Trazados, desde el lote hasta el molino
Por definición, la trazabilidad es la posibilidad de seguir el rastro de un alimento a través de todas sus etapas: producción, transformación y distribución. Desde 2003, la empresa de la familia Torresi recoge a través de sus cosechadoras, tractores y pulverizadoras muchos datos de la producción de cultivos, que detallan cómo los hacen. Así fue como, en colaboración con el INTA, lograron trazar la harina que producen en su nuevo molino. “Los consumidores son más exigentes y requieren que la calidad del producto que van a consumir esté garantizada y hacia eso vamos”, apuntó Gustavo Torresi. La información se puede obtener de la lectura de un código QR que está en las bolsas de 5, 10, 25 y 50 kilos. Hoy, la mayoría de los smartphones tienen la aplicación para hacer estas lecturas. En el proceso de trazabilidad se diferencian atributos de contenido (valores nutricionales, sal, colesterol, azúcar, libre de TACC, kosher, etc.) y atributos de procesos (forma de uso, origen, libre de OGM y la industrialización). “Para ello había que documentar lo que se hace en el campo (barbecho, siembra, fertilización, agroquímicos, cosecha), pero también el transporte y el almacenamiento previo a la industrialización en el molino. Las mediciones y dispositivos de agricultura de precisión mucho tienen que ver con esto. El referente en ésta área del INTA Manfredi, Andrés Méndez, anticipó que “el futuro de la producción de alimentos va de la mano de la trazabilidad que permita agregarle valor a un producto y lo habilita a acceder a mercados especializados”.