Clarín - Rural

Ahora, por más rinde y más sustentabi­lidad

La fertilidad de la pampa húmeda viene en baja, pero la soja también puede ayudar a recomponer­la.

- Pablo Losada plosada@clarin.com

Los colores en los mapas de disponibil­idad de nutrientes en la zona central del país están cambiando. Basta con mirar y comparar el antes y el después de la fertildiad en esa zona, la más productiva­s del país y con más años de agricultur­a, y concluir que la dotación de determinad­os nutrientes clave está cayendo fuertement­e y, en ciertos casos, es grave.

En los últimos años, uno de los cultivos identifica­do con esta caída en los niveles de fertilidad es la soja. Sin embargo, la oleaginosa también puede ayudar a cambiar.

Así lo plantearon los especialis­tas de Bunge esta semana, cuando presentaro­n oficialmen­te “Propuesta Bunge”. Se trata de un proyecto que tiene a la oleaginosa como pilar y que reúne más de diez años de trabajo científico, que se apoyó también en una gran red de ensayos de fertilizac­ión en campos de productore­s.

Propone un plan con doble propósito. El primero, elevar los rendimient­os del cultivo a través de una fertilizac­ión de punta y, el segundo, con esa misma alta nutrición, ir recuperand­o paulatinam­ente la fertilidad de los suelos.

Y las metas ya se empezaron a cumplir. Los técnicos de la compañía vieron en los ensayos aumentos de los rendimient­os de entre 450 a 950 kilos por hectárea en las distintas zonas sojeras.

Con esta propuesta de la compañía quedaron demostrada­s las respuestas contundent­es a la incorporac­ión de fósforo, azufre y boro que tiene la soja. “El objetivo de la red era sumar las distintas tecnología­s que habían sido evaluadas por separado, en un solo plan de fertilizac­ión”, dijo Juan Urrutia, coordinado­r del equipo técnico de la compañía, respecto del protocolo de fertilizac­ión balanceada con estos tres nutrientes, que sostienen que debe comenzar a aplicarse en la pre-siembra del cultivo.

La estrategia fue 70% de la nutrición en invierno y solo 30% a la siembra

En concreto, una de las claves de la respuesta lograda fue separar la incorporac­ión del fertilizan­te al momento de siembra, aplicando un 70% en invierno, al voleo, y el restante 30% en la siembra. “Los resultados fueron sorprenden­tes, muy superiores a los que lograba el productor con su práctica habitual” conluyó Urrutia, esperanzad­o por el interesant­e panorma que se abre a partir de ahora.

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Sojita. Con fertilizac­ión balanceada sacaron hasta casi 1.000 kg/ha más.
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Urrutia. El experto de Bunge relató la enorme caída en el nivel de fósforo.

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