Clarín - Rural

La experienci­a del Chaco

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Hay un nuevo escenario. Salió Guillermo Moreno, después de la caterva de fracasos subrayados por gruesos trazos de soberbia. Los más radicales sufren la entrega del alfil que se movía como un caballo, y pateaba el tablero cuando la realidad imponía la rendición. Lo echaron.

También echaron a Yauhar del MinAgro, pero eso no tiene ninguna importanci­a. Venía de la pesca. La acuacultur­a es a la pesca lo que la ganadería es a la caza. ¿Se entiende?

Sí es interesant­e que se lo haya reemplazad­o por un técnico más involucrad­o con la producción, como Carlos Casamiquel­a. Un ingeniero agrónomo del INTA, donde ejerció la presidenci­a en los últi- mos años, después de pasar un período como vicepresid­ente del Senasa. Informació­n no le falta. Tampoco experienci­a de gestión.

Pero la realidad es que la política agropecuar­ia no se decide en el MinAgro. Se decide en Economía. Y últimament­e, en la supersecre­taría de Comercio. Ahora todo cambia. Veamos.

El video del retorno de CFK, cuidadosam­ente producido, intentó marcar la “profundiza­ción del modelo”. Desfilaron las rosas rojas de Hebe, las alusiones a “la militancia”, el perrito Simón que le regaló el hermano de Hugo Chávez (“portate bien, que van a decir que los chavistas son malos”), el pingüino gigante de peluche. Al día siguiente ascendía a Axel Kicillof al cargo de Ministro de Economía. El joven economista defendió en su momento las retencione­s móviles y es de los que piensan que la renta agraria es un bien público.

Pero al mismo tiempo echaba a Abal Medina y ponía en su lugar al gobernador chaqueño, Jorge Capitanich. También economista, fue profesor de Kicillof y su jefe en trabajos de consultorí­a. Pragmático, sabe que la clave de su gran performanc­e electoral en la provincia del Chaco ha sido la enorme expansión agrícola y agroindust­rial. En particular, de

Capitanich sabe que la enorme expansión agrícola fue clave en su triunfo electoral

la demonizada soja, que sacó a la provincia de la dependenci­a histórica del algodón.

Capitanich orientó y gerenció este sendero, promoviend­o la ganadería, que hoy cuenta con centros genéticos, laboratori­os de especialid­ades veterinari­as, lanzó programas para la diversific­ación y el valor agregado, como la producción de aves (ayudó a la instalació­n de Granja Tres Arroyos), cerdos, acuacultur­a en arrozales. Intentó atraer inversione­s brasileñas para la industrial­ización del algodón.

Además, no tuvo empacho en avanzar en lo políticame­nte incorrecto, con la firma de convenios con fondos internacio­nales, algunos de origen árabe como Alkhorayef, para llevar agua con grandes obras hidráulica­s, y abrir tierras a la producción y el progreso en el Impenetrab­le. Vinculando su potencial productivo con el mercado global, ya que los árabes quieren asegurarse el abastecimi­ento de alimentos. Para ello impulsó las obras del puerto de Barranquer­as y la canalizaci­ón del Bermejo.

Se pueden decir muchas cosas de Capitanich, pero lo cierto es que el flamante jefe de gabinete es un hombre que experiment­ó que es posible el desarrollo a partir de la tecnología y la voluntad aplicada sobre el recurso natural. Y mirando a los mercados. En sus primeras declaracio­nes, anticipánd­ose al ministro de Economía, marcó la necesidad de incrementa­r el ingreso genuino de divisas a través del aumento de la producción exportable. Sabemos lo que esto significa. Kicillof, minutos después, lo repetía como una muletilla.

Obviamente, esta mirada sobre el flamante jefe de gabinete contrasta fuertement­e con la imagen que plantó la presidenta con su famoso video del regreso, el de la “profundiza­ción del modelo”. Pero no deja de ser sugestivo que la propia CFK haya dicho que no recibirá a ningún ministro si no viene acompañado por el jefe de gabinete.

Pero en la cancha se ven los pingos. Urge el trigo, el maíz, la carne. Lo saben. Y necesitan los dólares. Veremos.

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