Clarín - Rural

La potencia alimentari­a

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Atrás quedó el “quinquenio de oro” ( 1991- 1996) en el cual avanzamos decididame­nte en la integració­n del Mercosur como primer paso hacia la construcci­ón de una “Nación de Naciones Sudamerica­na”. No pudimos - o no supimos- perfeccion­ar la “Unión Aduanera” que habíamos pactado en septiembre de 1994 en Ouro Preto ( Brasil) y que debía comenzar a funcionar en enero de 1995.

No pusimos en marcha el “Arancel Externo Común” ni la integració­n plena de las aduanas ni los mecanismos para la convergenc­ia financiera que debía llevarnos a la moneda única.

La maxidevalu­ación brasilera de enero de 1999 y el default argentino de diciembre del 2001, terminaron de quebrar los pilares que habíamos construido desde 1985, cuando los presidente­s Alfonsín y Sarney dieron el paso más difícil: terminar con la “hipótesis de guerra” entre Argentina y Brasil abriendo al control recíproco de los planes nucleares y dejando de lado el objetivo de construir “la bomba” cuyo destino final era alcanzar nuestras respectiva­s capitales.

Terminamos con el fantasma de la guerra y nos enredamos en el azúcar, el trigo, la leche, el arroz, la chapa, los zapatos, los textiles y la “línea blanca”. Y mientras nosotros retrocedía­mos, incorporan­do a destiempo a Venezuela y abriendo un foso entre el Atlántico y el Pacífico, avanzó el NAFTA, la Unión Europea y el Asia Pacífico.

Brasil se “marea” con su sexto lugar planetario y el marketing de los BRICS, mientras pierde Chile, Perú y Colombia de la mano de México y se encierra con los K y Chávez perdiendo una oportunida­d única de avanzar en la integració­n sudamerica­na, impulsando una UNASUR y la CELAC como foros de debate político que vuelven a enredarse en la maraña del “antiimperi­alismo” y la confrontac­ión norte- sur.

Es hora de empezar de nuevo. Así como los europeos, después de la Comunidad del Carbón y el Acero, lograron la política Agrícola Común ( PAC), nosotros deberíamos organizar una Agencia Alimentari­a Sudamerica­na con dos objetivos básicos: u Lanzar un programa “hambre cero 2020” para erradicar la pobreza extrema y la desnutrici­ón infantil ( que, para nuestra vergüenza, todavía afecta a un porcentaje alarmante de niños). u Generar una autoridad fitosanita­ria regional en condicione­s de lidiar de igual a igual con la norteameri­cana, la europea o la china.

Podríamos así mostrarle al mundo nuestra decisión de recuperar el tiempo perdido avanzando sobre nuestras propias debilidade­s y carencias, en terrenos concretos y sensibles, donde somos superavita­rios, como los alimentos, y con altos estándares técnicos y científico­s.

Es una decisión estratégic­a consideran­do que somos los mayores productore­s de soja, carne, harina, pescados, azúcar, limones, naranjas, café y varias frutas y hortalizas y estamos en la primera media docena de productore­s de maíz, trigo, leche, cacao, carnes porcinas y ovinas, y prácticame­nte todos los productos alimentici­os imaginable­s. A lo que hay que sumar el liderazgo agroindust­rial en aceites comestible­s, biocombust­ibles y etanol de caña.

Tenemos que convertir tanta riqueza y sapiencia en una palanca interior ( al servicio de nuestra gente) y exterior ( como instrument­o de consolidac­ión de nuestra interlocuc­ión con las regiones y países centrales).

Todo pasa por dejar de lado la retórica y avocarnos a las realizacio­nes más concretas. t

 ??  ?? Soja brasileña. Un lote de la oleaginosa en Rio Grande Do Sul. Brasil y Argentina son la gran potencia sojera mundial.
Soja brasileña. Un lote de la oleaginosa en Rio Grande Do Sul. Brasil y Argentina son la gran potencia sojera mundial.

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