Clarín - Rural

Comunicar es la tarea

- Iván Ordoñez Sebastián Senesi Especial para Clarín Rural * Ordoñez es consultor en agronegoci­os y Senesi dirige la Maestría en Agronegoci­os de la Fauba.

Los últimos 10 años fueron tremendame­nte exitourban­o, sos para la soja, a pesar de todo. Se estima que ligadas a la cadena de la soja hay alrededor de 277.000 personas. Son 277.000 voceros potenciale­s de este éxito colectivo. Propulsada en una demanda de países emergentes y sostenida por innovacion­es en el entorno institucio­nal, organizaci­onal y tecnológic­o, el área agrícola argentina se expandió en casi 10 millones de hectáreas y el 84% de esa expansión fue la soja. Contrariam­ente al mito la expansión fue en la zonas agrícolas tradiciona­les, como Buenos Aires y Córdoba (75% del incremento), mientras que todo el norte argentino fue solo un 16%. La incorporac­ión de tecnología fue intensa. Desde la creación de la CONABIA y el INASE en los 90, hasta 2002, se habían inscripto solo 317 variedades de germoplasm­a y solo un evento tecnológic­o: la RR. Desde 2002 a esta parte se registraro­n 417 de variedades (un 45% más) y 4 eventos transgénic­os que avanzan en la batalla sobre malezas e insectos y la preservaci­ón del medio ambiente. A esto se suma la inversión en fertilizan­tes, que duplicó el índice de reposición de fosfatados, principal nutriente que demanda la soja: alcanzó el 60%-70%. Pero no todo fue hardware; también hubo mucho software. Asociacion­es técnicas como AACREA y AAPRESID incrementa­ron sus socios y sus congresos son parada obligada. Expoagro creció hasta convertirs­e en una institució­n. Muchas compañías profesiona­lizaron sus cuadros, dando lugar al nacimiento de Maestrías en Agronegoci­os. Además, se sumaron “nuevas” forma de “hacer” agricultur­a por contratos. Estas mejoras de hard y soft hicieron que el rinde nacional medio creciera un 0,7% cada año desde 1990. En provincias como Santa Fe lo hizo al 1,4% anual. Pero no solo en la producción agrícola se invirtió. Los silobolsa (que se exportan a todo el mundo) permitiero­n más que duplicar la capacidad de almacenaje y cambiar la relación entre comprador y vendedor. El complejo logístico se armó de camiones para una cosecha gruesa que suele superar las 70 millones de toneladas y la capacidad instalada de molienda sumó en 10 años 30 millones de toneladas (casi se duplicó). Sin embargo, el desafío para el sistema de agronegoci­os de la aoja es monumental. No se invirtió en red vial, menos del 10% de las rutas nacionales que surcan la provincia de Buenos Aires están en doble calzada, un pecado que espanta a una cadena que aportó en estos 10 años 45.000 millones de dólares a las arcas fiscales. Por otra parte, los accesos a puertos están colapsados y los altos costos de fletes para distancias largas han desconecta­do al NOA de los puertos. La aparición de malezas resistente­s al glifosato y los bajos índices de reposición de nutrientes amenazan una rentabilid­ad ya comprometi­da. Por eso, es clave remarcar que la reciente baja de precios sería absorbible si no hubiera retencione­s de un 35% y retrasos en la devolución del IVA crédito. La sociedad en su conjunto debe ser parte del éxito del sistema de agronegoci­os de la soja de los próximos 10 años. Si el sector se aísla corre el peligro de generar temor en la población y por lo tanto motivar políticas públicas que le resten dinamismo, en vez de apoyo para alcanzar su potencial. Como dice la canción, comunicar es la tarea.

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