Clarín - Rural

El biodiésel salió con fritas…

- Héctor A. Huergo hhuergo@ clarin. com

La Cámara de Diputados dio media sanción esta semana al proyecto de ley que exime al biodiésel del pago de impuestos internos. Ya habíamos anticipado que había un extraordin­ario consenso en torno a esta cuestión clave para la cadena agroindust­rial. Ahora se plasmó con números realmente llamativos: 217 votos a favor, 8 abstencion­es y sólo 4 en contra.

Entre las abstencion­es, hay que subrayar la de la diputada Lilita Carrió y su bloque. Aclaró que estaba de acuerdo con la iniciativa, pero cuestionó que en el articulado se planteara que la exención iba hasta el 31 de diciembre del 2015, facultando luego al PEN para que modificara la situación a partir de entonces. Tiene absoluta razón. Los impuestos son una facultad excluyente del Congreso.

Lo mismo plantearon otros diputados que expusieron con mucha claridad su compromiso con el biodiésel, como Felipe Solá. Sostuvo que no había razón alguna para limitar la exención al período K, obligando a un nuevo debate a partir del 2015. Propuso volver a la ley 26.043 de biocombust­ibles, que los desgravaba por diez años, plazo que venció en el 2013.

Por el oficialism­o, lo más interesant­e fue el comunicado del mismísimo titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Textualmen­te, el ex Ministro de Agricultur­a y fuerte referente del kirchneris­mo dijo: “La visión estratégic­a de la presidenta de impulsar la industrial­ización de la ruralidad, junto a la capacidad innovadora de los productore­s y de la agroindust­ria, nos permi- tieron diversific­ar la matriz energética, sumar valor agregado a la cadena de la soja y generar empleo genuino”. Y destacó que “el biodiésel es el eslabón que mayor valor agregado tiene dentro de la cadena productiva”.

Algo parecido a una frase que acuñamos en esta columna: “El biodiésel, la etapa superior de la soja”.

En Diputados tuvo media sanción la exención de pago de impuestos internos

Más adelante, Domínguez resaltó que “Argentina tiene una capacidad instalada de 4 millones de toneladas por año en plantas de biodiésel distribuid­as en siete provincias argentinas”, y consideró que “su actividad motoriza las diversas economías regionales en gran parte del territorio nacional”. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidenc­ia.

El biodiésel no solo es la etapa superior de la soja. Es el ester metílico de los ácidos grasos, una molécula que puede sustituir al gasoil prácticame­nte en cualquier proporción. Es además un precursor químico para múltiples derivacion­es, desde solventes hasta termoplást­icos.

Atrás del biodiésel viene la enorme cascada de la oleoquímic­a. Así como el etanol es un nodo central de los bionegocio­s, basados en el gerenciami­ento de la fotosíntes­is.

Una muestra: en los EEUU desarrolla­ron un nuevo proceso de obtención de fibra de carbono, utilizando la glicerina como plastifica­nte. En este caso, sustituye a diluyentes orgánicos de manejo complicado, reduciendo drásticame­nte los costos.

La glicerina es un subproduct­o de la conversión del aceite en biodiésel. Argentina, con sus 4 millones de metros cúbicos de capacidad instalada para biodiésel, produce medio millón de toneladas de glicerina de soja y ya es el mayor proveedor mundial.

La fibra de carbono, por su parte, es la última incorporac­ión de la maquinaria agrícola, y allí nuestro país también está liderando la revolución de la nueva agricultur­a con los botalones de pulverizad­oras.

Ahorro de equipamien­to, con la siembra directa. Más eficiencia, con mayor ancho de labor por medio de barrales ultra livianos de fibra de carbono.

Definitiva­mente, los biocombust­ibles son apenas la punta del iceberg. Impulsar su desarrollo abrirá las puertas a nuevas cadenas de valor de alta tecnología y valor agregado. Por eso, y a pesar de los gruesos nubarrones que penden sobre el futuro, esta fue una buena semana. t

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