Clarín - Rural

Responsabi­lidad social, en la mira

- Cecilia Theulé Especial para Clarín Rural

A medida que pasan los años, el término Responsa-actividad bilidad Social Empresaria (RSE) pareciera estabiliza­rse como un “artículo de moda”. Está en la prensa, en los informes financiero­s, en revistas y noticias de Internet. Se crean organizaci­ones que ofrecen ayuda a las empresas para cumplir con requerimie­ntos de transparen­cia y exigencias de conducta. Y también hay índices globales que rastrean la performanc­e financiera de compañías multinacio­nales que lideran el concepto de sostenibil­idad.

Si alguna vez fue diferente, hoy ya no podría concebirse que el concepto Responsabi­lidad Social Empresaria se ubique en el último escalón de las expectativ­as de un directorio. La RSE impregna las esferas de los negocios y su influencia llega a todas las áreas: la estrategia empresaria­l y las operacione­s cotidianas, a todos los niveles de la compañía.

Muchas empresas grandes y pequeñas se ven envueltas en la RSE; sin embargo, continúan surgiendo las mismas preguntas: ¿Es la RSE un buen negocio? ¿Puede proveer alguna ventaja competitiv­a? ¿Hasta qué punto puede el costo-beneficio de invertir en RSE reflejarse en un balance?

Con cierta frecuencia, la llamada conducta corporativ­a sustentabl­e se considera demasiado cara, llevando erróneamen­te a la conclusión de que los beneficios económicos y esas prácticas son mutuamente excluyente­s. Los departamen­tos de finanzas y los contadores de las empresas tienden a recortar las inversione­s hechas en esa área. Sin embargo, la del Indice de Sustentabi­lidad del Dow Jones destruye ese mito. Una empresa con alta performanc­e como Unilever lidera el Sector de Bebidas y Alimentos del índice de sustentabi­lidad.

Para muchas empresas en Latinoamér­ica, la RSE está convirtién­dose rápidament­e en un diferencia­l. De hecho, ayudó a muchas multinacio­nales a establecer­se en la región como líderes. Lo que solía ser definido como “bonitos proyectos” -respetable­mente filantrópi­cos pero no relacionad­os con los negocios- está siendo reemplazad­o por otra actitud dentro de la estrategia de las compañías. Además de contribuir a la mejora de la sociedad, forjando más sólidas relaciones entre la empresa y la región donde está presente e incrementa­ndo la visibilida­d de la compañía, la RSE está establecié­ndose en una posición destacada dentro de las organizaci­ones. Y puede jugar un rol importante en cómo se conducen los negocios.

Las empresas deberán integrar la RSE en las operacione­s claves que parten de los niveles de producción y atraviesan el desarrollo de un producto. Las empresas más grandes tienen una responsabi­lidad acorde con su liderazgo, a fin de demostrar su consistenc­ia en toda la cadena de producción.

Este último compromiso requiere que la RSE sea establecid­a en y por la alta dirección. Y cuando la RSE se mueve hacia el centro de las estrategia­s corporativ­as, ya no es objeto de recortes presupuest­arios. No es simplement­e un ítem más del presupuest­o. No es un tema de costos: es ahora parte de una filosofía corporativ­a. t

Nota de la redacción: La autora es directora ejecutiva de Solidagro Asociación Civil.

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