El poder de la blancura
Con la incorporación de nuevos eventos transgénicos, el cultivo ganó en estabilidad y le hace fuerza a la soja en los campos de la región chaqueña.
En el noreste argentino, el algodón está volviendo con todo. Con nuevos eventos transgénicos, que permiten enfrentar a las malezas y a las plagas, más un manejo moderno, maquinaria y nutrición, hasta es más negocio que la soja. El cambio, de punta a punta.
Con biotecnología, fertilización, cambios en la estradesmotadora de manejo y maquinaria de punta, el algodón infla el pecho y compite con la soja y los otros cultivos por el uso de la tierra en el noreste argentino. En ese marco, dos productores del sur chaqueño mostraron a Clarín Rural cómo trabajan para hacer un algodón de primera.
Con sólo mirar a los costados mientras se transita la ruta provincial 16 que comunica Resistencia, la capital chaqueña, y Presidencia Roque Sáenz Peña, se puede ver cómo aún conviven distintas formas de producir algodón: la tradicional siembra a un metro de distancia entre hileras o las de 38 centímetros; la cosecha a mano junto con cosechadoras stripper y las de usillos (o pickers); y el almacenamiento en bolsas, módulos o en rollos georreferenciados (la última tecnología).
En 2008/09, Los Amores S.A. sembraba 250 hectáreas de algodón; actualmente, alrededor de 7.000. “Con el correr de los años fue ganando su lugar en los mejores lotes, ajustando densidad, distanciamiento, el uso de defoliantes, la cosecha y post-cosecha, y pasó de ser un cultivo irrelevante en superficie a ocupar entre un 25% y un 40% de nuestro esquema productivo”, contó el director de Vicentín y presidente de Los Amores S.A, Máximo Padoán.
Trabajan con la variedad NuOpal BR (Bt y RR) bajo una rotación algodón-maíz de segunda-soja, en los mejores lotes, o algodón-maíz de segunda-sorgo en los campos de menor calidad, “donde la soja deja de ser un cultivo confiable”. Así, pasaron de rendimientos de 350 kg/ha a 600 kg/ha de fibra, y, en los lotes muy buenos alcanzan los 1.000 kg/ha.
“El cultivo ha demostrado mayor seguridad, más allá del precio y los costos, ante la gran variabilidad climática predominante en el NEA”, explicó Padoán. Entre las herramientas que han conferido esa estabilidad, destacó el desarrollo de nueva genética, que ha permitido incluir al algodón como un cultivo más, bajo siembra directa y en la rotación. También ponderó los avances en maquinaria. “La cosecha en rollos (ver
La última...) permite que todo el proceso posterior sea mucho más eficiente”, opinó.
Además de la producción a campo, Los Amores cuenta con una desmotadora. “Entendemos que la producción de algodón es un proceso que termina en el desmote, ya que la logística toma un valor importante al transportar productos con poco peso específitegia
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Con la directa, se logra más seguridad ante la variabilidad del clima en la zona
co”, explicó Padoán.
Además, integran el proceso con una planta de balanceado que les permite aprovechar los subproductos del algodón y logran un mayor valor para los cereales que se producen en el campo.
Por su parte, Alberto María, de Marfra S.A., produce unas 2.000 hectáreas de algodón y tiene una en la zona de Villa Angela, en el sur chaqueño. “Es un cultivo que va a empezar a establecerse nuevamente con mayor solidez porque es más seguro que la soja”, opinó el productor, quien se reconoce un “fanático de la tecnología” y ha adoptado lo último en maquinaria y semillas.
Para la campaña 2013/14 piensa crecer un 50% en superficie. Sobre esto, María hace referencia a un tema clave que también se discute en la zona núcleo, el de los alquileres. “Después de estar por las nubes, los arrendamientos se han acomodado, porque se han ido algunos pooles de siembra”, especificó.
En la carrera con los otros cultivos, parte del cuerpo de ventaja que saca el algodón se debe a que los fletes de fibra -luego de pasar por la desmotadora- son a provincias cercanas del norte, y no al puerto de Rosario.
A fines de los años 90, la introducción de la soja RR, con más tecnología que el algodón, generó una caída de la superficie de este último. Sin embargo, al igual que Padoán, María coincide en que la siembra directa, el acortamiento de la distancia entre surcos y la biotecnología permitieron incorporar el algodón en la rotación y acotar los riesgos climáticos. “Los últimos años, complicados por la sequía, en los lotes donde el algodón lograba 2500 kg/ha se lograron sólo 700 kg/ha de soja”, contó.
Actualmente, existe un cóctel de alternativas en cuanto al distanciamiento entre hileras que va desde los 35 centímetros hasta el metro tradicional. “Las nuevas máquinas picker se adaptan muy bien a distancias de 38 ó 76 centímetros”, dijo María. Padoán destaca que actualmente trabajan con distanciamientos a 38 centímetros u otros esquemas que permiten a la cosechadora trabajar en su ancho máximo.
Hace unos años, Marfra (la empresa de María) invirtió para comprar una planta de desmote. Su dueño explica que “se obtiene un beneficio importante no sólo por el algodón en sí, sino también por los subproductos”. Se puede sacar aceite, forraje y hasta un derivado para producir pólvora.
Al referirse a la calidad, María hace hincapié en otro tema importante: las fechas de siembra. “Tenemos que llevarlas a fines de septiembre y principios de octubre, la fecha natural, porque las implantaciones más tardías generan un problema de calidades hilanderas”, dijo.
Con el paquete tecnológico en pleno desarrollo, sólo resta ver qué ocurre con los precios. Así y todo, la estabilidad productiva le otorga un plus al cultivo de algodón, en una zona donde la soja no termina de sentirse cómoda. t