Clarín - Rural

¡Aguanten los terneros!

En el campo salteño que conduce Carlos Saravia se especializ­an solo en la cría, para producir terneros con la mayor eficiencia. Con el respaldo de un fondo de inversión de EE.UU., apostaron a la genética Braford. Cómo se integra con el resto de la cadena.

- Andrés Matinata clarinrura­l@clarin.com

Con el avance de la agricultur­a, la ganadería comenzó a encontrar espacios en sitios que hace algunos años eran impensados para la actividad. En el caso del norte argentino, los bovinos ganan un lugar cada vez más destacado, sin perder eficiencia a la hora de contar kilos de carne producidos.

Al recorrer esta región no sorprende encontrar esquemas bien aceitados de cría, recría y hasta productore­s que se animan al ciclo completo, con muy buenos resultados. Cada uno utiliza las herramient­as disponible­s para crecer en un escenario complejo, en donde las limitantes climáticas marcan la cancha y obligan a que los ganaderos agudicen al máximo el manejo de su rodeo.

En este marco, el norte también puede ser una gran usina generadora de animales livianos, como lo demuestra el caso del establecim­iento San Simón, ubicado a unos 40 kilómetros de Salta. Desde hace ocho años, comenzaron a desarrolla­r un esquema de cría en un escenario que a primera vista luce complejo, con un régimen de lluvias anual de 400 milímetros, elevadas temperatur­as y campos que eran casi totalmente improducti­vos.

En este rincón salteño, con poco logran mucho y el objetivo es claro, de acuerdo a Carlos Saravia, el administra­dor de San Simón. “El norte también puede ser una gran fábrica de terneros”, remarcó en diálogo con Clarín Rural.

El puntapié inicial de este proyecto vino de la mano de un grupo inversor norteameri­cano, de Aspen, Colorado, que en 2006 empezó a comprar campos en Salta. Sin vinculació­n con la ac-

tividad agropecuar­ia en Estados Unidos, apostaron a la ganadería en la provincia, y en conjunto con un grupo de profesiona­les y técnicos argentinos dieron los primeros pasos.

Si bien empezar completame­nte de cero un esquema de cría ganadera no es fácil, Saravia explicó que la ventaja de esta situación es poder elegir desde el comienzo el tipo de bovino que mejor se adapte, y no tener que unificar un rodeo de caracterís­ticas dispares. Al momento de salir a comprar hembras, no escatimaro­n en gastos y apostaron por genética de primera línea. Así, el campo salteño incorporó vientres, reproducto­res y semen de prestigios­as cabañas como Las Lilas y La Pelada.

A la hora de definir cuál era la raza que mejor se adaptaba a los objetivos de producción, Braford ganó la pulseada por varias razones. A diferencia de otras razas sintéticas, Saravia explicó que al ser un animal manso, se adapta muy bien a un esquema de trabajo en el que predominan montes y cerros. Y en pocos años los resultados están bien a la vista. “Hoy, las vaquillona­s ya superan a sus madres en cuanto a calidad”, reconoció el administra­dor.

En la actualidad, el rodeo de San Simón está compuesto por unos 2.000 vientres Braford, que se encuentran distribuid­os en una superficie de 2.000 hectáreas. Para soportar esta alta carga por hectárea, la base forrajera está compuesta por pasturas tropicales y campo natural.

La inseminaci­ón artificial a tiempo fijo es una herramient­a que suma puntos y permite sostener muy buenas cifras reproducti­vas. En San Simón, los servicios empiezan en diciembre y pueden extenderse hasta abril, de acuerdo a cómo se presente el régimen de lluvias, el estado de las pasturas y la condición corporal del rodeo.

Para el manejo del servicio, que se implementa con vaquillona­s de 20 meses, el 70% del rodeo de vientres recibe inseminaci­ón artificial, y el resto se efectúa a campo. En este punto, Saravia marca una diferencia con la región pampeana. “En esa zona es más fácil, porque se trabaja a corral, mientras que en nuestro caso, los reproducto­res deben recorrer distancias mayores, tenemos un mayor desgaste en los toros; por eso es la única categoría que suplementa­mos con silo de maíz”, precisó. Y agregó que por el mayor desgaste, se calcula un toro cada 40/50 vacas.

Esta situación es contemplad­a a la hora de salir a buscar genética de reproducto­res en el mercado. En este sentido, apuntan a un ejemplar de buena conformaci­ón y pigmentaci­ón y con buen prepucio, para extender la vida útil de

Hay un toro cada 40/50 vacas y se los suplementa con silo de maíz

los machos en el rodeo.

El manejo de los terneros se realiza sin suplementa­ción, y la base forrajera está compuesta por buffel grass y pasto natural. En el caso de las pasturas tropicales, el administra­dor explicó que ensayaron con varias, pero al final el buffel se impuso, gracias a su adaptación al escaso régimen de lluvias.

Con esta disponibil­idad de alimentos, llevan a cabo un destete a los siete meses, con un animal que pesa entre 140 y 150 kilos. Como alternativ­a de manejo ante escenarios climáticos complicado­s, se emplea el destete precoz. “El año pasado veíamos que no iba a llover, la vaca no entraba en celo y tuvimos que entregar terneros más livianos”, recordó Saravia.

El agua para el rodeo proviene de vertientes canalizada­s, con caños de tres pulgadas y bebederos automático­s, todo por gravedad.

Cuando los terneros alcanzan el peso deseado, son comerciali­zados a un productor de la zona que se encarga de la recría hasta los 240 kilos, además de su posterior engorde, faena y venta. Y aunque la labor de San Simón finaliza con la entrega del animal liviano, realizan un seguimient­o de su evolución para calibrar el manejo.

Así, en una zona en la que el clima y los suelos no regalan nada, la buena genética y el manejo ajustado de la base forrajera permiten incursiona­r con éxito en la cría, con un enorme potencial para extenderse en superficie y rentabilid­ad, a partir de una especializ­ación muy clara.

 ??  ?? Rodeo. La genética de los Braford se adapta bien al ambiente salteño. En San Simón ya cuentan con 2.000 vientres.
Rodeo. La genética de los Braford se adapta bien al ambiente salteño. En San Simón ya cuentan con 2.000 vientres.
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Al pie de los cerros. Saravia, en un corral del campo San Simón, a 40 kilómetros de la capital provincial.
 ??  ?? Bien salteño. Saravia (izq.) destaca la alta carga, de una cabeza por hectárea. Arriba, un río que atraviesa el campo, vinculado al dique Cabra Corral. El agua es clave en el planteo.
Bien salteño. Saravia (izq.) destaca la alta carga, de una cabeza por hectárea. Arriba, un río que atraviesa el campo, vinculado al dique Cabra Corral. El agua es clave en el planteo.
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