Las enfermedades de fin de ciclo, en foco
Las copiosas lluvias de los últimos días favorecen la infección de enfermedades de fin de ciclo. Cómo tratarlas para no perder rendimiento.
Decálogo para reducir su impacto en la soja.
Las abundantes lluvias de las últimas semanas en la zona central del país favorecieron la recomposición hídrica de muchos perfiles que venían con escasas reservas. A la vez ayudaron a las siembras de soja y maíz más tardías para la determinación de sus rendimientos.
De esta manera, hay que tener en cuenta algunos aspectos importantes en lo ateniente al manejo sanitario de la soja.
Las principales consideraciones se pueden reunir en diez aspectos básicos:
Existe una relación entre las precipitaciones y la severidad foliar de enfermedades de fin de ciclo (EFC) estimada entre los estadios reproductivos R6-R7 de la soja, que permite predecir la intensidad de ataque en base a las precipitaciones caídas o pronosticadas entre R3-R5. Entre las enfermedades más prevalentes durante este período están la mancha marrón (Septoria glicines) y tizón púrpura (Cercospora kikuchii). Los daños ocasionados por estas pueden oscilar entre 10% al 30%.
La cuantificación visual de las enfermedades de fin de ciclo no es un buen estimador para preveer reducciones en el rendimiento y productividad de soja. Por lo tanto, se podrían subestimar foliolos “aparentemente” sanos que están infectados en forma latente. Asimismo, no existe información científica publicada que relacione incidencia o severidad (visualmente cuantificada), con momento de aplicación, ambiente e impacto del uso de fungicidas
Los triazoles y las estrobilurinas ofrecen mayor respuesta en el control
sobre el rendimiento.
La aplicación de fungicidas en base a la cuantificación visual de síntomas tiene un valor limitado, errático e inestable, debido principalmente a que la infección temprana y el desarrollo asintomático de las enfermedades, resulta en el desarrollo de síntomas mayormente hacia el final del ciclo, cuando el rendimiento ya ha sido definido y el daño por EFC producido.
Las precipitaciones registradas entre R3 a R5 son las que mejor explican la variabilidad del impacto del uso de fungicidas en el rendimiento. El beneficio potencial de la acción de los fungicidas en el rendimiento de soja depende de la cantidad de lluvia registrada en el intervalo R3 a R5, pero el momento preciso de la aplicación dependerá del ambiente y las lluvias durante dicho período crítico. Hay dos opciones: la primera es medir la cantidad de lluvias desde R3 en adelante y cuando las lluvias acumuladas alcancen (para este año) 50-60 milímetros, realizar la aplicación del fungicida. En cambio, la segunda opción es aplicar de acuerdo al pronóstico climático. En este caso, cuando el pronóstico predice la ocurrencia de 50-60 milímetros de lluvia entre R3 y R5, proceder a la aplicación antes del comienzo de las precipitaciones. u En el cultivo de la soja, las estrobirulinas presentan baja probabilidad de aumentar los rendimientos por otros mecanismos diferentes que no sean el del control de las enfermedades. Por ello, no se recomienda aplicar fungicidas tomando como criterio principal este efecto fisiológico sin considerar las lluvias ocurridas entre R3 a R5, además de tener en cuenta cuál fue el cultivo antecesor sembrado. u En años lluviosos las mezclas de estrobilurinas más triazoles producen una mayor respuesta de rendimiento en comparación con otras moléculas. Probablemente, la actividad protectora de las estrobilurinas mejoraron el control de las EFC, particularmente en años lluviosos cuando estos patógenos son más activos otorgando además mayor período de protección.
En años de bajas precipitaciones entre R3 y R5, la aplicación de fungicidas puede resultar en un margen neto negativo.
En años en donde durante el período entre R3-R5 presente 100 milímetros o más es recomendable aumentar la dosis comercial de la mezcla de estrobilurina y triazoles hasta un 20%.
La respuesta en el rendimiento es mayor para las aplicaciones en R3 en comparación con las de R5, cuanto más lluviosos sea el año. Si llueve 50-60 milímetros, las respuestas son semejantes para ambos momentos, pero a medida que la lluvias se incrementan, las aplicaciones realizadas en R3 son significativamente superiores a las de R5.
Con períodos lluviosos entre R3 y R5, monocultivo de soja y presencia de inóculo o síntomas de EFC en el campo, la respuesta al uso de fungicidas está garantizada. Es conveniente comenzar a pulverizar los lotes con mayores riesgos de ataque (más años de monocultivo, presencia de enfermedades en el lote o cultivares susceptibles).