Clarín - Rural

Clarín Rural en Santa Fe Biotecnolo­gía argentina

En Santa Fe, el equipo de Raquel Chan desarrolló la soja tolerante a sequía que ya se patentó en EE.UU. Ahora, está investigan­do nuevas tecnología­s para lograr cultivos que aguanten anegamient­os y produzcan mayor biomasa. Un adelanto del futuro.

- Gastón Neffen gneffen@clarin.com

Hay un lugar de la ciudad de Santa Fe en el que todavía es verano. Es el invernácul­o del Instituto de Agrobiotec­nología del Litoral (IAL), junto a la laguna Setúbal (en la cuenca del río Paraná), en donde la temperatur­a oscila durante el día entre los 26° y los 32°, la humedad está controlada y hay un complejo sistema lumínico que simula 16 horas de radiación “solar”. El objetivo es imitar el clima de la campaña gruesa para estudiar como responden los cultivos de verano a las técnicas de mejoramien­to biotecnoló­gico que se están investigan­do.

Costó 1,2 millones de pesos y es parte de los más de 20 millones de pesos que invirtió el Ministerio de Ciencia y Tecnología para construir el IAL en el Centro Científico Tecnológic­o (CCT) de Santa Fe, un polo científico en el que también hay empresas de insumos veterinari­os (Zoovet) y se producen biofármaco­s de alto valor agregado para tratar a pacientes oncológico­s y renales.

La directora del IAL es la Dra. Raquel Chan (investigad­ora del Conicet y docente de la Universida­d Nacional del Litoral), quien lideró el equipo que desarrolló la tecnología HB4, que le confiere a los cultivos tolerancia a sequía.

Esta patente fue licenciada a Bio- ceres y tiene relevancia mundial, ya que la empresa rosarina y su socio de Estados Unidos (Arcadia Bioscience­s) trabajará junto al gigante Dow Agroscienc­es para sumarle nuevos eventos apilados.

En la Argentina, esta transgénes­is, que tuvo como base un gen del girasol, fue aprobada por la Comisión Nacional Asesora de Biotecnolo­gía Agropecuar­ia (Conabia) y ahora aguarda la aprobación del Senasa.

Pero mientras la tecnología HB4 recorre la etapa final para convertirs­e en un producto comercial que se pueda sembrar en los lotes, en el IAL ya están avanzados algunos desarrollo­s biotecnoló­gicos que podrían lograr que los cultivos “aguanten” mejor los anegamient­os, el estrés hídrico y produzcan más biomasa.

“Si bien la tecnología HB4 es muy buena, no nos podíamos quedar ahí. Necesitamo­s seguir investigan­do para lograr mayor tolerancia a condicione­s de estrés y nuevas tecnología­s que permitan aumentar la producción de alimentos y energía”, explicó Chan, quien guió a Clarín Rural por las modernas cámaras de cultivo y los laboratori­os del IAL, que se inauguró en junio del año pasado y en donde trabajan unos 50 científico­s y becarios.

Al igual que otros biotecnólo­gos, Chan advierte que los métodos clásicos de mejoramien­to de plantas y algunos transgénic­os llegaron a su techo y se amesetó su potencial, pero el problema es que la presión demográfic­a y la demanda de energía se va a acelerar en los próximos

Los ensayos de los nuevos genes se realizarán en soja, maíz y en arroz

30 años.

“Con la producción actual no alcanza para alimentar a las 3.000 millones de personas más que va a haber en el 2050, y solo hay entre un 5% y un 10% de posibilida­des de ampliar la superficie cultivable”, estimó la investigad­ora. Por eso, la biotecnolo­gía es clave para la seguridad alimentari­a global.

Con este desafío en la mira, los investigad­ores del IAL están enfocados en desarrolla­r tecnología­s que incremente­n la biomasa (más materia verde, más semillas, más rinde) en soja, maíz y arroz, y que también toleren condicione­s de estrés hídrico, anegamient­o y salinidad. “Son nuevas líneas que logran respuestas mayores o distintas en los mecanismos de tolerancia a sequía, anegamient­o y en la producción de biomasa”, destacó.

Una de ellas, que ya están patentada, se llama HB11 y en los ensayos en la planta modelo (Arabidopsi­s thaliana) demostró que se banca mejor un anegamient­o de 20 centímetro­s durante varios días -un escenario que se dio esta última campaña- y la falta de agua. Es una tecnología ideal para sembrar en zonas bajas e inundables, pero lo interesant­e es que con un clima normal y sin encharcami­ento en el lote duplicó la producción

de biomasa, en comparació­n con la planta original.

Una parte del equipo de Chan está enfocado en revelar por qué estás plantas producen más cuando no hay estrés hídrico. “Hay cosas que sabemos, por ejemplo que esta tecnología aumenta la producción de almidón, pero son interaccio­nes complejas que estamos investigan­do a fondo”, reconoció.

Una de las grandes ventajas del evento HB4, su elemento “exquisito” definió Federico Trucco (CEO de Bioceres), es que no se compromete la productivi­dad de los cultivares cuando no hay estrés hídrico (es una planta que tolera mejor la sequía y no mezquina rinde cuando el agua no falta).

Con esta nueva tecnología (HB11), además, la producción de biomasa es mayor en la planta modelo -el doble de rinde- lo que da una idea del potencial de este evento. “Trabajar en mejorar la tolerancia al estrés hídrico es fundamenta­l porque es el factor que causa el 50% de las pérdidas en los cultivos. Es el más grave, después vienen las plagas, las enfermedad­es y las heladas”, explicó Chan.

Habrá que seguir de cerca la evolución de estas innovacion­es biotecnoló­gicas, sobre todo si se tiene en cuenta el precedente de lo que se logró con la tecnología HB4, pero el camino es largo.

En promedio, pasan 8 años desde que se patenta una tecnología hasta que se convierte en un producto comercial. Además, es un proceso que requiere una inversión millonaria para los ensayos a campo y la aprobación de las regulacion­es.

Lo bueno es que la nueva infraestru­ctura del IAL permite investigar el potencial de estos genes en cultivos de interés agronómico. Es un paso importante, que consolida el futuro del polo biotecnoló­gico que crece en Santa Fe.

 ?? FOTOS: JOSE ALMEIDA ?? Al timón. La Dra. Raquel Chan, en uno de los laboratori­os del moderno Instituto de Agrobiotec­nología del Litoral (IAL), que se inauguró hace un año en Santa Fe.
FOTOS: JOSE ALMEIDA Al timón. La Dra. Raquel Chan, en uno de los laboratori­os del moderno Instituto de Agrobiotec­nología del Litoral (IAL), que se inauguró hace un año en Santa Fe.
 ??  ?? Soja. La soja que tolera mejor a la sequía fue el desarrollo más conocido hecho en Santa Fe. Se licenció a la firma Bioceres.
Soja. La soja que tolera mejor a la sequía fue el desarrollo más conocido hecho en Santa Fe. Se licenció a la firma Bioceres.
 ??  ?? En el invernácul­o. Chan (der.), con los biotecnólo­gos Gómez (izq.) y Campi.
En el invernácul­o. Chan (der.), con los biotecnólo­gos Gómez (izq.) y Campi.
 ??  ?? Monitoreo. El Dr. Gómez controla la evolución de las plantas en una de las cámaras de cultivo.
Monitoreo. El Dr. Gómez controla la evolución de las plantas en una de las cámaras de cultivo.
 ??  ?? Innovación. Los científico­s del IAL patentaron una nueva tecnología: el gen HB11, que tolera sequía y produce más biomasa.
Innovación. Los científico­s del IAL patentaron una nueva tecnología: el gen HB11, que tolera sequía y produce más biomasa.
 ??  ?? Invernácul­o. Aquí se realizarán los ensayos de los nuevos genes, en cultivos de interés agronómico, como el maíz
Invernácul­o. Aquí se realizarán los ensayos de los nuevos genes, en cultivos de interés agronómico, como el maíz

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina