Clarín - Rural

El maní, parte del combo

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En el departamen­to cordobés de General Roca, en el que está ubicado Huinca Renancó, el maní ocupó en la última campaña más de 100.000 hectáreas. Carlos Bossio, quien maneja varios campos por la zona, dice que aunque haya mucha polémica alrededor de ese cultivo por sus efectos sobre el campo, se trata de una realidad, por lo que lo mejor es intentar encontrar la manera correcta de hacerlo. “El maní tiene el problema de dejar los campos muy pelados, sin rastrojos, por lo que la implementa­ción de cultivos de cobertura como el centeno, el trigo o la cebada es fundamenta­l, al igual que realizar bien la cosecha: las máquinas deben desparrama­r bien la granza para cubrir el mayor porcentaje de suelo posible. También hay que evitar hacer rollos con la cobertura y meter hacienda en los lotes después del maní”, comenta Bossio mientras revisa en un lote la emergencia de las primeras plantas de esa oleaginosa. Es un lote que los Bossio le alquilan a terceros, como sucede con la mayoría del área sembrada con maní. “El que se hace en la zona es en gran medida de arrendatar­ios, sobre todo por una cuestión de comerciali­zación, que está casi monopoliza­da en muy pocas empresas”, explica. El arrendamie­nto para maní paga cerca de 700 dólares la hectárea, el doble que la soja. Con esos números, los productore­s parecen estar bien predispues­tos a adaptarse a los cambios.

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