Gran año para la biotecnología
El 2013 pasará a la historia como un año crucial para el desarrollo de la biotecnología. Si algo hacía falta para confirmarlo, ese algo llegó esta semana: Verdeca (un joint venture entre la californiana Arcadia Biosciences y Bioceres), y GDM Seeds (Grupo Don Mario), anunciaron la firma de un acuerdo para desarrollar y comercializar nuevas variedades de soja basadas en la tecnología HB4®.
La tecnología HB4® permite a las plantas adaptarse a múltiples situaciones de estrés y alcanzar mayores rendimientos. El acuerdo se basa en la combinación de la tecnología HB4® con el germoplasma de GDM Seeds.
Verdeca completó seis tempora- das de ensayos multiambientales con soja HB4® en campos de Argentina y Estados Unidos. Tuvimos la oportunidad de visitar, el año pasado, un ensayo con fines regulatorios en Iowa. Si bien los responsables del campo experimental fueron muy prudentes y sigilosos con la información, era evidente la diferencia entre las líneas transformadas y la misma variedad sin modificación genética. Recordemos que el 2012 fue un año tremendamente seco en el corn belt.
Los resultados de estos ensayos demostraron que la tecnología HB4® proporciona una mejora del rendimiento bajo las condiciones de estrés habituales en las áreas de producción del cultivo.
Este acuerdo es una noticia de dimensión mundial. HB4® es un desarrollo argentino, de la mano de Bioceres, una compañía integrada por 270 accionistas, la mayor parte productores agrope- cuarios líderes. Se convertirá en el primer evento biotecnológico local en llegar al gran cultivo. Don Mario, por su parte, no solo está en la Argentina, sino que exhibe una interesante penetración en toda Sudamérica por lo que la nueva tecnología encuentra un interesante vehículo para derramar beneficios en toda la región. Recordemos que la soja es una
Algunos detractores de los GMO ya se convirtieron en sus grandes defensores
verdadera especialidad sudamericana, y es el cultivo de mayor crecimiento a nivel mundial, motorizado por la demanda explosiva de proteínas.
Se corona así un año jalonado por varios eventos que consolidan el rumbo de la biotecnología como llave maestra para el crecimiento de la producción de alimentos.
Veamos. Primero, Mark Lynas. En un discurso pronunciado en la Conferencia Agrícola de Oxford, dijo textualmente: “Para que conste, aquí y por adelantado, me disculpo por haber pasado varios años destrozando cultivos transgénicos. También lamento que ayudé a comenzar el movimiento antitransgénicos a mediados de los años 1990, y que con ello ayudé a demonizar a una importante opción tecnológica que puede utilizarse en beneficio del medio ambiente”. No fue una simple deserción. Se convirtió en un defensor de lo que denostaba.
Hace un mes, la prestigiosa revista científica Nature se disculpó por el error de haber publicado un artículo anti GMO del francés Gilles Seralini, y exigió al autor que se retractase por la falta de rigor en sus estudios. Seralini era la única referencia científica de los detractores de la biotecnología.
Y esta misma semana otro “desertor”. Patrick Moore es un científico que hace quince años fue co-fundador de una conocida organización ambientalista. Ahora lidera “Allow Golden Rice”, un movimiento que presiona por la autorización mundial del arroz modificado genéticamente para mayor contenido de vitamina A. Por su carencia, mueren anualmente 8 millones de niños. Sostiene que es un crimen contra la humanidad frenar su utilización sin fundamento científico alguno. El movimiento propone imitar la acción directa de los activistas bio-tecnofóbicos, saliendo con pancartas a exigir la aprobación del arroz mejorado.
Estos hechos auspiciosos permiten imaginar un futuro más llano para el avance biotecnológico, sobre todo en materia de desregulaciones. Así, eventos cruciales como HB4® pueden llegar antes al gran cultivo. t