Clarín - Rural

Tranquilos bajo el sol

En una zona como Salta, golpeada por varias sequías consecutiv­as, los García tienen en el riego un factor que les brinda seguridad y les permite ajustar cada año el sistema productivo de acuerdo a clima y precios. La genética y el manejo también son centr

- Andrés Matinata clarinrura­l@clarin.com

Frente a un escenario de sequía, como el que se viene sucediendo en los últimos años, los productore­s ganaderos del norte argentino deben ajustar el manejo y emplear todas las herramient­as disponible­s para sostener sus planteos. Con la falta de lluvias como denominado­r común, el manejo nutriciona­l, la disponibil­idad forrajera y la incorporac­ión de genética de calidad marcan la diferencia no sólo a la hora de ganar kilos, sino también de mantener el rodeo.

El establecim­iento salteño “La Población” no escapa a esta realidad. Ubicado sobre el kilómetro 70 de la ruta provincial 29, en el departamen­to de Metán, Antonio García adquirió el campo de 3.000 hectáreas a principios de 1980, con la intención de hacer agricultur­a. Pero las complicaci­ones originadas por el clima y los márgenes que no cerraban desviaron el objetivo hacia la ganadería, que dio sus primeros pasos con un manejo pastoril, en el cual la tecnología tenía muy poco peso.

Pablo García es el nieto de Antonio, y junto a su padre Francisco son quienes hoy llevan las riendas de La Población, en donde pasaron de un esquema ganadero tradiciona­l a uno con incorporac­ión de tecnología que incluye genética de calidad, pastoreo mecánico, producción de cultivos bajo riego y raciones eficientes.

De esta manera, y en una zona compleja, este combo aporta estabilida­d productiva y permite a los García, de acuerdo a las condicione­s climáticas y de mercado, elegir al comienzo de cada año el sistema de producción que, por márgenes económicos, mejor se adapte al momento, con la meta de no perder competivid­ad. “El objetivo en el mediano plazo es llegar a un ciclo completo con una producción de 400 kg/ha de carne”, reconoce Pablo García.

Con 1.000 hectáreas efectivas destinadas a ganadería, el planteo se apoya en dos pilares fuertes: el manejo reproducti­vo y asegurar la disponibil­idad de forrajes para el rodeo. El resto de la superficie es monte, que hasta el momento es improducti­vo.

Con un rodeo de 575 animales Brangus y Braford, la incorporac­ión de genética de punta permitió mejorar la “sangre” que en sus comienzos era muy variada y contaba con una mezcla de rasgos de cebú y criollo. El manejo reproducti­vo comienza con la inseminaci­ón artificial a tiempo fijo. Así, para esta práctica, la calidad genética es clave, ya que se necesita tener una hembra precoz que no tenga complicaci­ones al parto

y brinde un ternero con un justo peso al nacimiento.

En la etapa previa a la inseminaci­ón, se implementa un preservici­o: por medio de tactos se evalúa el grado de desarrollo reproducti­vo de los vientres. En esta instancia, las prioridade­s pasan por revisar el área pélvica y apuntar a vaquillona­s que superen los 280 kilos y revisar al detalle el estado corporal, para que al momento del servicio queden las mejores madres.

La inseminaci­ón artificial a tiempo fijo permite ajustar la logística, porque al trabajar con todos los vientres en una sola instancia, se concentran las tareas. Dos semanas más tarde de inseminar se hace un repaso con toros y, luego, se determina el índice general de preñez del rodeo.

Y si bien en los últimos dos años la sequía pegó fuerte, en La Población muestran muy buenas cifras. En 2012, la preñez general del rodeo alcanzó el 93%, con un porcentaje de destete del 85%.

Este panorama no sería posible sin un adecuado manejo forrajero, que a su base de pasturas megatérmic­as agrega una superficie bajo riego, que constituye una reserva para la época en la cual cae la producción de alimentos.

Por el lado de pasturas, la producción se apoya en 320 hectáreas de buffel grass, divididas en cinco lotes de 40 hectáreas y dos de 60 hectáreas, además de 440 hectáreas de gatton panic. Sin embargo, las 100 hectáreas bajo riego son el punto fuerte, que permite cubrir parte del bache forrajero durante el invierno.

A ocho kilómetros del campo, los García cuentan con una toma propia en el Río Juramento, que les permite regar una esquina del establecim­iento, en donde se producen 60 hectáreas de maíz y 30 de alfalfa, utilizada para confeccion­ar fardos y rollos. Por su parte, el maíz es destinado para picado de planta entera y se almacena en silobolsa, mientras que una parte del cereal se cosecha para ser conservado como grano entero en silo metálico.

Además, para tener un refuerzo forrajero, arriendan 350 hectáreas a unos seis kilómetros del establecim­iento, para confeccion­ar rollos. Si bien la idea era trasladar animales en caso de sequía severa, al final esa superficie se destinó para la confección de pasto. “Buscamos llegar a los 1.000 rollos por año, aumentar la superficie de riego y lograr una mayor producción de silo de planta entera de maíz”, destacó García.

En cuanto al manejo del rodeo, se divide en dos etapas. En una primera parte, los terneros machos y hembras se destetan sobre los cinco meses, con un peso que varía de 130 a 150 kilos y pasan a una recría a campo sobre pastura de alfalfa o verdeo de invierno y, si el clima acompaña, pasturas megatérmic­as en estado vegetativo. En esta etapa, y de acuerdo al estado de la pastura, los bovinos pueden ganar hasta 600 gramos por día.

En enero se decide el engorde de los machos, en función de las variables climáticas y de la relación de precios que existe en ese momento. Si se resuelve engordar, entre marzo y abril los terneros son destetados y consumen una dieta de transición durante tres semanas.

Con 160-180 kilos, los terneros pasan a pastorear gatton panic, con una suplementa­ción de silo de maíz de planta entera hasta alcanzar los 250-270 kilos. Con este peso finalizan la recría y empieza la etapa de engorde a corral, que se extiende por entre 90 y 110 días, para terminar con animales de 340-360 kilos que son comerciali­zados en frigorífic­os de la región.

Así es el esquema de La Población, que permite concluir que, también en el norte argentino, y aún en medio de una gran sequía que complica a la producción, la tecnología aplicada a la ganadería brinda una base importante para lograr una producción más flexible y estable. No es poco, en esas difíciles circunstan­cias.

 ??  ?? Las dos generacion­es. Francisco García (izquierda) y su hijo Pablo son quienes hoy llevan las riendas del establecim­iento La Población, en Metán, adquirido por Antonio -el padre de Francisco- en 1980. Los rollos son clave en el planteo.
Las dos generacion­es. Francisco García (izquierda) y su hijo Pablo son quienes hoy llevan las riendas del establecim­iento La Población, en Metán, adquirido por Antonio -el padre de Francisco- en 1980. Los rollos son clave en el planteo.
 ??  ?? Sementales. La genética Brangus y Braford mejoró la calidad del rodeo.
Sementales. La genética Brangus y Braford mejoró la calidad del rodeo.
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 ??  ?? Juntos. Francisco (izq.) y su hijo Pablo, delante de los corrales en
los que racionan a los terneros.
Juntos. Francisco (izq.) y su hijo Pablo, delante de los corrales en los que racionan a los terneros.
 ??  ?? Con riego. 100 hectáreas de alfalfa estabiliza­n baches forrajeros.
Con riego. 100 hectáreas de alfalfa estabiliza­n baches forrajeros.
 ??  ?? Suplementa­ción. Los terneros reciben también silo de maíz.
Suplementa­ción. Los terneros reciben también silo de maíz.
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Toma propia. El establecim­iento utiliza agua del río Juramento.

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