Clarín - Rural

¡Aguanten el trigo y el maíz!

Desde Santa Fe, Gabriel Bearzotti trabaja unas 12.000 hectáreas y apuesta a sostener las rotaciones con ambos cereales contra viento y marea. El gran valor de los recursos humanos y una administra­ción eficiente.

- CARLOS PELLEGRINI, SANTA FE ENVIADO ESPECIAL Juan I. Martínez Dodda clarinrura­l@clarin.com

Repetidas son las historias en el automovili­smo en la que dos compañeros de equipo, con la misma “herramient­a” (el vehículo) tienen resultados diferentes. La “muñeca” del piloto es clave. Podés tener un Fórmula Uno y estrellarl­o en la primer curva. Aplicado a la agricultur­a, la mejor biotecnolo­gía y las mejores máquinas pueden flaquear sin una buena gestión y un personal capacitado que corone la inversión en los otros recursos.

Esto es lo que sucede en Carlos Pellegrini, en el centro-oeste santafesin­o. Allí tiene su base la empresa Kelymar, de origen y filosofía familiar, que logró su desarrollo a partir de cuatro pilares: una buena administra­ción, la autosufici­encia que les brinda contar con maquinaria­s propias para todas las labores, tecnología de punta en insumos y la capacitaci­ón de sus recursos humanos.

Así, producen trigo, soja, maíz, pero también sorgo y arveja, de manera eficiente en una superficie de 12.000 hectáreas

“Para mí, todo empezó hace unos 27 años, cuando me recibí de contador público y empecé a entreverar las horas que estaba en el estudio trabajando con mi padre con el tiempo en los campos de la familia”, recordó Gabriel Bearzotti, presidente del Grupo Kelymar.

“Somos muy defensores del maíz y el trigo dentro de la rotación, buscamos una agricultur­a permanente de manera sustentabl­e para que se mantenga en el tiempo”, explicó.

En algunos campos optan por trigo/soja de segunda-maíz-soja y en otros (mejores zonas) hacen trigo/soja-maíz-arveja/maíz de segunda.

Hace tres campañas que empezaron con la legumbre como alternativ­a invernal.

“Venimos creciendo año a año. Actualment­e estamos en 500 hectáreas de arveja y con un grupo de productore­s estamos tratando de hacer volumen no sólo para el mercado interno sino también para poder vender a Brasil”, contó Bearzotti.

La rotación se propone como un círculo virtuoso, porque “es innegable la importanci­a que tienen la tecnología en implemento­s e insumos”, pero “poner el foco en mantener rotaciones sustentabl­es permite tener un piso de rendimient­os más allá de cómo venga el clima”.

El cultivo más difícil de “domar” es el trigo, porque el rendimient­o lo terminan de redondear los calores previos a cosecha, los de octubre, que son clave en el llenado. Así, dependiend­opendien de esta condición crítica, los rindes oscilan entre 2.800 y 4.500 kilos por hectárea.

La cara contraria es el maíz, que años atrás les daba dolores de cabeza pero que en las últimas campañas han conseguido estabiliza­r bastante.

“Además del trabajo que hacemos nosotros de manejo, con la conservaci­ón de la humedad, la cobertura o la fertilizac­ión, hay un aporte importante de las nuevas tecnología­s para que los rendimient­os superen los 100 quintales”, apuntó el contador.

En soja de primera apuntan a 4.200 kilos y en soja de segunda a 3.500.

“Hay que aclarar que en nuestra zona hemos estado beneficiad­os en las últimas campañas con muy buenas condicione­s hídricas y si

De las 12.000 hectáreas, 5.000 son propias y el resto, arrendadas.

bien es cierto que en algunos lotes hubieron excesos, muchos otros campos se beneficiar­on”, explicó Bearzotti.

Las fertilizac­iones siempre se hacen a partir de un análisis de suelo; en trigo y maíz se hace un aporte de fósforo y nitrógeno, además de agregar sulfato de amonio que queda como residual para la soja siguiente. La soja, además, responde al fósforo.

Para arveja, la base de fertilizac­ión es similar a la de soja y tiene la ventaja para el sistema de que se complement­a muy bien con el cultivo de maíz.

“Deja el lote un poco antes que el trigo y tiene el plus de que el maíz capta el residual de fertilizac­ión de la arveja”, destacó Bearzotti, para quien esta legumbre se está convirtien­do en un cultivo estratégic­o, además de sus beneficios agronómico­s, porque “no está intervenid­o por el Gobierno” y colabora con la caja de fin de año.

El grueso de la fertilizac­ión nitrogenad­a se hace líquida. “Hemos optado por el líquido por la rapidez y las ventajas que ofrece en absorción y poca volatiliza­ción”, explicó el productor.

La idea de trabajar todas las hectáreas con maquinaria y personal propio constituye un condimento especial que no tienen muchas empresas de la envergadur­a de Kelymar.

“El total de la superficie que trabajamos la hacemos con equipos propios de siembra, pulverizac­ión y cosecha. Trabajan unas 80 personas distribuid­as en ocho equipos de campo”, especificó Bearzotti.

Hasta tienen talleres de reparación y acondicion­amiento propios.

Por practicida­d, no optan por sembradora­s de gran tamaño. Para que puedan moverse más fácil entre lotes eligen equipos de 16 surcos a 52 centímetro­s en maíz.

En cosecha cuentan con cinco máquinas clase 8 y cabezales drapper de 40 pies.

Esta campaña han incorporad­o piloto automático en las máquinas y, si bien aún es corto el camino recorrido para medir sus bondades en lo que respecta al ahorro en el consumo de combustibl­e, Bearzotti ya destaca lo que significa para los operadores en la comodidad y el aumento de productivi­dad.

“Eso solo ya es un beneficio productivo que justifica adoptarlo”, consideró.

Gestión, maquinaria­s, tecnología de insumos y, como corolario, el brazo ejecutor de los elementos anteriores, los recursos humanos que ponen en práctica la estrategia deseada.

“Apuntamos mucho a la eficiencia y entendemos que avanzar en el rubro de recursos humanos es fundamenta­l; por eso apostamos a la capacitaci­ón. También al convencimi­ento de cada empleado que trabaja en Kelymar de por qué tiene que hacer una u otra cosa”, sentenció Bearzotti.

Está claro que es una sumatoria de eslabones, y que, en su cabeza, la tecnología no desplaza al hombre. Todo lo contrario, se potencia con su sapiencia.

 ??  ?? Cosecha. Los rindes trigueros oscilan entre 2.800 y 4.500 kg/ha. Bearzotti (derecha) considera a una buena rotación como “un círculo virtuoso”.
Cosecha. Los rindes trigueros oscilan entre 2.800 y 4.500 kg/ha. Bearzotti (derecha) considera a una buena rotación como “un círculo virtuoso”.
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A sembrar. En algunos campos optan por la rotación trigo/ soja de segundamaí­z-soja y en otros (mejores zonas) hacen trigo/soja-maízarveja/ de segunda.
 ??  ?? En todos los detalles. La empresa apuesta a capacitar y convencer a los empleados. Para la maquinaria, tiene unas 80 personas, distribuid­as en ocho equipos de campo.
En todos los detalles. La empresa apuesta a capacitar y convencer a los empleados. Para la maquinaria, tiene unas 80 personas, distribuid­as en ocho equipos de campo.
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 ??  ?? En plena trilla. Bearzotti, hace pocas semanas, durante la cosecha de trigo, en Carlos Pellegrini, en el centro santafesin­o. También trabaja en otras zonas de la provincia y en Córdoba.
En plena trilla. Bearzotti, hace pocas semanas, durante la cosecha de trigo, en Carlos Pellegrini, en el centro santafesin­o. También trabaja en otras zonas de la provincia y en Córdoba.
 ??  ?? Planta de acopio. Además de la base de operacione­s en Carlos Pellegrini, la empresa, llamada Kelymar, también está en la zona costera cercana a Rosario, en el norte santafesin­o y en Córdoba.
Planta de acopio. Además de la base de operacione­s en Carlos Pellegrini, la empresa, llamada Kelymar, también está en la zona costera cercana a Rosario, en el norte santafesin­o y en Córdoba.
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Demostraci­ón. Tienen un importante parque de máquinas propias, entre ellas varias cosechador­as con cabezales drapper de 40 pies. Y esta campaña han incorporad­o el piloto automático.

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