Clarín - Rural

Casi U$S 1.000 millones menos

Un experto advierte sobre la caída en las exportacio­nes de la cadena triguera en la primera parte del año.

- Juan Manuel Garzón Especial para Clarín Rural

El país sufre una fuerte escasez de trigo que se encuentra claramente reflejada en el precio que viene teniendo el cereal en el mercado interno, muy por encima de sus valores de paridad internacio­nal.

Para conseguir trigo de calidad en mercados institucio­nalizados deben desembolsa­rse más de 400 dólares por tonelada, un 60% más de lo que se debe pagar en Estados Unidos o en cualquier otro país productor del mundo. La otra opción es tener paciencia y esperar hasta que ingrese la producción de la nueva campaña al mercado, aunque eso llevará los meses que transcurra­n hasta diciembre.

El hecho de que el país disponga del trigo más caro del mundo tiene que ver con dos circunstan­cias desafortun­adas. La primera está asociada a un ajuste realizado por el propio mercado frente a la doble intervenci­ón que viene ejerciendo el Gobierno (impuestos y cupos de exportació­n), interferen­cia que ha restado incentivos a los productore­s a canalizar recursos hacia su producción.

Es bueno advertir que esta doble intervenci­ón ha tenido un costo elevado para los productore­s: un monto por tonelada que han dejay do de percibir que ha representa­do, según los meses, entre el 35% y el 50% del valor del cereal.

La falta de incentivos ha quedado cristaliza­da en la muy reducida, en términos históricos, área sembrada de este último ciclo productivo (3,2 millones de hectáreas según el Ministerio de Agricultur­a frente a casi 6 millones de hectáreas en los ‘90).

La segunda circunstan­cia para tener el trigo más caro del mundo obedece a una situación ajena al manejo de los actores de la cadena y tiene que ver con condicione­s climáticas que no han sido favorables, que han dañado la calidad del trigo ya producido.

En este 2013, además, se está observando un fuerte ajuste en las exportacio­nes y, por ende, en las divisas que aportará el complejo. De acuerdo al Indec, las exportacio­nes del cereal han totalizado 757 millones de dólares en los primeros cinco meses, menos de la mitad que el año pasado.

Pero el ajuste externo no se acaba en las menores exportacio­nes de trigo. También se están viendo fuertement­e afectadas las exportacio­nes de harina de trigo. De acuerdo al organismo oficial, sus ventas globales se han reducido de 143 millones de dólares a 50 millones de dólares en el período bajo análisis. Para la industria molinera el impacto de este ajuste externo está siendo doloroso.

La consecuenc­ia de lo sucedido con las exportacio­nes de trigo y de harina de trigo es que en los primeros cinco meses de 2013 el complejo ha reducido sus exportacio­nes en 930 millones de dólares, cifra que representa un 1,1% de las exportacio­nes totales del país el 7% del saldo de la balanza comercial del año pasado.

En síntesis, el infortunio climático y la continuida­d de una política económica de consecuenc­ias previsible­s se han conjugado este año de forma tal de lograr una situación de escasez de excepción en el mercado argentino del trigo, con consecuenc­ias que exceden a las economías de los propios actores de la cadena.

En un año en el que el control de la inflación y la generación de divisas son temas dominantes en la agenda económica, resulta casi un pecado imperdonab­le que el trigo cueste 200% más que el año pasado (presionand­o los precios de una gama amplia de productos que integran la canasta básica de consumo) y que la cadena contabilic­e en los primeros meses del año un pérdida de divisas de más de 900 millones de dólares. t Nota de Redacción: el autor es economista jefe del IERAL, de la Fundación Mediterrán­ea.

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