Clarín - Rural

Agroexport­aciones, un valor que equilibra a la economía

El autor sostiene que las exportacio­nes de origen agropecuar­io generan superávits comerciale­s holgados que aportan las divisas necesarias para solventar importacio­nes, acumular reservas y abonar obligacion­es externas. Así se genera un resultado económico

- Marcelo Elizondo CONSULTOR

Dice el diccionari­o de la lengua española que la palabra “valor” refiere a la propiedad abstracta que tienen las cosas para satisfacer las necesidade­s humanas y proporcion­ar bienestar.

Al satisfacer especialme­nte necesidade­s alimentici­as (aunque también otras, como energética­s o de vestimenta), las exportacio­nes de origen agropecuar­io, que en 2012 rondan los 45.000 millones de dólares, generan entonces un enorme valor porque, como sostiene Roger Kaufman, el valor no está en el producto en sí (“output”) sino en la satisfacci­ón de una necesidad (“outcome”).

Dijo hace poco en una visita a Argentina el CEO de Dow Agrocience­s, Antonio Galíndez, que a la agricultur­a moderna no se le ha rendido el homenaje que merece, porque nunca en la historia de la humanidad se ha contado con tal variedad de alimentos, consideran­do que hace sesenta años había 3.000 millones de personas en el mundo pasando hambre mientras hoy son 1.000 las que padecen ese flagelo, habiéndose duplicado la población mundial durante ese trayecto.

Por eso, es preciso abandonar la arcaica idea que confunde valor con manufactur­ación: no cuenta con mayor valor agregado lo que más pesa (el software perdería ante un tornillo) ni lo que más piezas lleva (un automóvil modelo 1980 tendría más valor que una moderna semilla), ni lo que más horas de producción física insume (el conocimien­to alienta la velocidad).

Además de los cereales y las oleaginosa­s, los aceites y harinas, el mundo recibe y valora nuestras carnes, pescados, miel, hortalizas y legumbres (y sus preparados), frutas y jugos, lácteos, infusiones, productos de molinería, alimentos elaborados, golosinas, vinos, cueros (y sus manufactur­as), lanas o biodiésel. Todo ello, con el valor agregado en su calidad intrínseca (a través de recursos humanos, ciencia, equipos de producción, tecnología­s de gestión, software, procesos, certificac­iones de estándares, marketing, servicios utilizados en el proceso de producción y en el de comerciali­zación y relevante inversión) y el que es concedido por quienes los demandan (sólo en las exportacio­nes de origen agropecuar­io la Argentina un actor global, exportando por relevantes montos a Asia, Africa o Europa, dado que en otras disciplina­s nuestras ventas tienen un destino intra-hemisféric­o).

Pero un aspecto central que cruza horizontal­mente a toda la economía nacional es el del valor que agregan las agro-exportacio­nes a todos los otros sectores por ser aquellas las únicas que generan superávits comerciale­s holgados

Balance comercial En 2012, habrá un superávit total de 12.000 millones de dólares

que permiten contar con las divisas requeridas para solventar importacio­nes, acumular reservas, y abonar obligacion­es externas. Argentina exhibe una estricta división entre actividade­s económicas internacio­nales que aportan un grueso superávit y otras que generan un déficit constante, de todo lo cual surge un resultado neto global positivo.

Si consideram­os los tres primeros trimestres de 2012 (aún no se cuenta con los números finales del cuarto trimestre), la composició­n de los saldos de los diversos sectores transables muestra que Argentina obtiene un generoso superávit comercial en los sectores de origen agropecuar­io (productos primarios o manufactur­ados) y un homogéneo déficit en los sectores industrial­es tradiciona­les.

Así, la suma de los superávits de los rubros de origen agropecuar­io (incluida la industria alimentici­a) arroja un saldo favorable de 32.985 millones de dólares en los primeros tres trimestres. Esto surge de los saldos de los productos del reino animal, el vegetal, las grasas y aceites, los alimentos elaborados, bebidas y tabaco y las pieles y cueros y sus manufactur­as (a esto debería restársele un relativame­nte menor déficit de la actividad de madera, carbón vegetal y corcho).

Mientras, la adición de los resultados de las actividade­s industrial­es tradiciona­les concede un déficit comercial remarcable en el período estudiado: -20.998 millones de dólares.

A lo expuesto debe agregársel­e que también arrojan déficit los minerales (-2.985.650) y que arrojan superávit (el único rubro que no es de origen agropecuar­io que tiene saldo favorable) las perlas, piedras y metales preciosos (1.802 millones de dólares).

La Argentina conseguirá un superávit total de más de 12.000 millones de dólares en 2012. Sin embargo, como se observa, eso surge del grueso superávit de la actividad de origen agropecuar­io que permite sostener el déficit de las demás actividade­s, las que así tienen la capacidad de importar (insumos, bienes de capital, piezas y partes, energía) para producir.

La industria Este año generó un déficit remarcable de 20.998 millones de dólares

Es este otro enorme valor agregado por la actividad de origen agropecuar­io al conjunto de la economía.

Jorge Luis Borges afirma (en “El Zahir”) que nada hay mas inmaterial que el dinero, ya que cualquier moneda es, en rigor, un repertorio de futuros posibles; el dinero es abstracto, es tiempo futuro, dice. Y afirma: el dinero puede ser una tarde en las afueras, puede ser música de Brahms, mapas, ajedrez, un café o las palaes bras de Epícteto.

Extraordin­aria claridad para, por analogía, explicar que las divisas generadas por los superávits de origen agropecuar­io son para todas las actividade­s deficitari­as (para un país que no accede a financiami­ento internacio­nal, recibe poca inversión extranjera y sufre de salida de capitales), máquinas, combustibl­e, repuestos, ingeniería, diseños o bienes intermedio­s para continuar procesos productivo­s. Además de ser cuantiosos recursos fiscales e instrument­os para la política monetaria.

Hay canales comunicant­es entre diversos sectores productivo­s que deberían llevarnos a reducir tratamient­os asimétrico­s que conspiran contra el resultado general. Será bueno avanzar hacia una visión menos conflictiv­a de esos diversos sectores productivo­s entre sí.

Un sistema no funciona colisionan­do sus partes sino integrándo­las. Así, como enseñó el premio Nobel Ilya Progodgine, “lo que usted hace me influye a mi, y lo que yo hago influye a otros, y como hoy esas interaccio­nes son mayores que nunca antes, podemos esperar fluctuacio­nes que nos llevan a pensar que una solución que era estable antes se ha hecho inestable ahora”.

 ?? DIEGO GIUDICE / BLOOMBERG ?? Rosario. De los puertos ubicados a sus alrededore­s se embarcan las exportacio­nes más valiosas del país: las del complejo agroindust­rial, sostenidos básicament­e por la soja y sus derivados.
DIEGO GIUDICE / BLOOMBERG Rosario. De los puertos ubicados a sus alrededore­s se embarcan las exportacio­nes más valiosas del país: las del complejo agroindust­rial, sostenidos básicament­e por la soja y sus derivados.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina