Los cambios tecnológicos en la soja

En el congreso de Maizar, el genetista Rodolfo Rossi, habló también de los temas tecnológicos más relevantes a tener en cuenta hoy en el manejo de soja. En primer lugar, mencionó a las malezas difíciles, uno de los principales problemas de la agricultura actual. “El uso de soja transgénica resistente a glifosato (RR) redujo la interacción genotipo ambiente, las variedades lograron buen comportamiento y parejo en los distintos ambientes; eso determinó la adopción de grupos precoces en todo el país y los rendimientos aumentaron considerablemente”, explicó. Con el nuevo manejo, también se logró una amplitud en la fecha de siembra y el corrimiento de la frontera de los grupos de madurez. Pero, tal como recordó Rossi, “se dejaron de usar veintisiete principios activos para pasar a solo uno en tres años, con la soja RR”. Según el investigador, hoy estamos yendo a una nueva agricultura en la que este proceso está modificándose y en la que “probablemente el paradigma del uso varietal deba cambiar, porque no es lo mismo una variedad que tenga una carga de producto durante el barbecho, otra en la preemergencia y en postemergencia, que un cultivo que crece libremente”, aseguró. El estrés de someterlo a nuevos herbicidas, seguramente tendrá un costo. “La simbiosis de la acción entre los PPO y el metribuzin, por caso, está generando problemas en la implantación del cultivo de soja y probablemente estemos viendo pérdidas de rendimiento”, dijo Rossi. En cuanto al contenido de proteína en soja, otro tema de preocupación actual, Rossi aseguró que el país “está teniendo pérdidas millonarias por el bajo nivel en las harinas que exportamos”. Argentina, por su ubicación geográfica y temperaturas, siempre va a tener problemas con la proteína. Aunque no hay mucha información al respecto, el INTA ha generado un ranking de variedades a tener en cuenta. “Un monocultivo de soja es obvio que va a tener menor calidad de grano que uno rotado con un maíz o trigo”, indicó. Hoy la industria está pagando entre ocho y trece dólares extra por un buen nivel de proteína y esto constituye un incentivo para el productor.