Desde el sur, manejando ambiente por ambiente
Fernando Ross trabaja en el INTA Barrow, en la zona de Tres Arroyos, donde actualmente predominan los sistemas agrícolas puros y la ganadería fue desplazada a campos de baja productividad o a sistemas de encierre. Allí, la soja ocupó el 40% del área sembrada en la campaña 2011-2012. “En la región, el balance de carbono y de los principales nutrientes es negativo y por el aumento de la demanda y exportación de esos nutrientes hay degradación de suelos”, explicó.
Según sus estudios, el nivel de fósforo extractable en suelo se ubica en 10-11 miligramos por kilogramo, lo que resulta insuficiente para alcanzar altos rendimientos. Ante ese panorama, la fertilización es indispensable. ¿Cómo hacerla? “Aplicaciones de fosfato diamónico en la línea de siembra resultaron más eficientes que las hechas al voleo, en trigo y maíz”, reveló el ingeniero. Además, en soja de segunda se hallaron efectos residuales del fósforo aplicado en los cultivos antecesores.
En cuanto a nitrógeno, se observaron respuestas positivas a su aplicación solo y también combinado con azufre y otros nutrientes, tanto en trigo como
Se impone fertilizar al cultivo invernal pensando también en el de segunda
en cebada.
Ross también recomendó fertilizaciones foliares tardías, entre hoja bandera y antesis, para aumentar la proteína en grano. “En trigo, tendríamos que fertilizar con nitrógeno, a razón de 30 kilos por tonelada de grano, para llegar al 11% de proteína, mientras que en cebada habría que aplicar 28 kilos”, indicó.
Por su parte, la fertilización azufrada, debido a su bajo costo, se está generalizando en la región para cubrir deficiencias potenciales en suelos arenosos o con bajo contenido de materia orgánica. “En el sur, hemos encontrado respuestas a la aplicación de 15 kilogramos por hectárea de azufre en trigo, maíz, soja y colza”, contó Ross.
En esta zona, la aplicación de boro foliar en soja, en R3, produjo incrementos del rendimiento de 195 kilos por hectárea en la campaña 2009-2010 y de 300 kilos por hectárea en 2011-2012, agregó.
Con miras al futuro, el especialista concluyó: “La intensificación la vemos de la mano del manejo del sitio específico, ambiente por ambiente”. t