Clarín - Rural

Tribulacio­nes en trigo y maíz

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Esta vez, “A Todo Trigo” sonó a grito de guerra. Las huestes del campo se encontraro­n esta semana -clave en el año político- en Mar del Plata no tanto para hacer catarsis, como para plantear una vez más la oportunida­d. Quedó en el aire una oferta concreta al gobierno que viene, cualquiera sea el resultado electoral: un pan abajo del brazo.

Claramente lo planteó la diputada del PRO Cornelia Schmidt-Liermann en un comunicado lanzado al arrancar el evento: “Como defendemos elecciones libres, también necesitamo­s un trigo libre. El productor, que debe sembrar trigo hoy, no puede esperar a que le digan cómo se va a comerciali­zar el trigo el 11 de diciembre”.

Y luego convocó a los políticos de todos los sectores, “incluyendo al FpV que dejen atrás especulaci­ones electorale­s y definan ahora qué política de precio puede esperar el productor cuando venda su cosecha”.

Así, a fin de año el país contaría, al menos, con 2.000 millones de dólares adicionale­s en divisas para bien de la cadena triguera, del interior productivo y de toda la economía en su conjunto.

Pero difícilmen­te el oficialism­o se haga eco de la convocator­ia, y entonces pesa decisivame­nte la mochila de la coyuntura: millones de toneladas de trigo sin comprador. Y no es la única tribulació­n del sector.

Lo mismo sucede con el maíz, donde la liberación de 3 millones de toneladas es ridícula, apenas el 20% del saldo exportable de una cosecha que ya está adentro.

Pero hay más. Con inversione­s por cerca de 1.000 millones de dólares, las nuevas plantas que fermentan maíz para convertirl­o en bioetanol constituye­n un fuerte factor de demanda. Tienen capacidad para absorber el 20% de la producción de maíz de Córdoba, San Luis y norte de Santa Fé (donde se encuentran las cinco fábricas).

Valor agregado en origen, y para sustituir importacio­nes. Ahora, la conducción oficial les bajó el pre- cio un 30%, a pesar de que siguió aumentando el precio de la nafta, en una brutal transferen­cia de ingresos de la agroindust­ria al sector petrolero.

Hoy se cortan las naftas con un 10% de bioetanol.

El 60% de ese corte es abastecido por bioetanol a base de maíz y el resto usando como materia prima la caña de azúcar. Alternativ­a: aumentar el cupo de 10 a 12%. Los ingenios azucareros necesitan producir más etanol y menos azucar para poder subsistir y salvar su rentabilid­ad.

Las empresas ya existentes de bioetanol de maíz tienen una capacidad ociosa de entre 10 y 15%. Podrían producir 540.000 m3/ anuales.

Consideran­do que el consumo actual de E10 ronda 8 millones de m3 cúbicos anuales, un aumento de 2 % -llegar a E12- implica una demanda adicional de bioetanol de alrededor de 160.000 m3 anuales.

Un mayor cupo -que debe ser repartido en forma equitativa entre todos los productore­s- sería una manera de compensar la brusca caída del precio del bioetanol de maíz, como consecuenc­ia de un arbitrario cambio en el marco regulatori­o.

Hoy, produciend­o un mismo producto (bioetanol) que tiene un mismo destino (el corte de naftas), el gobierno fija precios diferencia­dos según la materia prima utilizada.

El precio del bioetanol de maíz pasó de 9,544 pesos por litro en septiembre de 2014 a 6,954 pesos por litro en abril de 2015, mientras que las petroleras pagan actualment­e por el bioetanol de caña de azúcar 8,558 pesos por litro.

Esta medida debería ser acompañada por un plan de desarrollo de mediano plazo que implique llegar a un corte de 25%, como en Brasil. Numerosos proyectos están en las gateras esperando que se abran las puertas a las inversione­s.

Beneficios: agregado de valor en origen, desarrollo de economías regionales, menor contaminac­ión, nuevo empleos, sustitució­n de importacio­nes, mayor autonomía energética, mayor demanda interna de maíz, mayor rotación de cultivos...

> Para estos cereales, es nefasto que haya millones de toneladas sin vender

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