Agricultura y ambiente, un solo corazón
Especialistas de diversos ámbitos dijeron que la Argentina debe liderar un crecimiento productivo y, a su vez, abordar el desafío de ser sustentable.
Producir más sin dañar el ambiente, producción orgánica versus convencional, uso racional de agroquímicos... temas resonantes en una agenda urgente que poco ha trascendido el plano de la enunciación. Las compañías advierten que es momento de debatir en serio lo importante para el largo plazo, con acciones concretas sostenidas en el tiempo y consensuadas con las diversas organizaciones sociales.
Los dilemas que la producción debe enfrentar en la próxima década generan controversia sobre cómo resolverlos de cara a un mundo que en 40 años tendrá 2.000 millones más de personas para alimentar y sus recursos diezmados con el nivel actual de consumo. Que Argentina sea uno de los principales proveedores mundiales de alimentos requiere un compromiso del que no todos son conscientes.
“La tecnología puede resolver los problemas del hambre”. Así lo consideró Antonio Aracre, director general de Syngenta para Latinoamérica Sur. La empresa presentó en Buenos Aires “The Good Growth Plan” (el plan para un buen crecimiento), un programa de acciones para una agricultura más eficiente, capaz de alimentar a una población mundial que crece, pero cuidando los principales recursos: la tierra, el agua y las personas.
“Es un desafío enorme que no puede ser abordado por una sola empresa; por eso promovemos el diálogo y las alianzas con organizaciones representativas de la sociedad como herramientas necesarias para alcanzar los objetivos”, alentó Aracre.
El debate estuvo en manos de un panel interdisciplinario integrado por Bernardo Kosacoff, de la Universidad Torcuato Di Tella; Marcelo Paladino, del IAE Business School y Fernando Straface, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, entre otros, y fue moderado por Sebastián Bigorito, del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible, quienes reflexionaron sobre los desafíos que enfrenta la Argentina para producir alimentos de manera sustentable.
La opinión generalizada es que el país (y el mundo) transitará los próximos años sabiendo que debe impulsar un cambio, pero que carece de una hoja de ruta. La “pérdida de capacidad” parece ser la constante de las instituciones. Entonces, los países que tengan mayor resiliencia subsistirán un proceso donde la innovación y la flexibilidad serán los ases debajo de la manga.
Straface anticipó que “se va a dar una reconfiguración del desarrollo y distribución de la tecnología en la sociedad civil”. En este sentido, Kosacoff remarcó que las empresas tendrán un rol importante en la economía y distribución de la riqueza.
En opinión de Paladino, la diversidad de ideas será un activo de diferenciación de las empresas e instituciones que puedan capitalizarla. Y en esto las universidades deberán recuperar un lugar clave, el de formar no sólo profesionales, sino líderes sociales.
Parte de la sociedad piensa que hay que aumentar la producción orgánica
Para él, muchos de los grandes problemas del futuro parten de la falta de autorregulación de las personas. Esta carencia es consecuencia de la falta de confianza. “Tenemos que volver a hablar de los valores y discutirlos en casa, porque es allí donde se construye la confianza, en las conductas virtuosas individuales y colectivas”, aseveró Paladino.
Según Aracre es, justamente, la confianza lo que impulsa a establecer compromisos y otorga transparencia a esos actos. “El futuro nos demanda un compromiso con la sustentabilidad y queremos ser creíbles en eso; por eso nos estamos abriendo a la sociedad y convocándola”, manifestó el ejecutivo, quien llamó a ser parte de un proceso de transformación que no puede postergarse más.
Syngenta también presentó los resultados de una encuesta global que realizó en julio a 8.000 líderes de opinión de trece países, incluidos Argentina y Brasil. El estudio arrojó las percepciones de la población urbana con relación a los desafíos de la agricultura.
De los 500 encuestados en Argentina, el 70% opina que la agricultura no se practica en forma sustentable y el 84% coincide en que hay que aumentar la producción orgánica. Según Aracre, la encuesta reveló una desconexión entre lo que la gente desea y lo que se puede hacer. Por eso, Syngenta se planteó 6 compromisos con metas medibles para Latinoamérica Sur: aumentar un 20% la productividad de soja y maíz, en 15% de cereales y en 10% de girasol, sin utilizar más tierras, agua ni insumos. Además, mejorar la fertilidad de un millón de hectáreas de campos degradados; crear 50 hábitats para polinizadores, lo que aumentará la biodiversidad en 5 millones de hectáreas; ayudar a pequeños productores a adoptar y mejorar prácticas de rotación de cultivos; entrenar a más de 80.000 trabajadores rurales y brindar capacitación en seguridad laboral. Caminos concretos para un objetivo al que hay que llegar. Sí o sí. t