Clarín - Rural

Siempre adelante

En Bolívar, Carlos Mazzuca y su mujer integran la agricultur­a con la ganadería y logran hacer el ciclo completo a partir de un manejo minucioso de la alimentaci­ón y la sanidad, usando a los corrales como eje de todo el esquema.

- Andrés Matinata clarinrura­l@clarin.com

Desde Bolívar, en el centro bonaerense, Carlos Mazzuca integra la agricultur­a con la ganadería para hacer un ciclo completo altamente eficiente. El uso de los corrales es clave para organizar la alimentaci­ón y la sanidad de todas las categorías.

En la Pampa Húmeda, los esquemas de ciclo completo ganan cada vez más lugar y se posicionan como una alternativ­a para sostener la producción ganadera y apuntar -en complement­o con la agricultur­a- hacia una mayor producción de carne por hectárea.

Para que un esquema de integració­n de estas caracterís­ticas sea rentable en plena zona núcleo, donde compite con la agricultur­a, una de las premisas es el funcionami­ento aceitado de los corrales de engorde. Clarín Rural llegó hasta la localidad de Bolívar, en el centro de la provincia de Buenos Aires, donde el matrimonio de María de los Angeles Hueso y el médico veterinari­o Carlos Mazzuca desarrolló un manejo eficaz para la terminació­n de la hacienda.

Al ingresar al establecim­iento “Don Canesto” se encuentran los corrales, que constituye­n el corazón de un planteo de ciclo completo. En una superficie de 620 hectáreas, y con un rodeo de

Los corrales son un “comodín” que permite alimentar a todas las categorías

900 bovinos Angus, el esquema de trabajo tiene como pilar destacado el uso estratégic­o de los corrales de encierre que, además de su función básica de terminació­n, son un “comodín” ya que permite encerrar cualquier categoría y no alterar su proceso de alimentaci­ón.

Al momento de ingresar a la fase de terminació­n, Mazzuca señaló que la prioridad es que el corral tenga un buen piso y, desde su óptica, afirmó que un encierre efectivo debe incluir una correcta alimentaci­ón, personal capacitado y genética de punta. En esta instancia, el personal es fundamenta­l para la entrega a tiempo del alimento, de acuerdo a cada circunstan­cia de producción.

Y en el corral, el silo es un aliado inseparabl­e. A través de los años, el silo de sorgo de planta entera ganó espacios en Don Canesto como herramient­a para facilitar la adaptación de los bovinos y evitar cuadros de acidosis. Con una ración basada en maíz, silo de sorgo y núcleo, los animales ganan entre 1,1 y 1,3 kg/día, en un período que oscila entre los 60 y 90 días.

Luego de esta fase de encierre, los bovinos salen con un peso de 420-440 kilos y son comerciali­zados en frigorífic­os de la zona. Y mientras empieza la venta de los novillos del feedlot, se adquieren terneros de invernada para sumarlos a los bovinos producidos en la recría a campo.

A esta variable se suman la genética, a través de la inseminaci­ón artificial a tiempo fijo, y un exhaustivo plan sanitario. La inseminaci­ón es un pilar clave de este planteo. Luego de participar hace algunos años en una jornada en donde el tema principal fue la genética, el veterinari­o puntualizó sobre este aspecto. Así, la incorporac­ión de genética está orientada a cumplir con tres puntos: índice de peso al destete, peso final y aptitud materna.

De este modo, sobre un plantel de 360 vientres, se insemina para la reposición de un 20% del rodeo, con la idea de efectuar un entore de 15 meses y reforzar la producción de madres. “El aporte de una buena genética es invaluable”, resumió el profesiona­l mientras observaba a su hacienda.

Como buen veterinari­o, Mazzuca cuida al máximo la sanidad del rodeo, sobre todo a partir de severos problemas de querato conjuntivi­tis que sufrió en su plantel de terneros. Esta enfermedad pudo ser definitiva­mente erradicada hace cuatro años, luego de extensos tratamient­os que incrementa­ron los costos en medicament­os y obligaron a extensas jornadas de trabajo junto a los terneros.

El administra­dor recordó que en ese momento encerraban 400 bovinos, y día por medio pasaban por la manga, en donde lavaban a los animales y luego desinfecta­ban las instalacio­nes. “Durante el destete, esta enfermedad se expande como un reguero de pólvora”, explicó. En la actualidad, el plan sanitario incluye una doble vacunación en vacas contra enfermedad­es venéreas, doble dosis

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En el barro. Mazzuca, en el corral, junto a un lote de novillos en fase de terminació­n.
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JULIO JUAREZ En familia. El veterinari­o Carlos Mazzuca y su mujer María de los Angeles Hueso, junto a sus animales, en Bolívar.

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