Comunicar es la tarea
Los últimos 10 años fueron tremendamente exitourbano, sos para la soja, a pesar de todo. Se estima que ligadas a la cadena de la soja hay alrededor de 277.000 personas. Son 277.000 voceros potenciales de este éxito colectivo. Propulsada en una demanda de países emergentes y sostenida por innovaciones en el entorno institucional, organizacional y tecnológico, el área agrícola argentina se expandió en casi 10 millones de hectáreas y el 84% de esa expansión fue la soja. Contrariamente al mito la expansión fue en la zonas agrícolas tradicionales, como Buenos Aires y Córdoba (75% del incremento), mientras que todo el norte argentino fue solo un 16%. La incorporación de tecnología fue intensa. Desde la creación de la CONABIA y el INASE en los 90, hasta 2002, se habían inscripto solo 317 variedades de germoplasma y solo un evento tecnológico: la RR. Desde 2002 a esta parte se registraron 417 de variedades (un 45% más) y 4 eventos transgénicos que avanzan en la batalla sobre malezas e insectos y la preservación del medio ambiente. A esto se suma la inversión en fertilizantes, que duplicó el índice de reposición de fosfatados, principal nutriente que demanda la soja: alcanzó el 60%-70%. Pero no todo fue hardware; también hubo mucho software. Asociaciones técnicas como AACREA y AAPRESID incrementaron sus socios y sus congresos son parada obligada. Expoagro creció hasta convertirse en una institución. Muchas compañías profesionalizaron sus cuadros, dando lugar al nacimiento de Maestrías en Agronegocios. Además, se sumaron “nuevas” forma de “hacer” agricultura por contratos. Estas mejoras de hard y soft hicieron que el rinde nacional medio creciera un 0,7% cada año desde 1990. En provincias como Santa Fe lo hizo al 1,4% anual. Pero no solo en la producción agrícola se invirtió. Los silobolsa (que se exportan a todo el mundo) permitieron más que duplicar la capacidad de almacenaje y cambiar la relación entre comprador y vendedor. El complejo logístico se armó de camiones para una cosecha gruesa que suele superar las 70 millones de toneladas y la capacidad instalada de molienda sumó en 10 años 30 millones de toneladas (casi se duplicó). Sin embargo, el desafío para el sistema de agronegocios de la aoja es monumental. No se invirtió en red vial, menos del 10% de las rutas nacionales que surcan la provincia de Buenos Aires están en doble calzada, un pecado que espanta a una cadena que aportó en estos 10 años 45.000 millones de dólares a las arcas fiscales. Por otra parte, los accesos a puertos están colapsados y los altos costos de fletes para distancias largas han desconectado al NOA de los puertos. La aparición de malezas resistentes al glifosato y los bajos índices de reposición de nutrientes amenazan una rentabilidad ya comprometida. Por eso, es clave remarcar que la reciente baja de precios sería absorbible si no hubiera retenciones de un 35% y retrasos en la devolución del IVA crédito. La sociedad en su conjunto debe ser parte del éxito del sistema de agronegocios de la soja de los próximos 10 años. Si el sector se aísla corre el peligro de generar temor en la población y por lo tanto motivar políticas públicas que le resten dinamismo, en vez de apoyo para alcanzar su potencial. Como dice la canción, comunicar es la tarea.