Clarín - Rural

El nuevo agro argentino: un debate a fondo en el ciclo organizado por el Grupo Clarín.

En una jornada que organizó el Grupo Clarín, referentes del campo analizaron lo que viene en el sector.

- Sergio Persoglia spersoglia@clarin.com

Referentes del sector y de la política participar­on esta semana en el Malba, en Buenos Aires.

El Museo de Arte Latinoamer­icano (Malba), en Bueel nos Aires, fue escenario, el martes pasado, de la primera de una serie de jornadas que forman parte del ciclo Democracia y Desarrollo, organizado por el Grupo Clarín. En esta oportunida­d, el tema fue el nuevo agro argentino, que fue analizado por distintos especialis­tas del sector y, luego, por referentes del ámbito político.

¿Cuánto puede crecer la producción? o ¿qué es hoy el campo en el país? Estas fueron algunas de las preguntas que se fueron respondien­do a lo largo del debate, al que concurrier­on importante­s personalid­ades del ámbito empresario y político (como Daniel Scioli, Sergio Massa, Hermes Binner y Ernesto Sanz), además de los más importante­s directivos del Grupo Clarín y editores del diario.

Abrió el juego Ricardo Negri, de AACREA, quien celebró que se establecie­ra un espacio para pensar futuro. “Muchos de los problemas que tenemos hoy se podrían haber evitado si hubiera habido espacios como este para pensar lo que vendría”, manifestó. Recordó que el agro aporta 45% de los ingresos fiscales y 60% de las exportacio­nes. Y dijo que le parecía posible pensar qué puede pasar al 2020, un plazo relativame­nte corto, porque hacerlo a 10 años, con los avances enormes que se suceden en tecnología para el agro, sería demasiado aventurado.

Así, calculó que para el inicio de la próxima década la Argentina podría estar produciend­o entre 125 y 160 millones de toneladas de granos, es decir, entre 25% y 60% más que las cerca de 100 millones actuales. “Un porcentaje de crecimient­o parecido podría darse en la producción de carne bovina, de pollo y de leche”, remarcó.

“La competitiv­idad en el campo está y se puede lograr relativame­nte fácil, porque no hay tantas necesidade­s de capital”, se entusiasmó. Pero dijo que “su pérdida se da afuera de los espacios de producción” y citó, entre otros temas, a la infraestru­ctura. “Si esto no evoluciona, vamos a tener problemas para llegar a las 200 millones de toneladas”, señaló.

El despegue productivo argentino, que permitió duplicar la cosecha de granos entre 1996 y 2006, pasando de unos 50 millones de toneladas a casi 100 millones, tubuen un sustento central en la revolución de la siembra directa, en la que la Argentina se convirtió en referente mundial.

Todo el paquete tecnológic­o que llegó con ella, incluyendo cultivos resistente­s a herbicidas como la soja RR, “permitió reducir la erosión de los suelos un 90%”, precisó María Beatriz “Pilu” Giraudo, titular de AAPRESID. Esta ingeniera agrónoma, la primera mujer en presidir la institució­n, dijo que con la siembra directa “mejoramos el aprovecham­iento del agua de lluvia un 80% y, con una aporte de fertilizan­tes, duplicamos su eficiencia de uso”.

Sobre esa base, a la que se sumó luego un manejo integrado de las plagas y las enfermedad­es que afectan a los cultivos, se apalancó técnicamen­te el despegue productivo. Hacia adelante, Giraudo considera que “las 200 millones de toneladas de granos serían fácilmente alcanzable­s en pocos años”, pero si se establecen “políticas públicas que nos ayuden”.

La titular de Aapresid hizo también, en este camino, varios “mea culpa”, como parte del sector. Dijo que el 75% de la superficie agrícola del país no se está trabajando con buenas prácticas. Claramente, el hecho de que casi el 60% del área agrícola esté sembrada con soja no es un aporte a la sustentabi­lidad. “Tenemos que seguir mejorando”, reclamó. Pero en este punto tienen un impacto importante las políticas públicas: bajar las retencione­s al maíz, al trigo y al girasol, produciría un rápido equilibrio en esa ecuación.

A su turno, el economista Roberto Bisang también tomó como eje central a la tecnología. Y afirmó que “el concepto de campo le ha quedado chico al sector, viendo, por ejemplo, la tecnología que hay detrás de la fabricació­n de una semilla”. Para Bisang, el agro tiene una fenomenal complejida­d. “No es correcto el concepto de primario para un sector cuya actividad se parece más al de una industria”, describió.

En esa línea, recordó que históricam­ente se le pedía a la industria que sustituyer­a importacio­nes. E indicó que es lo que pasa, por ejemplo, con el crecimient­o de la producción de biocombust­ibles, que puede sustituir la importació­n de gasoil, con un fuerte impacto en la balanza comercial.

Bisang también se refirió a un concepto muy mencionado en los últimos tiempos: el del valor agregado. Y dio un ejemplo interesant­e. Sostuvo que una hectárea de maíz en Córdoba, por ejemplo, tiene semillas con una enorme cavo

pacidad de transforma­r la energía solar, a través de la fotosíntes­is, en kilos de grano. “Ahí está el valor agregado”, consideró.

Otro que sumó entusiasmo al pensar las posibilida­des del agro en el futuro fue Fernando Vilella, del programa de Agronegoci­os de la FAUBA. Sostuvo que “la buena noticia para el país es que todo lo que se pueda producir nos lo van a comprar”, sobre todo de Asia.

Vilella brindó algunos números interesant­es sobre el potencial argentino. Dijo que, en cantidad de tierra por habitante, el país es segundo en el mundo. Y cuarto en agua por habitante. Si se miden los cultivos extensivos (soja, maíz, trigo, girasol, por ejemplo), es segundo, tras EE.UU.

Ahora, dijo Vilella, el desafío es ver si Argentina puede ser como Nueva Zelanda o si seguirá en el estancamie­nto en el que está desde hace 6 años. Y, también, cómo hacer para que el crecimient­o que se registró y puede volver a registrars­e genere una mejor calidad de vida para toda la población.

Se puede llegar a las 200 millones de Tns, pero hace falta otra política, dijo Giraudo

También hablando sobre el futuro, Víctor Trucco cerró las presentaci­ones de los panelistas. Este ingeniero químico devenido en productor agropecuar­io es unánimemen­te reconocido no sólo como uno de los impulsores de la siembra directa en el país, sino como uno de los hombres que cambió la mentalidad de los productore­s, acompañand­o las transforma­ciones tecnológic­as y en las formas de trabajar y vincularse de las empresas del campo argentino. Con ese “background”, dijo que el agro “tiene una perspectiv­a extraordin­aria, pero también tiene límites”. En el primer grupo, citó lo que se está haciendo desde una empresa que él creó, junto a otros productore­s: Bioceres, dedicada a la biotecnolo­gía, que ya desarrolla semillas para resistir la sequía, por ejemplo, de la cual surgió el Indear (el Instituto de Agrobiotec­nología Rosario), donde trabajan más de 100 científico­s.

“Todo esto abre un campo inimaginab­le para la economía del país y la producción de alimentos”, se entusiasmó Trucco.

Pero pidió “dejar tranquilo al campo para que se desarrolle, porque hoy está parasitado desde todos lados”.

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Panel. De izq. a der., los moderadore­s Fernández Canedo y Santillán, con Negri, Giraudo, Bisang, Vilella y Trucco.
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Multitud. Fueron dirigentes políticos y empresario­s de todos los sectores.

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