Clarín - Rural

El mundo y la Argentina...

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Dos noticias de extraordin­aria envergadur­a conmoviebi­én ron al mundo de los agronegoci­os. La primera, la venta de Smithfield Foods, la mayor empresa dedicada a la producción de cerdos en los Estados Unidos, a Suanghui Internatio­nal Holdings Ltd, la mayor distribuid­ora de alimentos de la provincia china de Henan. La segunda se concretó en Brasil: allí, JBS adquirió la operación avícola de su competidor­a, Marfrig.

Las dos operacione­s tienen un común denominado­r: involucran a las proteínas animales, en sus dos rubros más dinámicos, aves y cerdos. En el caso de Smithfield Food, los chinos pagaron 38 dólares por acción, 7.000 millones de dólares. Es la mayor compra una compañía estadounid­ense por parte de una china, sin discrimina­r rubros. Histórico.

Por su parte, JBS pagó por Seara la friolera de 2.750 millones de dólares. Lo interesant­e es que estos fondos son aportados por el equivalent­e a nuestra Anses, en lo que implica un claro apoyo del Estado brasileño a la producción y exportació­n de alimentos.

La cuestión es que entre ambas operacione­s, esta semana se transaron compañías de pollos y cerdos por 10.000 millones.

Durante la crisis financiera internacio­nal del 2008, Goldman Sachs, uno de los grandes bancos de inversión de los EE.UU., anunció que iba a invertir de 200 a 300 millones de dólares en la compra de una docena de granjas de cerdos de China. Apenas cinco años después, son los chinos los que adquieren compañías de cerdos de los Estados Unidos.

La mayor empresa gastronó- mica a nivel mundial es la china Yum, cuyo negocio se basa en dos franquicia­s emblemátic­as del “fast food”: Kentucky Fried Chicken y Pizza Hut. Abre un local cada 19 horas en alguna ciudad de la República Popular China, cuya población atraviesa una incontenib­le transición dietética.

La avidez por el pollo y el cerdo han convertido al gigante asiátide

Aquí se exportan los insumos clave para que otros produzcan la proteína animal

co en una aspiradora de insumos para la elaboració­n de alimentos balanceado­s. Hace apenas quince años China era exportador­a de soja, la leguminosa de origen asiático. Hoy, siguen produciend­o 15 millones de toneladas, pero importan cuatro veces esa cifra. Ahora empiezan a importar tam- maíz. Ya navegan con rumbo a los puertos chinos los primeros cargos del cereal forrajero, cuyo ingreso fue destrabado hace pocos días después de una larga negociació­n.

Estados Unidos y Brasil pusieron hace tiempo la mira en este mercado gigantesco. El pollo y el cerdo no son más que maíz y soja con valor agregado.

La Argentina, que tiene el mismo potencial, viene mucho más atrás. Hasta ahora, se especializ­ó en proveer los insumos para que más de cien países desarrolle­n su propia producción de proteínas animales. Una especializ­ación muy plausible, porque se edificó sobre la base de la competitiv­idad tecnológic­a desde el campo hasta las fábricas en los puertos, potenciado­s por el dragado y balizamien­to de la hidrovía del Paraná. Sin embargo, esta competitiv­idad tecnológic­a se diluye cuando prevalecen las chicanas o las restriccio­nes que impone el modelo.

Ahora las complicaci­ones fiscales están generando un atraso creciente en la devolución del IVA, lo que encarece la prefinanci­ación de exportacio­nes y erosiona el capital de trabajo de las procesador­as. Estas compañías tienen que pagar el 10,5% de IVA cuando compran la materia prima (soja), y cuando embarcan perciben la devolución. Pero con argucias insostenib­les el gobierno escatima los reintegros, acumulando ya una deuda de 600 millones de pesos.

El contraste queda subrayado por gruesos trazos de evidencias. El mundo quiere proteínas animales. La Argentina se especializ­ó en proveer los insumos estratégic­os para producirla­s. Sin plan alguno, sin medidas de apoyo concretas. Muchas veces, con el lastre de un Estado que, lejos de facilitar el camino, sólo ve al sector como una fuente inagotable de recursos fiscales. Se agota. t

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina