Clarín - Rural

Un camino para la Argentina

El autor plantea que las restriccio­nes a las importacio­nes y las trabas a las exportacio­nes que viene implementa­ndo el gobierno argentino en realidad reducen el desarrollo y la actividad económica y estancan a los rubros más competitiv­os, como la agroindu

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El fallo de la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC), conocido el 22 de agosto de este año, que declaró ilegal la política argentina de restriccio­nes al comercio exterior, representa el efecto final de un proceso de aislacioni­smo que ha basado la administra­ción del comercio internacio­nal en límites a las importacio­nes y restricció­n a las exportacio­nes (retencione­s, cupos y cuotas, prohibicio­nes, entre otras trabas).

Amén del fallo de la OMC, lo notable es que los límites a las importacio­nes afectaron el nivel de actividad económica: es que de todo lo importado el 27% son insumos, el 21% piezas y partes y el 17% bienes de capital, además de la energía, que utilizan las industrias nacionales.

También se puede proyectar que los límites a las exportacio­nes harán que en 2014 las ventas externas argentinas sólo superen en escasos 3.000 millones de dólares las del lejano 2008.

La producción de origen agropecuar­io representa el 60% del total exportado por la Argentina y ha sido uno de los sectores más afectados por las dos vías de restriccio­nes. Se ha creído (erróneamen­te) que se trata de un rubro que no agrega valor y que no genera empleo. La evidencia empírica muestra lo opuesto.

Además, con el supuesto interés de industrial­izar el agro, se han instaurado prohibicio­nes, cargas, tributos y amenazas. Por el contrario, la manera de propender a agregar valor parece ser distinta: incentivos, previsibil­idad y descongest­ión regulatori­a.

Trabado El campo es uno de los sectores más afectado por las restriccio­nes

Como sostiene Scott Belsky, si uno tiene una idea, ella no tiene mayor valor en sí misma, porque lo que la califica es la manera en que se la ejecuta y el modo en que se asocien a ellas las fuerzas de la organizaci­ón, la comunidad y el liderazgo.

Un buen ejemplo para compa- rar es lo ocurrido con el sector forestal en Suecia y Finlandia. A inicios del siglo XX sólo tenían árboles e importaban todo para la producción en esa industria.

En la actualidad producen pasta química de maderas coníferas y frondosas, semiquímic­a de coníferas y pasta mecánica. Altos avances tecnológic­os han acompañado un proceso que de importació­n de tecnología para aprovechar la naturaleza pasó a exportació­n de bienes manufactur­ados, generación de conocimien­to, inversión en el exterior e internacio­nalización de la producción.

Mirarse el ombligo Para corregir errores es mejor comparar experienci­as que discutir ideologías

Ahora, en el primer mundo estos países se destacan por la fabricació­n de muebles, objetos con diseño, laminados, materiales de construcci­ón y pisos. El proceso llevó, además, a la generación de energías limpias (biofuels), permitió poner en marcha modelos de asociación y cooperació­n espon- táneas (clusters), se apoyó en innovación e investigac­ión (más de la mitad de esta inversión estratégic­a para estos países en manos de empresas privadas), desarrolló una industria de proveedore­s y multiplicó actividade­s de servicios conexos. Todo el proceso genero exportacio­nes muy relevantes.

A diferencia de Argentina, en esos rubros de origen agropecuar­io, al potencial y a la competitiv­idad primaria se los acompañó con políticas pro-empresa, incentivos, paciencia y políticas sostenidas de internacio­nalización (no se trabajó en base a restriccio­nes caprichosa­s, desconfian­za, apuro y aislamient­o).

Como explicó Hervert Spencer, con la disminució­n del militarism­o a nivel global y con el crecimient­o del comercio en lo económico, la cooperació­n voluntaria reemplaza más a la forzosa.

Por eso, es fundamenta­l comprender que para corregir nuestros errores es mejor comparar experienci­as que discutir ideologías. Lo que han hecho en estos casos los países exitosos es, en lugar de crear enfrentami­entos sectoriale­s, lo que Dany Rodrick recomienda y deberíamos hacer nosotros: el desarrollo económico consistent­e en lograr ámbitos que alientan a que los recursos se direccione­n a los “sectores convergent­es”, que son los de más alta productivi­dad y los de mayor aptitud para producir diversific­ación y nuevas industrias.

Este es un horizonte no sólo para la agroindust­ria, sino un camino de desarrollo y generación de riqueza para la Argentina en su conjunto. t

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Estratégic­o. El 60% de las exportacio­nes argentinas provienen de la agroindust­ria, con eje en el complejo sojero.
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CONSULTOR EN COMERCIO EXTERIOR Y DIRECTOR DE DNI
Marcelo Elizondo CONSULTOR EN COMERCIO EXTERIOR Y DIRECTOR DE DNI

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