La gestión empresaria marca diferencia y agrega valor
ManAgro, una firma competitiva que siembra en campo alquilado.
Hay diversas razones por las cuales el paradigma de negocio de sembrar en campos arrendados perdió atractivo en los últimos años.
En ese contexto, la empresa ManAgro entendió que, para sostenerse con ese esquema y crecer, había que transformarse. Buscando ese camino, la gimnasia de la mejora continua fue fundamental. Esa, quizás, sea la idea que está detrás de cada una de las decisiones que se toman en su seno para lograr la tan deseada sustentabilidad, en el más amplio sentido de la palabra.
ManAgro es un grupo de siembra que nació en Pergamino y que trabaja exclusivamente en campos arrendados y con capital de terceros. Como parte de ese esquema, “nos profesionalizamos en todos nuestros procesos para ser muy competitivos”, explica Diego Sánchez Granel, socio y gerente general de la firma, a Clarín Rural, mientras camina un lote de trigo de uno de los campos que arriendan, en la localidad de Duggan, al noroeste de Buenos Aires.
El asociativismo es central para poder sembrar hoy 50.000 hectáreas
Sánchez Granel explica cuál es la matriz que les permitió crecer, a pesar de todo, en los últimos años: “La empresa, básicamente, gestiona inversores; busca negocios, no campos. También aportamos capital propio, pero somos un inversor más del total de 50 que tenemos”.
El empresario trabaja en la firma desde la campaña 2006/07 y fue convocado por Rafael Aliaga, presidente y socio mayoritario. Desde esa campaña, Sánchez Granel fue testigo del cambio más importante que decidió hacer Aliaga en la empresa.
En aquel año, “Aliaga decidió dejar atrás la administración unipersonal y el manejo artesanal de la firma y convertirla decididamente en una empresa agropecuaria, con lo cual se empezaron a incorporar otro tipo de procesos”, recuerda el técnico. Por ese entonces la firma atravesaba su cuarto ciclo y se implantaban unas 30.000 hectáreas.
Sánchez Granel explica que ManAgro tuvo históricamente ciclos de producción marcados por una fase de expansión en la cantidad de hectáreas trabajadas y luego una fase de consolidación de esa superficie. Hasta la 2004/05 se trabajaron 8.000 hectáreas, luego hasta el 2009/10 pegaron otro salto, progresivamente, hasta a 30.000 hectáreas. Y, después de ese año inolvidable, que combinó una sequía extrema con altos costos de producción y bajos precios de los granos, arrancó la fase de crecimiento que los llevó a las 50.000 hectáreas que trabajan en la actualidad.
A diferencia de otras asociaciones de siembra, más locales, ésta está distribuida de norte a sur y de este a oeste del país, trabajando en siete zonas agroecológicas, un aspecto que Sánchez Granel cita como una de las fortalezas que vienen haciendo a la competitividad.
“En el centro-norte de Buenos Aires está la administración central y después hay otras tres administraciones satélites: el NEA, oeste y sudeste de Buenos Aires. Nosotros entendemos que la multilocalía es un aspecto importante y, así, en cada zona trabajamos con un staff de campo y personal de oficina. Hoy, con la fuerte presión administrativa que hay, es decisivo estar al día”, explica Sánchez Granel. El empresario reconoce que con esa estrategia se incrementan los costos de estructura. “Pero lo preferimos porque nos mantiene competitivos”, señala.
Otra de las fortalezas que cita a la hora de pensar por qué siguen siendo sustentables como “pool” de siembra, es el asociativismo y la eficiencia en el manejo. “Priorizamos la muy buena relación que tenemos con los dueños de campos y los proveedores de insumos, que también participan como socios en algunos negocios, además de los inversores. La confianza es clave y nos la ganamos a partir de la eficiencia que buscamos en todos los procesos, porque si te equivocas, la escala no te perdona”, advierte.
Sánchez Granel sostiene que, en el negocio de arrendar campos, hay un cambio interesante. Dice que, a diferencia de lo que pasaba en otros tiempos, “hoy los dueños de los campos nos eligen, porque ya no quieren un inquilino que le pague un quintal más, sino alguien que le cuide su campo, que cumpla y que tenga un manejo serio”.
A pesar del crecimiento en super-
ficie que ha venido registrando, que les permite obtener entre 220.000 y 240.000 toneladas de granos, Sánchez Granel no considera, por el momento, el aumento de escala como estrategia de crecimiento a futuro. “Ahora, el desafío pasa por la diversificación e incorporación de nuevos negocios”, dice.
Uno que están desarrollando tiene que ver con un campo que compraron en 2007/08 en Carmen de Patagones, en el sur de la provincia de Buenos Aires. “Allí, en el valle inferior del Río Negro, apostamos a producir 2.000 hectáreas de maíz, bajo riego”, explica.
También cuenta que quieren integrarse en la comercialización con un exportador, para vender en el exterior granos con valor agregado. Por otra parte están pensando en proyectos de bioenergía o en el agregado de valor a través de la producción de carne bovina, porcina o aviar. “Son todas posibilidades para el mediano plazo, con las que queremos balancear más un negocio que hoy se basa en un 90% en la siembra”, indica.
Aunque los objetivos son claros y hay una manejo profesional, los de ManAgro no están exentos de los problemas técnicos que sufre la producción campaña tras campaña. Por ejemplo, Sánchez Granel cita el caso del maíz.
Dice que se está hablando con los dueños de los campos que quieren mantenerlo, para decidir entre las partes cómo hacerlo, ya que el costo/beneficio es negativo en casi todas las zonas. “Con esta idea, el grueso de la superficie de maíz está bajo aparcería”, señala.
Como empresa diversificada en distintas áreas geográficas, resalta que debido al impacto de la presión tributaria en determinadas zonas, por ejemplo el norte argentino, debieron achicarse allí y concentrase más, por ejemplo, en el oeste de Buenos Aires. Esta estrategia, además, tiene un propósito técnico: “En el NEA, la presión de problemas como las malezas difíciles o las plagas nos obligan a buscar otras zonas y el oeste bonaerense fue de ellas en esta campaña. Además, este año tiene excelentes condiciones de humedad”, explicó.
En definitiva, con un análisis permanente, objetivos claros, elección ajustadas de soluciones y luego evaluación de resultados, este grupo de siembra logra crecer en una época en la que muchos se achicaron. Esa flexibilidad y los resultados, los acercan al objetivo: ser una empresa sustentable.