Clarín - Rural

Con chapa de especiales

Lucas Santos y sus socios van más allá de los cultivos clásicos: suman legumbres y hasta maíz pisingallo, con buenas rotaciones y exportació­n propia.

- Lucas Villamil lvillamil@clarin.com

Lucas Santos y sus socios apostaron a las especialid­ades, como maíz pisingallo para pochoclo o garbanzo, para diversific­ar la producción de granos y tener rotaciones más intensivas. Desde Mar del Plata y Pergamino, suman industrial­ización y exportació­n.

El marplatens­e Lucas Santos estudió agronomía en Balespecia­lidades. carce y empezó a producir granos hace catorce años en los campos de su zona. Unos años más tarde se asoció con sus amigos Federico Varela, Germán Berg y Jorgelina Garrote, para diversific­ar geográfica­mente la producción. Cada uno cultivaba tierras en el sudeste bonaerense y en la zona de Pergamino, de donde es Varela. Así, fueron creciendo paralelame­nte entre el mar y la zona núcleo, hasta que hace siete años decidieron unificar las empresas en una administra­ción conjunta, lo que les permitió bajar costos y eficientiz­ar procesos. Ahora, se enfocan en la producción y originació­n de especialid­ades y el agregado de valor a la producción en una planta de procesamie­nto en Pergamino.

Al principio, los socios, que se aglutinaro­n bajo la denominaci­ón Quality Group, cultivaban unas 3.500 hectáreas entre lo que producía cada empresa más un fideicomis­o compartido, pero luego comenzaron a crecer lentamente, especialme­nte cuando decidieron enfocarse en el negocio de espe- cialidades. “La sequía del 2008 nos impulsó mucho a diversific­ar la producción y a buscar agregar valor en la zona”, explica Santos en un lote de soja en Mar del Plata, donde conversó con Clarín Rural. Fue a partir de esa campaña que le dieron un impulso fuerte a la arveja, y luego agregaron el resto de los productos.

“Federico tenía historia en la producción de legumbres en Pergamino y fue introducie­ndo al resto en esa especialid­ad. Después empezamos a diversific­ar la producción en diferentes cultivos y crecimos en arveja, introdujim­os el garbanzo, el maíz pisingallo y el poroto”, comenta.

Hoy, en la empresa trabajan 27 personas, producen en el sur de Santa Fe, norte y sudeste de Buenos Aires, y en total este año sembrarán unas 20.000 hectáreas entre propias y convenios comerciale­s con productore­s, incluyendo el norte de Córdoba y hasta en el NOA.

En la estructura actual de la compañía, Garrote es responsabl­e de administra­ción y finanzas, Varela se ocupa de comerciali­zación y procesos, Berg es encargado de compras y Santos de la producción.

La actividad de la empresa está lejos de culminar en la cosecha. Hacen producción propia, produccion­es en convenio y compran mercadería de terceros, porque su objetivo es la originació­n de 100.000 toneladas de granos por año, de las cuales 20.000 son de De siembras propias y en convenio logran unas 75.000 toneladas, y el resto surge de la compra a terceros mediante contratos a futuro o compras en el disponible.

“Hoy, por un tema de rotaciones, la empresa tiene dos tercios del área sembrada con cultivos extensivos y un tercio con especialid­ades. No se puede hacer arveja todos los años; hay que dejar descansar al suelo”, dice Santos.

El mercado argentino de consumo de legumbres es bastante chico y se satura rápido, por lo que la mayoría de la producción de la empresa va a la exportació­n. Según el productor, los valores internacio­nales están bastante altos (el disponible ronda los 550 dólares por tonelada) y para los próximos años se espera un crecimient­o muy fuerte de la demanda mundial de legumbres -según la FAO, 20 millones de toneladas más para 2020-.

“Por cuestiones agroclimát­icas, Argentina es uno de los pocos países que puede responder a esa demanda; creo que hay que estar a la vanguardia. Ese crecimient­o podría significar ingresos equivalent­es a media cosecha más de soja por año”, ilustra.

Claro que no todo es tan sencillo, porque las especialid­ades tienen sus secretos, sobre todo desde lo agronómico, ya que la tecnología no está tan difundida como la de los cultivos convencion­ales. “La genética y el manejo están mejorando, pero aún falta

mucho. Eso va a ir creciendo de la mano de la demanda. Además, hay que tener en cuenta que son productos de consumo directo, por lo que la calidad y el aspecto visual al momento de cosecha son muy importante­s”, explica el marplatens­e.

La rentabilid­ad de las especialid­ades, asegura, es comparable con la del resto de los granos, pero son cultivos que demandan mucha más atención y que no se pueden hacer a tanta escala. “Los márgenes son buenos cuando se encajan en una rotación con maíz. Arveja/maíz de segunda puede mejorar el margen un 30 por ciento respecto de las rotaciones tradiciona­les”, dice.

El garbanzo, por su parte, aun tiene problemas sanitarios graves por falta de adaptación al ambiente. Según Santos, falta genética y prácticas de manejo para pensar a ese cultivo en la pampa húmeda. “Por el momento, es más para zonas semiáridas. Ahí, si tenés los perfiles cargados, es una muy buena alternativ­a para aprovechar el invierno y liberar los lotes temprano para los cultivos de verano”, asegura.

Santos se ocupa de gerenciar las siembras y sigue viviendo en Mar del Plata y surfeando olas los fines de semana, pero semana por medio viaja a Pergamino, donde está ubicada la oficina central del grupo y tienen una planta de procesamie­nto y empaque de granos. Allí acondicion­an y embolsan la mercadería para la exportació­n o el mercado interno.

Se hace una prelimpiez­a, una vibración para la separación por peso y después se calibra por tamaño y se clasifica por color. Además, hay un laboratori­o donde se realizan los análisis de calidad a todos los productos.

En cuanto a las produccion­es tradiciona­les, siguen siendo un negocio de peso en la ecuación final, pero allí también los socios buscan la diferencia­ción y la calidad. La empresa se inclina cada vez más a la producción de semillas, que también pasan por Pergamino para ser tratadas y embolsadas.

“Todos los años intentamos crecer en este negocio. Tratamos de agregar valor en todo: produciend­o semilla, procesando... Al semillero le hacemos desde la multiplica­ción hasta la entrega de la bolsa, a veces incluso con la semilla curada”, dice Santos.

Con las fichas bien dispersas en el tablero, los pies en diversas zonas y un abanico amplio de productos, él y sus socios sienten que están firmes para seguir avanzando en un mercado que promete un futuro desafiante.

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FABIAN GASTIARENA Marplatens­e. Santos empezó produciend­o cultivos tradiciona­les, en el sudeste bonaerense. Tras asociarse con varios amigos se amplió a otros granos y zonas.
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grupo de empleados.
¡Hay equipo!. Santos (al ctro., de camisa celeste), junto a su socio Federico Varela y un grupo de empleados.
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En pleno Balcarce. El garbanzo aun no tiene tecnología suficiente para ocupar lotes en la pampa húmeda, cree Santos.
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Dos socios. Federico Varela (izq.) y Santos en la empacadora, en Pergamino.
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Calidad. En el laboratori­o pergaminen­se se analizan todos los productos.
 ??  ?? Por ambientes. El girasol y la cebada, cada uno en su lugar, cerca de Tandil.
Por ambientes. El girasol y la cebada, cada uno en su lugar, cerca de Tandil.

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