Clarín - Rural

El momento del bioetanol

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En el mundo, el hambre deriva, principalm­ente, de la ineficienc­ia política y económica, la corrupción y el desprecio por la seguridad jurídica, elementos que generaron una pésima distribuci­ón del ingreso. El alto precio del petróleo es una de las principale­s causas de inflación, a nivel global, mientras que el impuesto inflaciona­rio es el más regresivo de todos.

Muchas críticas a los biocombust­ibles provienen desde países participan­tes de la OPEP. Otros “lobbies” negativos vienen de empresas agroalimen­tarias que históricam­ente han tenido importante­s márgenes de utilidad, entre otras causas, sobre la base de aprovechar los bajos precios de los cereales básicos; que podrían tener precios más equilibrad­os, acordes a una mejor distribuci­ón de la renta a lo largo de toda la cadena de valor, debido a la mayor demanda que genera la producción de bioetanol.

Los granos influyen muy poco en la estructura de precios de muchos alimentos. El trigo, por ejemplo, incide menos de un 20% en el precio del pan; y algo similar ocurre con la tortilla de maíz, producto muy popular en México. Es fundamenta­l evitar falsos prejuicios y tomar conciencia de la importanci­a de trabajar en pos de un planeta que está amenazado por el calentamie­nto global, la escasez de agua potable, la degradació­n de los suelos, la falta de energía y, fundamenta­lmente, por la desigualda­d social. La eficiencia en el consumo energético debe ser un mandato, no una simple aseveració­n.

A principios del año próximo, la capacidad de producción de bioetanol en Argentina, será del orden de 891.200 metros cúbicos. De esa capacidad –que seguirá creciendo-, un 60% provendrá de nueve ingenios azucareros y un 40% de cinco destilería­s de cereales En pocos años, se estará en condicione­s de abastecer un programa de corte del 20 %.

La demanda teórica para atender un corte del 10 % de bioetanol en las naftas en el país, es de poco más de 800.000 metros cúbicos anuales. Hay que tener en cuenta que el consumo de naftas viene creciendo a tasas asiáticas en los últimos años.

La oferta de naftas no acompa- ña el crecimient­o sostenido de la demanda, por lo que la incorporac­ión de más bioetanol es funcional para el equilibrio del mercado y para un desarrollo sustentabl­e del ambiente. El bioetanol contribuye a reducir las crecientes importacio­nes de combustibl­e, que están desgravada­s por ley del presupuest­o nacional, a través del otorgamien­to de un privilegio contradict­orio, ya que el país tiene en el complejo de bioetanol una industria importante, que genera empleos sustentabl­es, agrega valor en origen, presenta un balance favorable de divisas y en el particular caso del bioetanol derivado de caña de azúcar, su producción tiene un significat­ivo peso en el PBI del noroeste, permitiend­o transforma­r los históricos excedentes de azúcar.

El contenido actual de bioetanol en las naftas supera el 6%. Ese corte puede elevarse al 10%, pero todavía no se ha logrado acuerdo entre las compañías petroleras y la Asociación de Fabricante­s de Automotore­s sobre el contenido de oxígeno de dicho combustibl­e. YPF busca proteger la demanda del oxigenante que ella misma produce para las naftas, que compite con el bioetanol, aunque pueden incorporar­se en conjunto.

Desde el Ministerio de Planificac­ión Federal, la Secretaría de Energía y el Ministerio de Agricultur­a siempre se impulsó con mucha fuerza el desarrollo de los biocombust­ibles en Argentina. Es probable, entonces, que aquellos problemas se destraben a la brevedad.

Para que todo esto se concrete exitosamen­te, hay que contemplar también la necesidad de mantener en el tiempo las reglas de juego. En cambio, si nuestra decisión como país en el futuro será la de no producir y usar biocombust­ibles, la consecuenc­ia inmediata será que se afectará negativame­nte a la economía argentina, principalm­ente a la del noroeste, y que se incrementa­rán las importacio­nes desgravada­s de naftas, con el consiguien­te perjuicio sobre el empleo y el balance de divisas.

Además se seguirá exportando una cantidad de commoditie­s equivalent­e, la que se convertirá, en una parte importante, en biocombust­ibles en los países de destino, neutraliza­ndo un supuesto beneficio a la oferta agroalimen­taria. No parece ser ésta última alternativ­a, la manera de consolidar un modelo industrial que privilegie a los intereses del país. t

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MARCELO CACERES Nuevita. La planta de etanol de Bio4, en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, una de las grandes jugadoras del mercado.

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