La patrulla del lote
Técnicos y empresas que cubren 8 provincias y 10 millones de hectáreas crearon una asociación para la protección profesional de los cultivos. En la mira está un negocio cada vez más complejo, por enfermedades, plagas y malezas, pero con mayor tecnología.
Coordenadas: un lote en el norte bonaerense. Situación: un productor recorre su campo y advierte una plaga que no reconoce con exactitud. Saca su teléfono, toma una fotografía y la envía a su asesor con el dato georreferenciado de la ubicación de la plaga y algunas características. Mientras espera la respuesta, sube a su camioneta, y va a otro lote. Es una soja pequeña con manchones de malezas que aún no ha podido controlar. Tiene sus sospechas respecto del nombre de la “mala hierba”, pero saca una foto y la sube a una aplicación de reconocimiento de malezas que le dirá qué hacer, cómo y cuándo.
Las nuevas tecnologías que han revolucionado la producción de semillas y otros insumos, al igual que las maquinarias, también están cambiando la manera en la que se reconocen plagas, enfermedades y malezas. Fotos y datos viajan del lote a una computadora o una base de datos y socializan la información en redes en busca de soluciones “just in time”. Sin embargo, una de las enseñanzas que dejaró casi dos décadas de uso de glifosato fue que no hay que dejar de ir al lote. Los asesores y productores de la vieja escuela (los que tienen más de 40) lo saben y advirtieron: ¡Hay que volver al campo!
Con esta idea como bandera, pero también el objetivo de incentivar programas de protección profesional de cultivos de manera sustentable, promover la investigación y el desarrollo de buenas prácticas y trabajar en red, un grupo de aseso- res de diferentes zonas productivas crearon la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE).
Clarín Rural juntó en Pergamino a tres directivos de la flamante asociación (que cubre 8 provincias y 10 millones de hectáreas, desde el NOA hasta Buenos Aires) y repasó los principales objetivos que promoverán las (por ahora) doce empresas que conforman la AAPPCE. “El principal desafío que tenemos por delante es trabajar en red para dar con las prácticas más adecuadas que conduzcan la actividad hacia un marco de mayor sustentabilidad”, anticipó el asesor de Cume SRL y presidente de la entidad, Ramiro Oviedo Bustos. Su zona de influencia es el sudeste de Córdoba. Al tope de sus preocupaciones está la falta de rotaciones. “Es verdad que en muchos casos apremia la situación económica, pero es un sistema no sustentable en el tiempo, que favorece el aumento de costos en los controles y el aumento de las resistencias; por eso vamos a trabajar para promover más diversificación”, anticipó.
Para Santiago Barberis, de Lares SRL (vicepresidente 1° de la entidad), hoy la preocupación más importante son las malezas. “La resistencia a glifosato nos obligó a pensar en otros herbicidas, que quizás tienen menos poder de acción y por eso hay que atacar antes, con plantas más pequeñas”, explicó. También pesan fuerte la calidad y el momento de aplicación.
En una misma línea de pensamiento, Juan Dall’Orso, de AgroConsultor (vicepresidente 2° de AAPPCE), con base en el centrosur de Santa Fe, advirtió: “Hay que darse cuenta de que la agricultura cambió. Antes pensábamos sólo en cuántos quintales, y ahora tenemos que pensar en el cuánto y en el cómo, buscando tecnologías que ocasionen el menor impacto ambiental y rotándolas para mantener su poder de acción”.
Las buenas prácticas para mantener a resguardo las tecnologías son fundamentales. Así lo ejemplificó Barberis: “El control de spodóptera nos permitió hacer maíces tardíos, pero en este momento hay algunos eventos que lo están perdiendo porque no hicimos refugios”. Y agregó: “Si seguimos así, vamos a destruir también los nuevos eventos de soja”.
El concepto de red es fundamental en el espíritu de la asociación