El combate contra las malezas es más necesario que nunca.
Los consejos de Aapresid para ganar la pelea y tener rentabilidad.
Los fuertes cambios producidos en los sistemas agropecuarios durante los últimos veinte años (incorporación masiva de cultivos resistentes a glifosato, aplicación de herbicidas basado en muy pocos principios activos, avance del monocultivo de soja y la adopción generalizada de la siembra directa, entre otros) significaron también alteraciones en las comunidades de malezas que compiten con los cultivos.
Así, se destaca como cuestión significativa la proliferación de especies gramíneas, tanto anuales como perennes, cuya interferencia puede ocasionar pérdidas significativas en la empresa agropecuaria.
De las doce especies declaradas como resistentes en Argentina, hay ocho, es decir, dos tercios del total, que pertenecen a la familia de las gramíneas. Esto coincide con lo que se observa a nivel mundial, en lo cual esta familia presenta el mayor número de casos de resistencias confirmadas, alcanzando las 75 especies.
De esas ocho especies confirmadas, hay siete que presentan resistencia a glifosato, mientras que avena fatua posee biotipos resistentes a graminicidas ACCasa. Por su parte, lolium multiflorum (raigrás anual) no solo presenta biotipos resistentes a glifosato, sino también a graminicidas ACCasa e inhibidores de la ALS, lo que representa el primer caso de resistencia múltiple en Argentina. En alerta amarillo se encuentra digitaria insularis, con sospecha de resistencia a glifosato.
Simultáneamente, al considerar la problemática de gramíneas de difícil control, se deben tener en cuenta las malezas gramíneas tolerantes a glifosato que se encuentran en expansión y también dificultan el manejo de los sistemas productivos. En este grupo encontramos especies como Pappophorum caespitosum (perenne) y otras de los géneros chloris (anuales y perennes) y trichloris (perennes).
Ante este panorama, los planteos de control con herbicidas se están basando cada vez más en aplicaciones secuenciales de graminicidas postemergentes del grupo de inhibidores de la ACCasa, tanto DIM como FOP (haloxifop, fenoxaprop, propaquizafop, quizalofop, cletodim, principalmente), como lo indica una reciente encuesta realizada por REM. Esto implica un riesgo muy alto de aparición de biotipos resistentes.
Por su parte, en donde aún no se presentan gramíneas resistentes y tolerantes a glifosato, se las sigue controlando casi exclusivamente con múltiples aplicaciones de este herbicida, lo que implica una gran presión de selección en ese sentido.
De esta forma, es decisivo aclara que para gramíneas, en total, se dispone de ocho mecanismos de acción de herbicidas, lo que per-
mite rotarlos. Para maíz se dispone de siete, para soja de siete, para girasol de cinco y para sorgo de tres. Pero contando los selectivos que pueden usarse en postemergencia del cultivo, las opciones se restringen a cuatro herbicidas para maíz, tres para soja, dos para girasol y ninguna para sorgo. Si se considera que no puede contarse el glifosato en las situaciones de gramíneas resistentes y tolerantes a este herbicida, quedan pocas herramientas con las cuales se está preciando al sistema, como es el caso de los inhibidores de ACCasa (FOP’s y DIM’s). Las mezclas de herbicidas de diferentes modos de acción, también es una práctica que disminuye las probabilidades de generar nuevas resistencias.
Es necesaria una correcta planificación, de manera de armar un programa de manejo que permita incluir varios ingredientes activos en la campaña y entre campañas, para lo cual la rotación de cultivos es fundamental y amplía el abanico de posibilidades.
Cada herbicida tiene sus características particulares en lo que respecta a espectro de malezas que controla, tamaño adecuado de las malezas, residualidad, compatibilidad con otros productos, dosis, coadyuvantes necesarios, selectividad, condiciones y calidad de aplicación, por mencionar algunas.
En lo que respecta a coadyuvantes, se deben seguir las recomendaciones de cada fabricante y, por su parte, la utilización de coadyuvantes como los metilados de soja (MSO) más organosilicona es importante para asegurar un buen control de los herbicidas utilizados. Este tipo de coadyuvantes aporta ventajas para potenciar el control de gramíneas estivales, como su poder antievaporante, alto poder de mojado y mayor superficie de cobertura sobre la maleza, mayor penetración cuticular y mejor distribución de los productos aplicados al suelo. Son aptos para todos los cultivos y acompaña aplicaciones presiembra, preemergencia y postemergencia.
Finalmente, más allá de las consideraciones hechas sobre el manejo de gramíneas con herbicidas, se debe tener muy en cuenta también la puesta en marcha de un programa de Manejo Integrado de Malezas (MIM), el cual permite integrar exitosamente tácticas reactivas y proactivas para aumentar la eficiencia de uso de los herbicidas, sustituirlos o complementarlos con métodos no químicos, y reducir la necesidad de utilizar tácticas de control reactivas a través del manejo de los agroecosistemas, de manera de potenciar los mecanismos de resistencia a invasiones y la biorregulación de la dinámica poblacional de malezas.