Clarín - Rural

Los drones llegaron a los feedlots

El engorde a corral de José Luis Triviño, en Magdalena, Buenos Aires, incorpora a fondo la tecnología para ganar en productivi­dad, incluyendo los drones para diversas tareas y equipos de riego.

- MAGDALENA, BS.AS.. ENVIADO ESPECIAL Pablo Losada plosada@clarin.com

El engorde a corral de José Luis Triviño, en Magdalena, Buenos Aires, incorpora a fondo la tecnología para ganar en productivi­dad, incluyendo los drones que monitorean la hacienda y los cultivos y equipos de riego para aumentar y estabiliza­r los rindes .

La mayor competitiv­idad que exige el negocio agropecuar­io estimula la adopción de tecnología­s orientadas a aumentar la eficiencia del manejo. Y cuando ésta depende de la precisión, son clave las herramient­as innovadora­s, que reduzcan la variabilid­ad.

Así lo entendió el feedlot Tajsa. En la estancia Santa María, en la localidad de Magdalena, provincia de Buenos Aires, tiene base este interesant­e engorde a corral que, con un manejo ajustado, engorda y termina 22.000 cabezas por año. Y que está incorporan­do hasta los drones para darle una interesant­e vuelta de tuerca al manejo del sistema.

Además de Santa María, el campo propio, también trabajan en la estancia La Armonía, un campo de cría alquilado de 1.500 hectáreas, a 40 kilómetros del primero, al que sueñan con monitorear con cuadricópt­eros (drones).

“El objetivo principal de la empresa es transforma­r todo el alimento que producimos, o compramos, en carne. Para nosotros es muy importante, ya que dependemos exclusivam­ente del valor agregado que le damos a ese alimento y principalm­ente porque la comerciali­zación de hacienda es nuestra única fuente de ingresos”, le cuenta José Luis Triviño, dueño y gerente general de este planteo familiar, a Clarín Rural, mientras camina entre los corrales.

Triviño es ingeniero civil y se inclinó a la producción ganadera cuando los negocios familiares, ajenos completame­nte al agro, atravesaba­n una fuerte crisis en el 2.000. Su puerta de entrada fue la ganadería, y el engorde a corral el nicho que ocuparon.

El productor todavía recuerda sus primeras visitas al Mercado de Liniers para comprar hacienda. En esos momentos, sin tener todavía un animal pero con la

firme intención de dedicarse a la ganadería a corral, fue uno de los emprendedo­res que se anotaron como integrante­s de la Cámara Argentina de Feedlot, cuando esta entidad daba sus primeros pasos. Esta semana, Triviño fue reelecto como presidente de la Cámara (Ver

Nuevo período).

La historia de este feedlot cuenta que en el año 2001 comienza a funcionar con 1.000 cabezas terminadas por ciclo. “Rápidament­e -apunta Triviño-, nos dimos cuenta que el engorde a corral es un negocio de escala y dimos un nuevo salto en la cantidad de cabezas terminadas, pasando a las 2.000 por ciclo”. En el 2004, llegan a 4.000 animales, en el 2007 alcanzan los 6.000 animales y, finalmente, desde el 2008, se estabiliza­n en la terminació­n de 8.000 cabezas, que es la cantidad que terminan actualment­e en cada ciclo. Desde entonces, destaca el productor, “todo el año y todos los años, contamos con un 70% a 75% de ocupación de los corrales”. Al respecto, consideró: “Estamos llegando a nuestro techo productivo. Contamos con 1.400 madres y por nuestra superficie no podemos sostener más de 1.500. Por eso, estamos buscando otra superficie para alquilar e incorporar otras 1.500 hembras”. Esos son los desafíos de mediano y largo plazo, explicó, y agregó que hoy compran el 85% de los animales que engordan.

Como se dijo, el feedlot es una actividad de manejo preciso. Por eso, el apoyo de la tecnología es clave y en este campo vienen apostando a la incorporac­ión de diferentes herramient­as que favorezcan al crecimient­o y el manejo de escala.

Triviño explica así las innovacion­es: “En marzo terminamos

de instalar el equipo de riego que regará tres círculos de 50 hectáreas cada uno. Fue un proceso que demoró un año y queríamos que se terminase en diciembre, para regar los cultivos de verano. Como no pudo ser, las primeras pruebas con el riego las haremos con verdeos de invierno, que luego ensilaremo­s”, comenta.

Otra de las incorporac­iones al equipo de trabajo (la más llamativa) fue la compra de un cuadricópt­ero, un dron de cuatro hélices.

“Con esta herramient­a también estamos haciendo las primeras pruebas. El objetivo es que complement­e la tarea de los operarios. Por ejemplo, para el conteo de la hacienda, o para que sirva en el control de labores agrícolas”, detalló.

Y agregó que “si las pruebas son satisfacto­rias, el objetivo es adquirir otro dron más sofisticad­o, que recorra mayor distancia, para llegar a la otra estancia. Así, podremos hacer monitoreos sin tener que viajar hasta allí”, se entusiasma.

El aparato, ahora, realiza múltiples tareas, y hasta controla el picado de maíz o la confección del silo (ver fotos más arriba).

Otro de los temas en los que ya está trabajando la firma es en la Cuota 481 (o cuota Feedlot), que abarca a los animales engordados a corral que se exportan con destino a la Unión Europea. Para ello ya compraron las primeras cabezas y, tal como indica la norma, deberán estar cien días en un corral y consumiend­o una dieta con alto contenido energético.

En el mercado interno, la firma comerciali­za de terneros gordos de 310 kilos a novillos de 450 kilos.

Triviño conoce a fondo el desarrollo de su campo y el negocio del feedlot. Por eso puede destacar fortalezas y debilidade­s. “Es clave el factor humano, porque requiere de ajustes constantes. También es decisivo lograr el máximo valor agregado por kilo de alimento. En este sentido, tenemos la gran ventaja de estar muy cerca de quienes nos proveen todos los insumos. Sin embargo, nuestra pata más débil es la lejanía al núcleo maicero, que nos demanda altos gastos en flete”, concluye el productor.

Cuando el manejo requiere de ajustes precisos y constantes, la tecnología es clave, y aumenta la competitiv­idad. Por eso, esta firma, en plena Cuenca del Salado, está andando (o volando) sobre el camino de la máxima eficiencia.

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Vista área. Los corrales, fotografia­dos por el nuevo evo “chiche”chiche de Triviño.
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Al mando. Triviño, controland­o el vuelo del dron, frente a un corral de terneros.
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silo (otra foto del dron). 3- El patio de comidas para hacer las raciones. 4- Y, finalmente, los terneros consumiend­o su dieta.
1 - La máquina picando sorgo, fotografia­da por el dron. 2- Después del picado, los tractores pisan el material para hacer el silo (otra foto del dron). 3- El patio de comidas para hacer las raciones. 4- Y, finalmente, los terneros consumiend­o su dieta.

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