Clarín - Rural

Ahora, bioenergía para todos

A partir de la decisión del Gobierno de aumentar el corte del gasoil con biodiésel, un experto del INTA analiza el impacto de la medida en toda la cadena sojera y las oportunida­des que se abren para un rubro que venía muy complicado por el cierre del merc

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La mezcla de biodiésel en el gasoil aumentará del actual 8% al 9% en enero y al 10% en febrero, anunció esta semana el Gobierno. Por eso, vale la pena repasar las posibilida­des de este sector, que tiene una capacidad de producción que se ubica entre las primeras del mundo, con 4 millones de toneladas al año. Con estas nuevas medidas, el 33% se destinará al mercado interno.

Mario Bragachini, especialis­ta del INTA Manfredi (Córdoba), destaca que la industria de bioenergía más desarrolla­da en la Argentina es la del biodiésel en base a aceite de soja. “Si se considera la producción total de grano de soja en la Argentina, el biodiesel representa cerca del 24%”, precisó.

La nueva medida fue anunciada por los ministros de Planificac­ión, Julio De Vido, y de Economía, Axel Kicillof.

Según el análisis de Bragachini, el efecto positivo de este cambio no queda limitado a los 35 productore­s de biodiésel, de los cuales 12 son emprendimi­entos de pequeñas y medianas empresas. Los beneficios alcanzarán también a los agricultor­es que producen soja, expresó el técnico del INTA, debido a que estas medidas pueden significar un mayor valor relativo del grano en el mercado interno.

Del mismo modo, implicaría­n ahorros de divisas para el país, por menor importació­n de combustibl­es y, además, una reducción de las emisiones de gases efecto invernader­o, consideró.

Con cada grano que se exporta tal cual se van litros de agua dulce, nutrientes del suelo y muchas posibilida­des de trabajo genuino en origen. “Existe un gran potencial de incremento en la producción nacional de biodiesel, dado por la transforma­ción del grano que hoy se exporta sin valor agregado y del aceite de soja que hoy se comerciali­za como crudo”, señaló Bragachini.

Además, a partir de los subproduct­os del procesamie­nto de soja, se pueden elaborar unos 60 derivados, entre alimentici­os e industrial­es, para satisfacer necesidade­s humanas y animales.

En esta línea, las posibilida­des de desarrollo no se limitan al biodiésel de soja, sino que también alcanzan al bioetanol de maíz, sorgo y caña de azúcar, como también al biogás de biomasa vegetal y efluentes de actividad pecuaria, al igual que otros residuos orgánicos de diferentes procesos. De acuerdo con Bragachini, “en un futuro cercano se podrá incrementa­r la producción de bioenergía a partir de biodiésel utilizado como combustibl­e para alimentar centrales termoeléct­ricas”.

Los biocombust­ibles, junto a otras energías renovables, cubrirán la etapa de transición entre los de origen fósil (petróleo) hacia otras fuentes de energía más amigables con el ambiente. Si bien este período puede durar entre 40 y 50 años, la Argentina tiene la oportunida­d de invertir en energías renovables, ya que es un país excedentar­io en biomasa, con zonas aptas para aprovechar la energía eólica e hidráulica, consideró el especialis­ta.

En los próximos años, el productor “debe estar atento y abierto al asociativi­smo para aprovechar estas oportunida­des de negocios sustentabl­es”, adelantó. t

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En el Gran Rosario. Allí está la planta de Renova, uno de los grandes productore­s nacionales de biocombust­ibles.

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