Clarín - Rural

De camionero a cabañero

Hace muchos años, cuando manejaba su camión, Mario Fetter soñaba con tener su propia cabaña. En 2005, lo logró. Ahí se inició, en Gral. San Martín, su apuesta a un manejo forrajero que hoy es referencia en un ambiente productivo con muchas limitantes.

- GRAL. SAN MARTIN, LA PAMPA. ENVIADO ESPECIAL Andrés Matinata clarinrura­l@clarin.com

A 15 kilómetros de la localidad pampeana de General San Martín, Mario Fetter pudo cristaliza­r el anhelo de toda su vida, que repasó una y mil veces mientras daba sus primeros pasos en la ganadería y desandaba las rutas a bordo de su camión, transporta­ndo papas: ser propietari­o de una cabaña ganadera. Tras mucho esfuerzo, ese día llegó, y desde 2005 está al frente de su establecim­iento, al que bautizó Peuma Yen, que en mapuche significa “lugar soñado”. Allí estuvo Clarín Rural hace pocos días, para conocer los detalles de la historia.

De hablar pausado y sencillo, el cabañero recuerda aquellos primeros días cuando con algunos ejemplares de la raza Hereford se lanzó a la conquista de un ambiente que, a priori, representa­ba el enorme desafío de ser eficiente con factores como suelo, clima y precipitac­iones claramente desfavorab­les.

Esta empresa se articula en dos campos, que son explotados como una sola unidad productiva. Por un lado, la citada cabaña Peuma Yen, de 700 hectáreas, y La Chacra, un establecim­iento de 200 hectáreas, ubicado a unos 20 kilómetros, que totalizan un rodeo de 400 ejemplares Hereford que incluye 150 madres y dos toros para el repaso luego de la inseminaci­ón artificial.

En esta zona semiárida, que por momentos se transforma en árida, los sistemas ganaderos presentan grandes dificultad­es al momento de su manejo, porque los suelos franco arenosos y los escasos 580 milímetros anuales de lluvias son una gran limitante.

El primer paso para sostener este planteo fue consolidar una cadena forrajera en una zona que a las dificultad­es mencionada­s suma la presencia de tosca a poca profundida­d, con lotes heterogéne­os y ventanas de tiempo acotadas para realizar las labores necesarias. En este punto, Fetter reconoce que las labranzas justas (el manejo se hace en convencion­al) son fundamenta­les para la planificac­ión ganadera.

A este esquema, en el que el sorgo BMR diferido es protagonis­ta y permite ganancias diarias de peso de hasta 700 gramos por día, apuntan en el corto plazo a sumarle pasturas perennes, que junto a un laboreo eficiente son básicos para evitar la erosión.

Un caso interesant­e es el del panicum. Fetter explicó que de la mano de su elevada productivi­dad (8.000 kilos de materia seca por hectárea), pudo mejorar la receptivid­ad bovina en Peuma Yen. “Nos sorprendió el rinde y para el próximo año incorporar­emos 24 hectáreas para la recría de toros”, remarcó.

El médico veterinari­o Mauricio Antista, asesor del establecim­iento, detalló que esta disponibil­idad de alimentos permite sostener un planteo que, con una carga de 0,35 EV/ha, exhibe una preñez del 95% y un 92% de índice de destete, con una producción en cada ciclo de 50 toros y 70 vaquillona­s, que son comerciali­zadas en exposicion­es regionales y otros campos de cría de la zona.

Entre sus principale­s atributos, estos animales presentan un frame moderado, que permite una adaptación exitosa en esta región exigente, manifestó el especialis­ta.

El segundo eslabón en la búsqueda de mayor eficiencia pasa por el uso de genética. Luego de la fuerte sequía de 2008/09, el profesiona­l remarcó que uno de los principale­s desafíos consiste en reacomodar los servicios, que por los efectos de la falta de lluvias se fueron atrasando. “Nunca dejamos el servicio estacionad­o; lo iremos concentran­do mediante la inseminaci­ón artificial a tiempo fijo, y sin descuidar la cadena de forrajes”, sostuvo.

En sus primeros días, el planteo productivo de la cabaña consistía en un campo de cría dividido en nueve potreros. En la actualidad, la necesidad de producción intensiva hizo que estos potreros pasaran a ser 26, más las 200

Sus índices son muy buenos: una preñez de 95% y un índice de destete de 92%

hectáreas de La Chacra, que están divididas en 13 potreros.

El circuito comienza con los servicios, que se llevan a cabo en los lotes con sorgo BMR diferido, el cual, combinado con algunos lotes de pasto llorón, sirve de refuerzo para las instancias de inseminaci­ón, posterior repaso de los reproducto­res y los encierros continuos que demandan esos trabajos. Al momento del destete, cuando las vacas disminuyen su requerimie­nto nutriciona­l, son destinadas a los lotes de menor productivi­dad.

Los terneros destetados van a los lotes de avena, para apuntar a un crecimient­o más rápido para su posterior comerciali­zación como reproducto­res antes de los dos años. Por su parte, la recría de las hembras también se hace en La Chacra, que empieza en avenas y continua en sorgo BMR.

A mitad de marzo se realiza el servicio a la cabeza de las vaquillona­s, que tendrán entre 14 y 15 meses, y regresan preñadas a los mejores lotes de Peuma Yen, en donde son suplementa­das hasta el momento de su venta.

En el establecim­iento, y de una manera muy particular, apuntan al bienestar animal. Desde hace tres años aplican un manejo llamativo, que consiste en incorporar una burra en el rodeo para que los animales estén más serenos.

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Bien pampeano. Fetter, con sus animales, incluso una burra que usa en un manejo muy particular.
 ??  ?? Orgullo. Fetter con uno de sus toros, cerca de General San Martín. Entre dos establecim­ientos, maneja 900 hectáreas. Allí llueven solo 580 milímetros anuales.
Orgullo. Fetter con uno de sus toros, cerca de General San Martín. Entre dos establecim­ientos, maneja 900 hectáreas. Allí llueven solo 580 milímetros anuales.
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