Clarín - Rural

¿La carne y la leche pueden esperar?

- Sergio Persoglia spersoglia@clarin.com

Picando las ventas. La difícil situación que atraviesa el negocio agrícola en la Argentina casi no excluye rubros. Y también le pega a la maquinaria, por múltiples factores. Uno de los que ha inf luido fuerte en los últimos años es el de las restriccio­nes a las importacio­nes. Hay máquinas que, por su calidad, tecnología e inversión que requieren, es casi imposible producir en la Argentina, como las picadoras de forraje de primer nivel mundial que revolucion­aron la producción de carne y leche en las últimas dos décadas. La líder absoluta del segmento es la alemana Claas, que viene padeciendo las restriccio­nes. Para muestra, basta un botón. El año pasado sólo pudieron vender un tercio de las máquinas que colocaron en el 2011, último año “normal”. En ambos, la marca copó cerca del 80% del mercado. Pero, por las trabas a las importacio­nes, hubo muchas menos máquinas para vender. Para el 2015, los de Claas esperan una mejora, y estiman colocar en el país al menos cerca de la mitad de las máquinas que vendían antes de las restriccio­nes.

Una líder, a media máquina. Los problemas del sector fierrero impactan en las fábricas de maquinaria y en sus proveedore­s. Un ejemplo de ello es la reconocida empresa Musian Canciani, con 50 años de trayectori­a y que abastece con sus llantas a casi todas las empresas importante­s de maquinaria agrícola radicadas en Argentina y en Brasil. Hasta el 2013, la compañía venía produciend­o entre 110.000 y 120.000 llantas anuales, en su planta de la cordobesa Marcos Juárez. Pero el año pasado lo cerraron con ventas que cayeron a un poco más de la mitad de esas cifras. “Hay empresas del sector que están paradas”, explican en Musian Canciani. La firma venía con el impulso fuerte de la demanda de Brasil, al que destina el 70% de su producción, pero la suba de los costos en dólares en la Argentina (inflación en pesos y dólar oficial casi sin cambios entre enero de 2014 y enero de 2015), les está erosionand­o seriamente la competitiv­idad en territorio brasileño.

Achicando do el “pool”. Edgard Ramírez es uno de los tres socios de un “pool” de siembra con base en Córdoba que en 2008, el año del conf licto por la Resolución 125, sembraba 34.000 hectáreas. Hoy, “solo” están trabajando 10.700, todo sobre campo alquilado (en Córdoba tienen 7.000 y 3.700 en Salta). Ramírez le comentó a Clarín Rural que “nuestro objetivo como empresa apenas es llegar bien parados a 2016”. Y agrega que “si no tuviéramos una estructura que mantener, creo que nos hubiera convenido bajar la persiana y los tres socios vivir de la caza y de la pesca”. Todos estos años se han venido achicando. De todas formas, no pierda las esp esperanzas y apunta a obtener rindes porp arriba de lo normal. “Es lo únicoú que nos puede salvar. Sino, será otro año de quebranto”, se lam lamenta.

Con estándares argentinos. gentino La semana pasada se conoció que EE.UU. aceptó los estándares que propuso la Argentina para el ingreso del biodiésel nacional al mercado del país del norte. Un alto directivo de esa industria a nivel local explicó a Clarín Rural que EE.UU. es un mercado grande, pero que básicament­e se abastece a sí mismo y es bastante cerrado, con exigencias medioambie­ntales muy fuertes. Para poder exportarle­s, hay que demostrar que se cumplen esas normas, que incluyen que el producto provenga de áreas que hayan estado en producción agrícola desde hace muchos años y que la soja que se usa en la fabricació­n del biodiésel no se mezcle con otra para usos diferentes, por ejemplo. Se trata de diversos puntos que deben asegurar la trazabilid­ad de todo el proceso, del campo al barco. “En 2014 les exportamos 200.000 toneladas, certificad­as con el esquema que usan allá. Ahora, lo que aprobaron es un esquema de certificac­ión específico para la Argentina, que tiene en cuenta las particular­idades de la producción local”, precisó el ejecutivo. De todas formas, adelantó que no estiman que los volúmenes exportados vayan a cambiar rápidament­e, lo que llevará tranquilid­ad a los fabricante­s estadounid­enses, cuyo lobby es poderoso y podrían ver a la industria argentina como una competenci­a fuerte. t

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Edgard Ramírez. Pasó de sembrar unas 34.000 hectáreas a “solo” 10.700.
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