Clarín - Rural

El combito: genética, manejo y fertilizac­ión

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Dos pilares que permitiero­n la consolidac­ión del algodón fueron la genética y la fertilizac­ión. En semillas, primero apareciero­n los algodones Bt, que confieren resistenci­a a lepidópter­os, oruga de la hoja, complejo de capulleras y lagarta rosada. Luego se incorporó la resistenci­a a glifosato (RR) y se incrementó el potencial de rendimient­o. “Los dos fueron revolucion­arios, pero la resistenci­a a glifosato permitió incorporar el algodón en las rotaciones bajo siembra directa”, contó el responsabl­e del área técnica del semillero Genética Mandiyú, Silvio Radovancic­h. En 2009 se empezaron a usar variedades BR, es decir, con los dos genes (Bt y RR) apilados. Actualment­e, se desarrolla­n algodones RR Flex, que permitan aplicar glifosato hasta diez o doce nudos (actualment­e es hasta cuatro). Por su parte, el especialis­ta Juan Urrutia, de Bunge, destacó las respuestas que están obteniendo con la fertilizac­ión del algodón. Los suelos de Chaco vienen de desmonte, con niveles de fósforo altos que rondan las 80 ppm. Pero ahora caen a 30 ppm en algunos lotes. Preocupa, además, la degradació­n física, porque genera complicaci­ones en el arranque del cultivo. “Estamos encontrand­o respuestas a fósforo como arrancador en la línea, con sólido, y luego, en 4 a 6 nudos se puede aplicar algún nitrogenad­o de baja volatiliza­ción”, explicó Urrutia. “En las tres campañas que venimos trabajando hemos obtenido rendimient­os extras de entre 80 y 230 kilos de fibra neta”, dijo Urrutia. En fertilizac­ión foliar se está trabajando con boro, para mejorar la cantidad de fibra (se han logrado 60 kilos de fibra neta extra), y con potasio, para mejorar la calidad de la fibra.

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