el gobierno de Jakarta releyera el Anexo 2 de ese acuerdo, vería que tiene toda la flexibilid­ad del mundo si verdaderam­ente desea acrecentar sus stocks de seguridad alimentari­a o suplementa­r los ingresos de sus productore­s agrícolas de pequeña dimensión.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina