Todos juntos con un objetivo común
En la apertura del encuentro se remarcó la necesidad de asumir los desafíos de un mundo cambiante.
Desde la apertura misma del XX Congreso CREA, al que asistieron esta semana unas 5.000 personas para ser parte de los planteos de nuevos desafíos, y al que unas 3.000 personas siguieron por internet, empezó a trazarse con fuerza un eje que atravesaría todo el encuentro, que tuvo lugar en el estadio Orfeo de Córdoba.
Una fuerte invitación a poner en marcha un sueño colectivo desde múltiples miradas para un mundo sustentable, con una región latinoamericana protagonista. Una bandera de futuro que se planta cada tres años y que sirve como faro para navegar en este mundo de globalización permanente, según definió Francisco Perkins, presidente del congreso.
Aunque, como dijo, el verdadero congreso comienza a partir del momento en que cada productor regresa a su campo y empieza a poner en acción lo discutido, lo conversado en estos días. “Tenemos que darle valor a lo que vivimos plenamente en cada momento. No estamos aquí para dar respuestas a cada uno, sino para encontrar buenas preguntas, esas que nos permitan evolucionar”, explicó Perkins.
Destacó la gran ventaja de trabajar en los grupos CREA en lo que respecta a la contención y el compartir experiencia y conocimiento. Pidió darle valor a las acciones que son parte de la práctica cotidiana y cuestionarse cuánto hay de rutina en la forma de conducir las empresas. Por eso, el poder de la innovación surgió también como elemento clave.
Pensar el mundo desde la región y la proyección hacia los nuevos escenarios geopolíticos fueron dos tópicos con fuerza. Quien más los profundizó fue el economista y filósofo francés Guy Sorman, quien no asistió personalmente al congreso, como estaba previsto, pero envió un video con su presentación.
Se refirió al futuro de Argentina en un mundo en el que las condiciones económicas y geopolíticas cambian permanentemente. Y la pregunta que -dijo- se hacen en el primer mundo, es si el modelo argentino es sostenible. “Mi respuesta es que si”, afirmó contundente, pero sin dejar de lado la necesidad de identificar desafíos.
Entre los retos que enumeró, remarcó la importancia de comprender que el boom de los países asiáticos adoptando estilos de vida occidentales, que representó una oportunidad para Argentina como productor de alimentos, ya no es tal. “Se acabó el crecimiento a tasas excepcionales. Ahora vemos una curva más lenta, del dos por ciento anual, y esa será la tendencia a largo plazo”, estimó.
Otro de sus pronósticos fue que los precios bajarán y cambiarán los parámetros de producción. Los costos de la energía, el transporte y las patentes serán menores por la utilización de nuevos recursos, lo que redundará en menores costos de producción. “Entrar a los mercados será más fácil y habrá más competencia en el mundo”, señaló.
Ante esto, la creación de marcas de origen se vuelve más necesario en el mercado de comodities. “Lo que se produce hoy en Argentina quizás luego se produzca en otras partes sin depender del suelo o los recursos naturales”, advirtió al poner como ejemplo la generación de carne en laboratorio como una tendencia a futuro.
Ante nuevas formas de producir alimentos que competirán en el mundo, vale preguntarse cuál será la fuerza de las ventajas competitivas de hoy. Por eso Sorman sostuvo que la marca “Hecho en Argentina” es lo mejor para resistir las fluctuaciones del mercado. Una marca fuerte es menos sensible a cambios de precios, pero requiere una inversión a largo plazo, agregó.
Los beneficios recibidos del crecimiento chino pueden revertirse si se ven algunas tendencias en occidente, con una creciente hostilidad hacia el consumo de carne, ya sea por moda o salud. Esta disrupción en los hábitos alimenticios puede influir en el mercado.
Mirando el globo, Sorman también planteó la necesidad de fijarse en las próximas fronteras. Sostuvo que China es impredecible y más ante la promoción de la autarquía alimentaria. Si bien consideró a Corea del Sur más estable, es mucho más chica que su vecino asiático. La India, aún siendo caótica, parece más estable y en crecimiento a largo plazo. Pero puso especial interés en Africa, donde surge una nueva clase media que suma doscientos millones de personas al mercado.
En el plano político planteó una preocupación. Entiende que Argentina se encuentra diplomáticamente muy aislada y se pierde beneficios de acuerdos globales, algo que lamentó “profundamente”. Aconsejó que en lugar de “quejarse del proteccionismo europeo” se busque crear nuevas marcas dirigidas a consumidores a los que se puedan proyectar nuevos productos, como hizo Chile con los vinos.
Entre los desafíos que expuso, hay uno que, confesó, le aporta esperanza. “Hoy la Argentina es uno de los países occidentales peor posicionados en índices de desarrollo. Es un desastre. Le falta imperio de la ley. Dependen demasiado de un líder en lugar de la ley. Deben hacer un cambio, modificar políticas a largo plazo invirtiendo en recursos humanos para construir una industria de la alimentación con fuertes marcas”, concluyó. t