El desafío de hacer una agricultura más precisa
Son clave los datos que brindan las tecnologías.
“¡Estas en las nubes!”, dice alguien cuando demanda concentración. Hasta ahora andar por las nubes fue sinónimo de distracción y falta de atención. Hoy colgarse de “la nube” significa estar hiperconectado, enviando y recibiendo datos a servidores de internet que reenvían los datos en múltiples direcciones.
Seguimiento de máquinas en el lote, corrección de dosis en tiempo real y a distancia desde un teléfono o tableta, activación de un equipo de riego y cambio de la ración en granjas, tambos o feedlots, éstas son algunas de las ofertas que se abren para la actividad agropecuaria a partir de la triangulación campo-nube-operador.
En muchos casos, lo que hasta hace pocos años era ciencia-ficción hoy es realidad constante y sonante. Durante las últimas dos décadas se ha avanzado mucho en el desarrollo de dispositivos o herramientas que permiten obtener con precisión datos de todo tipo. Desde un monitor de rendimiento hasta un piloto automático o la medición de la cantidad de semillas que se siembran por metro. Ahora bien, el desafío es decodificar esos datos que pululan en la nube y vestirlos para la ocasión, es decir, convertirlos en información para la acción.
“Quienes venimos acompañando el desarrollo de la agricultura de precisión (AP) desde hace tiempo debemos reconocer que hemos cometido el error de haber promovido la generación de mucha megadata recogida con actuadores pero hemos desarrollado poco software para traducir eso en una información concreta”, apuntó el director de Agricultura de Precisión del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria (INIA) de Chile, Stanley Best.
El especialista trasandino participa desde hace unos años del Curso de Agricultura de Precisión que se realiza en Manfredi, Córdoba, junto a referentes de Argentina y el mundo. Durante la charla con
Clarín Rural y en su exposición, Best repitió varias veces que hay que brindar al productor una información sencilla y digerida. “Vamos a fracasar si le ofrecemos al usuario un jeroglífico que tiene que interpretar para tomar una decisión, tenemos que hacer una decodificación previa y darle algo visual y de interpretación simple”.
La conectividad es lo que permite establecer una comunicación de ida y vuelta con esa nube de datos. Las empresas de comunicaciones han detectado esta necesidad y por esto se están peleando por entrar al sector agropecuario.
Otros jugadores importantes son los proveedores de insumos, tanto de maquinaria como de semillas o fitosanitarios, que buscan administrar los datos recolectados por miles de productores, cruzarlos con perspectivas climáticas y ensayos y le devuelven al productor una prescripción que puede incluir –entre otras cosas- fechas de siembra, híbrido o variedad que debería sembrar por zona y claves de manejo en la aplicación de los productos defensivos.
“A partir del seguimiento remoto las empresas pueden saber qué están haciendo los productores con sus máquinas e insumos”, dijo el belga Josse de Baerdemaeker, de la Universidad Católica de Leuven (Bélgica). Y agregó: “A la nube se puede acceder desde un teléfono, una tableta o el ordenador en el tractor, a su vez, los implementos pueden recibir prescripciones desde las otras plataformas”. Para De Baerdemaeker, uno de los debates es saber quién va a gestionar esos datos que se generan, de quien van a ser, si del productor o de las empresas.
También vinculado al uso que se hace de las nuevas tecnologías, una encuesta realizada por el INTA con 500 casos refleja que desde mediados de la década del 2000, se mantiene una aceleración de la tasa de ventas de agrocomponentes para agricultura de precisión. “Sin embargo, cuando a esos usuarios les preguntamos qué están haciendo desde el punto de vista agronómico con esos datos recogidos nos encontramos con que se le da muy poco uso”, indicó Ricardo Melchiori, investigador del INTA Paraná.
Para mensurar la aceleración que ha tenido el desarrollo de nuevos implementos, el coordinador Nacional del Proyecto de Agricultura de Precisión del INTA, Andrés Méndez, contó que “no sólo hay que mirar a Estados Unidos, sino también seguir lo que pasa en Europa, China y Japón”.
Méndez pondera el gran potencial en los software, la robotización y los modelos de simulación cada vez más precisos. “No son nuevos pero permiten predecir con certeza hasta un 80%, pero si como se espera, se puede medir el agua útil almacenada hasta los dos metros y sumamos la radiación solar podría lograrse una predicción que supere el 90%”, vaticinó.
Para Méndez, la nube de datos, también puede servir para cuantificar un seguro, revisando el historial de rindes, para sumar eficiencia y profesionalismo en la comercialización y para defenderse en el caso de que a un productor quieran cobrarle una renta presunta excesiva.
Finalmente, para el coordinador del Proyecto de Agricultura de Precisión y el de Postcosecha del INTA, Mario Bragachini, la agricultura de precisión se va a potenciar con la llegada de los nativos digitales, son los que nacieron en la era de la computación e internet, porque para ellos son habituales, cosas que para nosotros, que venimos de otra época, son ajenas”. t
Los rindes se podrán predecir en un 80%, con los modelos de simulación