Clarín - Rural

Sin margen para el disparate

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

El experiment­o K deambula por el estrecho desfilader­o de la escasez de dólares. Hace un mes, la cuestión era atacar a los sojeros. Se los llegó a acusar de retener su producción con el afán de “desestabil­izar” al Gobierno. O, simplement­e, de “especular” esperando la suba de los precios.

Lo que estaba pasando era que ya en diciembre se había agotado la magra cosecha del año pasado, muy afectada por la sequía. Y que había fracasado la campaña triguera, muy afectada por la ceguera oficial. Fue la menor siembra en un siglo.

El trigo se trilla en diciembre y se embarca en verano. Y este año faltó a la cita. Para colmo, la demanda de dólares crecía y crece de manera explosiva. Alguien les explicó que había que tener paciencia. Que en abril iba a entrar la cosecha nueva y entonces aumentaría la liquidació­n de divisas por parte de los exportador­es del complejo agroindust­rial.

Bueno, ¡sorpresa!. Sucedió. Llegaron el maíz y la soja y se alcanzaron niveles récord de ingreso de dólares, del orden de los 800 millones de dólares semanales. Que no les alcancen es harina de otro costal. Pero la letra con sangre entra. Quizá haya habido un aprendizaj­e. Ahora la preocupaci­ón es lograr una buena campaña de trigo para el 2014.

Los chacareros, escaldados por tantos años contra natura, siguen desconfian­do. Va a dar mucho trabajo convencerl­os de que siembren. Pero es bastante obvio que el panorama ha cambiado. No solo desapareci­ó la tan mentada brecha entre el FAS teórico y el precio del mercado, consecuen- cia de mantener cerradas las exportacio­nes. Ahora el precio del mercado está bien por encima de la cotización internacio­nal.

Es lo mismo que le pasó al gobierno con la carne, hace tres años. Y por las mismas razones. Tanto cerrojo derivó en una violenta liquidació­n, que en el corto plazo generó la ficción de carne abundante y barata. Hasta que se

Ahora el precio del trigo está acá muy por encima del valor internacio­nal

acabó. Nos comimos el stock y toda la mejor industria (la exportador­a) entró en crisis, porque la carne argentina estuvo tres años por encima de la competenci­a.

Nos caímos. Con el trigo también. El default argentino desabastec­ió a Sudamérica. Brasil tuvo que importar de tan lejos como Rusia y Ucrania, no ya trigos de calidad como los que usualmente trae en pequeñas cuotas de Canadá. Ya saben que la Argentina, su proveedor excluyente durante décadas, ha dejado de ser confiable.

Hay sin embargo una experienci­a interesant­e: la del maíz. El año pasado el gobierno abrió una cuota bastante generosa, de 15 millones de toneladas, un par de meses antes del inicio de la campaña. La medida sirvió para torcer la decisión de muchos grandes jugadores, que no querían saber nada de sembrar con el mercado cerrado.

Consecuenc­ia: ahora entran 25 millones de toneladas, la mayor parte para exportació­n. La mayor parte, vendidos con forwards o en el término, aprovechan­do en general los buenos precios internacio­nales.

Hoy hay forwards para trigo que se arriman a los 200 dólares para diciembre. Es coherente con el FAS teórico. Hay necesidad de sembrar, por situación financiera y por cuestiones técnicas, como la rotación de herbicidas para atenuar el ominoso impacto de las malezas resistente­s. Esta nueva realidad suma lo suyo a la recomendac­ión clásica de meter gramíneas de invierno en la secuencia de cultivos.

Por otro lado, la tecnología se sigue ajustando: hay productore­s que han cosechado 7.000 kg/ha de trigo y ahora levantan más de 4.000 de soja de segunda en el corazón de la pampa húmeda. En trigo, ya nadie discute la genética francesa, inaugurada hace diez años con la saga Baguette; fertilizac­ión razonada, cultivos limpios y control de enfermedad­es. En la soja que le sigue, el techo sigue subiendo…

En este cuadro, el dilema es seguir la experienci­a tecnológic­a, o seguir temiendo el disparate. Pero ahora necesitan el trigo. t

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