La Esperanza: reconversión de un ingenio de dos siglos
La recuperación del ingenio La Esperanza, que estaba al borde del cierre, salvó a cientos de empleos y revitalizó la economía de su zona.
El del Ingenio La Esperanza (región de San Pedro, Jujuy) es un caso paradigmático de algunos de los desafíos que enfrentan las actividades agroindustriales en el nuevo milenio y especialmente en el contexto de las economías regionales, muchas veces marginadas del proceso productivo del país.
A comienzos del 2013, la situación del ingenio era desoladora: tras muchos años de decadencia, la vieja fábrica jujeña estaba en quiebra y amenazada por el cierre y la pérdida de 2.000 puestos de trabajo con el consecuente impacto social. El Estado nacional y provincial salieron al cruce de esa crisis en 2013 y se decidió la recuperación de la fábrica con una fuerte inversión estatal y la búsqueda de capitales privados para hacerse cargo del legendario ingenio que fundaron los hermanos ingleses Leach en 1883, y que tuvo su esplendor en la primera mitad del siglo XX.
La decisión tuvo sus efectos inmediatos: se pudo hacer la zafra 2013 y la de este año; se pasó de la cosecha manual a la cosecha mecanizada integral; hubo una gran inversión para recuperar la capacidad de molienda; se renovó la maquinaria y se destinaron recursos humanos, técnicos y financieros para garantizar la continuidad del ingenio ($ 190 millones del Gobierno nacional hasta el momento); también hubo una convocatoria a inversores privados para hacerse cargo de la recuperación definitiva de la empresa y gestiones en organismos internacionales como el Banco Mundial.
Y se preservó la fuente de trabajo de los empleados.
Por supuesto que no faltaron los conflictos (especialmente por parte de los zafreros desplazados de la cosecha manual que fueron reasignados a otros trabajos) y dilemas que exigían rápidas respuestas: si durante décadas la actividad socioeconómica del departamento giró en torno del ingenio, la continuidad de esa emblemática fábrica cañera no podía hacerse sin tener en cuenta el desarrollo productivo de la región.
Con esa consigna, el gobierno provincial y el Ministerio de Agricultura firmaron un convenio que luego derivó en una propuesta más integral para reconstruir el tejido social y productivo de todo el departamento. Se trata de “El Programa de la Microrregión San Pedro y La Esperanza” y su coordinación está a cargo de la Unidad de Cambio Rural (UCAR-PROSAP), junto con el gobierno de Jujuy y otros ministerios. “La idea es recuperar no sólo el ingenio sino también desarrollar la zona, estar en contacto con la sociedad y con la gente que demandan trabajo”, dice Jorge Neme, responsable de UCAR.
En esa dirección, la UCAR creó cadenas productivas que involucran a las mismas familias que se vincularon con la actividad del ingenio. Se fundaron dos cooperativas cañeras conformadas por ex trabajadores y una cooperativa de construcción integrada por ex zafreros manuales; y se están instrumentando oportunidades de empleo, políticas para que la gente tenga viviendas dignas, cloacas y electricidad, acceso a la salud e incluso internet. También se lanzó un concurso para “Jóvenes Emprendedores Rurales” en el que se inscribieron 485 proyectos que involucran a 1.055 jóvenes de la zona.
Carlos Farfán es uno de los trabajadores reconvertidos, dirige una cooperativa integrada por ex zafreros que obtuvo con un crédito a largo plazo dos máquinas cosechadoras con las que presta servicios para el mismo ingenio y otros productores de la zona. “Estuve 17 años como zafrero y 12 años como dirigente sindical en el ingenio - dice Farfán-. Y me di cuenta de que el viejo modelo de la fábrica no iba más. Llevamos décadas de malas administraciones. Esta es una oportunidad para reactivarla”.
El comité de gestión creado para la recuperación de la fábrica logró avances largamente postergados: convenios colectivos de trabajo, instrumentación de la jubilación anticipada, legalización de la tarea de los zafreros en negro. En el orden internacional, gestionó inversiones de organismos de créditos multilaterales como el Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento (CAF), entre otros.
Con una consigna clara (“Recuperamos un ingenio. Ahora hay que desarrollar una región”) el proceso iniciado en La Esperanza parece irreversible y marca un camino para las economías regionales.