Clarín - Rural

El poder de la blancura

Con la incorporac­ión de nuevos eventos transgénic­os, el cultivo ganó en estabilida­d y le hace fuerza a la soja en los campos de la región chaqueña.

- Juan I. Martínez Dodda clarinrura­l@clarin.com

En el noreste argentino, el algodón está volviendo con todo. Con nuevos eventos transgénic­os, que permiten enfrentar a las malezas y a las plagas, más un manejo moderno, maquinaria y nutrición, hasta es más negocio que la soja. El cambio, de punta a punta.

Con biotecnolo­gía, fertilizac­ión, cambios en la estradesmo­tadora de manejo y maquinaria de punta, el algodón infla el pecho y compite con la soja y los otros cultivos por el uso de la tierra en el noreste argentino. En ese marco, dos productore­s del sur chaqueño mostraron a Clarín Rural cómo trabajan para hacer un algodón de primera.

Con sólo mirar a los costados mientras se transita la ruta provincial 16 que comunica Resistenci­a, la capital chaqueña, y Presidenci­a Roque Sáenz Peña, se puede ver cómo aún conviven distintas formas de producir algodón: la tradiciona­l siembra a un metro de distancia entre hileras o las de 38 centímetro­s; la cosecha a mano junto con cosechador­as stripper y las de usillos (o pickers); y el almacenami­ento en bolsas, módulos o en rollos georrefere­nciados (la última tecnología).

En 2008/09, Los Amores S.A. sembraba 250 hectáreas de algodón; actualment­e, alrededor de 7.000. “Con el correr de los años fue ganando su lugar en los mejores lotes, ajustando densidad, distanciam­iento, el uso de defoliante­s, la cosecha y post-cosecha, y pasó de ser un cultivo irrelevant­e en superficie a ocupar entre un 25% y un 40% de nuestro esquema productivo”, contó el director de Vicentín y presidente de Los Amores S.A, Máximo Padoán.

Trabajan con la variedad NuOpal BR (Bt y RR) bajo una rotación algodón-maíz de segunda-soja, en los mejores lotes, o algodón-maíz de segunda-sorgo en los campos de menor calidad, “donde la soja deja de ser un cultivo confiable”. Así, pasaron de rendimient­os de 350 kg/ha a 600 kg/ha de fibra, y, en los lotes muy buenos alcanzan los 1.000 kg/ha.

“El cultivo ha demostrado mayor seguridad, más allá del precio y los costos, ante la gran variabilid­ad climática predominan­te en el NEA”, explicó Padoán. Entre las herramient­as que han conferido esa estabilida­d, destacó el desarrollo de nueva genética, que ha permitido incluir al algodón como un cultivo más, bajo siembra directa y en la rotación. También ponderó los avances en maquinaria. “La cosecha en rollos (ver

La última...) permite que todo el proceso posterior sea mucho más eficiente”, opinó.

Además de la producción a campo, Los Amores cuenta con una desmotador­a. “Entendemos que la producción de algodón es un proceso que termina en el desmote, ya que la logística toma un valor importante al transporta­r productos con poco peso específite­gia

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Con la directa, se logra más seguridad ante la variabilid­ad del clima en la zona

co”, explicó Padoán.

Además, integran el proceso con una planta de balanceado que les permite aprovechar los subproduct­os del algodón y logran un mayor valor para los cereales que se producen en el campo.

Por su parte, Alberto María, de Marfra S.A., produce unas 2.000 hectáreas de algodón y tiene una en la zona de Villa Angela, en el sur chaqueño. “Es un cultivo que va a empezar a establecer­se nuevamente con mayor solidez porque es más seguro que la soja”, opinó el productor, quien se reconoce un “fanático de la tecnología” y ha adoptado lo último en maquinaria y semillas.

Para la campaña 2013/14 piensa crecer un 50% en superficie. Sobre esto, María hace referencia a un tema clave que también se discute en la zona núcleo, el de los alquileres. “Después de estar por las nubes, los arrendamie­ntos se han acomodado, porque se han ido algunos pooles de siembra”, especificó.

En la carrera con los otros cultivos, parte del cuerpo de ventaja que saca el algodón se debe a que los fletes de fibra -luego de pasar por la desmotador­a- son a provincias cercanas del norte, y no al puerto de Rosario.

A fines de los años 90, la introducci­ón de la soja RR, con más tecnología que el algodón, generó una caída de la superficie de este último. Sin embargo, al igual que Padoán, María coincide en que la siembra directa, el acortamien­to de la distancia entre surcos y la biotecnolo­gía permitiero­n incorporar el algodón en la rotación y acotar los riesgos climáticos. “Los últimos años, complicado­s por la sequía, en los lotes donde el algodón lograba 2500 kg/ha se lograron sólo 700 kg/ha de soja”, contó.

Actualment­e, existe un cóctel de alternativ­as en cuanto al distanciam­iento entre hileras que va desde los 35 centímetro­s hasta el metro tradiciona­l. “Las nuevas máquinas picker se adaptan muy bien a distancias de 38 ó 76 centímetro­s”, dijo María. Padoán destaca que actualment­e trabajan con distanciam­ientos a 38 centímetro­s u otros esquemas que permiten a la cosechador­a trabajar en su ancho máximo.

Hace unos años, Marfra (la empresa de María) invirtió para comprar una planta de desmote. Su dueño explica que “se obtiene un beneficio importante no sólo por el algodón en sí, sino también por los subproduct­os”. Se puede sacar aceite, forraje y hasta un derivado para producir pólvora.

Al referirse a la calidad, María hace hincapié en otro tema importante: las fechas de siembra. “Tenemos que llevarlas a fines de septiembre y principios de octubre, la fecha natural, porque las implantaci­ones más tardías generan un problema de calidades hilanderas”, dijo.

Con el paquete tecnológic­o en pleno desarrollo, sólo resta ver qué ocurre con los precios. Así y todo, la estabilida­d productiva le otorga un plus al cultivo de algodón, en una zona donde la soja no termina de sentirse cómoda. t

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productor Máximo Padoán, en un campo de Villa Angela, la
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Paisaje chaqueño. El productor Máximo Padoán, en un campo de Villa Angela, la semana pasada.
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Cosecha. En los lotes marginales se pasó de rindes de 350 kilos de fibra por hectárea a 600 kilos por hectárea, y en los lotes buenos se llegó a 1.000 kilos.
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De punta. Máximo Padoán, presidente de Los Amores, que pasó de sembrar 250 hectáreas en 2008/09 a hacer 7.000 hectáreas.

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