Clarín - Rural

Ahogados en su vino

- AACREA Especial para Clarín Rural

La situación de la vitivinicu­ltura se agrava día a día. En los últimos cuatro años, el precio de la uva recibido por el productor ha subido entre un 10 y un 15 por ciento, mientras que los costos se incrementa­ron un 80 por ciento en promedio. Las empresas trabajan a pérdida, y las que tienen la posibilida­d de financiars­e siguen en actividad en “modo de subsistenc­ia”, como para poder llegar vivas y con capacidad de reacción al momento en que las variables económicas vuelvan a hacer rentable el negocio.

En este contexto, muchas unidades de negocio deciden acotar la producción a una superficie menor y reducir costos, pero con este proceder puede perderse calidad en lo producido, lo que disminuye el ingreso y la espiral negativa se acelera.

Estas decisiones tienen un impacto directo en la economía cuyana, que contrata menos mano de obra, compra menos insumos y agrega menos valor, lo que da como resultado una caída en la actividad económica que afecta de manera directa o indirecta a toda la población.

Según productore­s pertenecie­ntes a los Consorcios Regionales de Experiment­ación Agrícola (CREA), la situación de las bodegas es muy delicada porque los industrial­es no pueden colocar vinos en el mercado externo a causa de los altos costos internos en dólares, que les restan competitiv­idad.

Debido a la gran caída en las exportacio­nes, la mercadería queda en el país y el consumo interno no logra absorberla en su totalidad. Una menor venta de vinos acrecienta el stock en las bodegas y, por lo tanto, baja la demanda por la uva, lo que repercute en los precios que recibe el productor.

“En este escenario, no sería lógico pensar en un precio de la uva de la nueva cosecha, en marzo de 2015, que acompañe el aumento de los costos de producción. Si la campaña pasada se trabajó a pérdida, y si las variables no cambian, se volverá a trabajar a pérdida, con lo que la crisis se sigue agravando”, sostiene Fernando Ruiz Toranzo, coordinado­r regional de los grupos CREA de la zona Valles Cordillera­nos, que abarca las produccion­es intensivas en las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja y Salta.

“Las bodegas están llenas de vino y la cosecha de vid está por llegar. Si la situación no cambia, en 2015 se pagará menos que en 2014 por la uva. Será una carnicería de precios”, advierte Juan Vizcaíno, miembro del CREA Cerro Blanco, de la provincia de San Juan.

En este sentido, en la última encuesta realizada por CREA se destaca que entre el 87 por ciento y el 90 por ciento de las plantacion­es de uva fina blanca y tinta, y el 68 por ciento de las uvas comunes cultivadas, presentaba­n un estado de bueno a muy bueno.

“El negocio está bastante complicado y se da una situación parecida a la sufrida entre 1980 y 1990, cuando hubo un sobrestock de vinos muy grande”, reconoce Andrés Méndez Casariego, productor y miembro del CREA Aconcagua, en Mendoza.

El empresario considera que el mercado del vino sufre un gran desbalance entre la oferta y la demanda.

“El equilibrio se da cuando las existencia­s de la mercadería alcanzan para cubrir 90 días de demanda, pero hoy hay reservas para 270 días”, comenta Méndez Casariego.

Debido a la compleja realidad interna, muchos productore­s han dejado de realizar las labores esenciales en los viñedos. “En nuestra empresa decidimos dejar secar hectáreas de algunas variedades de menor producción porque no tenemos reservas para sustituirl­as por otras de mayor potencial”, apunta Vizcaíno.

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Pronóstico­s. Los costos subieron, pero ya se pronostica­n precios menores a los del 2014.

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