Una misión sin pudores
La misión presidencial a China pasó a segundo plano, opacada por la gravedad de los acontecimientos internos, que dominan justificadamente todas las planas. Pero el viaje dejó mucha tela para cortar, muchos aspectos cruciales para el sector agroindustrial. Y también remarcó, una vez más y como si no tuviéramos ya bastante de lo mismo, las contradicciones entre el discurso oficial y las “efectividades conducentes”.
CFK y su ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, se llenaron la boca con la vocación agroindustrial de la Argentina. No faltó la remanida y pueril referencia a la capacidad de “alimentar 400 millones de personas”, cuando producimos fundamentalmente insumos para la industria ganadera, como granos forrajeros, soja, harina de soja y aceite para freir milangas y pollos. Mucho mejor negocio que producir legumbres para los pobres del mundo que aún no hicieron la transición dietética. China está entre los que sí la están atravesando, y esta es la base de la vinculación comercial con la Argentina. Hace veinte años exportaban algo de soja, que es oriunda de China. Este año importarán 70 millones de toneladas de la oleaginosa, un 40% más de todo lo que produce la Argentina. Y aquí está la primera paradoja. Casamiquela desempolvó sin pudor el Plan Estratégico Agroalimentario elaborado hace cinco años por Julián Domínguez. En aquel momento, la meta de las 150 millones de toneladas de todos los granos para el 2020 parecía absolutamente viable. Pero desde el 2010 que la producción está estancada en las 100 millones.
Entre 1995 y 2010, apenas quince años, la producción de soja había pasado de 15 a 50 millones de toneladas y todo indicaba que seguiría creciendo, no tanto porque lo decía el PEA, sino por lo que ocurrió en los demás países productores. Crecieron los Estados Unidos, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia, comienzan a despegar los países africanos. Y aquí no pasa nada.
El ministro también hizo mención a la pujante industria metalmecánica vinculada al agro. Conviene recordarle que la mayor parte de las empresas importantes del rubro han extendido las vacaciones por falta de ventas. La crisis abarca a todos los renglones, desde sembradoras a cosechadoras. La ayuda que significó para estas empresas la vinculación estratégica con Venezuela languidece, ante los enormes problemas que ocasiona al país bolivariano la caída del precio del petróleo.
Quizá el aspecto más interesante, y a la vez más controversial, de la misión a China, fue el avance en los protocolos para la admisión de carne vacuna. La fase más interesante de la transición dietética es, precisamente, la incorporación de la carne vacuna. Se concentra en los segmentos de mayor poder adquisitivo.
En los últimos cinco años, China pasó de importar nada, a constituirse en el principal mercado cárnico del mundo. El año pasado compraron 400.000 toneladas de equivalente con hueso. Su principal abastecedor es Australia, pero la Argentina ya vendía algo en forma directa y otro poco a través de Hong Kong.
Ahora, según informó Mario Ravettino, vicepresidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), se avanzó en una apertura más plena. Un dato crucial en este momento, donde los frigoríficos exportadores piden a gritos medidas que les permitan superar la tremenda crisis que los afecta.
Sin embargo, no es sólo cuestión de abrir más mercados, sino también de generar más facilidades para atenderlos. Hace años que ni siquiera se cumple la cuota Hilton (con la Unión Europea). Retenciones que persisten en un insólito 15%, atraso cambiario y la profundización del “doble estándar” fiscal y sanitario colocaron a la industria frigorífica exportadora en alerta rojo.
Entonces, las buenas intenciones, los objetivos sanos y naturales de una vinculación estratégica de largo plazo, deberán esperar a que haya cambios drásticos en la política sectorial. t
Casamiquela desempolvó sin pudor el plan elaborado por Julián Domínguez