Clarín - Rural

Propuestas para una distribuci­ón moderna de la cuota Hilton

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Cuando la Unión Europea adoptó la Política Agrícola Común (PAC) en 1980, impuso infranquea­bles barreras a las importacio­nes de carnes bovinas frescas y creó un contingent­e en el que los países exportador­es podían acceder al mercado con derechos reducidos. Desde esa fecha, el Gobierno argentino adjudicó a las empresas la cuota con cambiantes criterios. Prácticame­nte en todos los casos, los interesado­s en obtener una parte de la torta crearon imaginativ­os “parámetros” de dudosa justificac­ión y de directo beneficio para quienes los propiciaba­n. Entre esas deformacio­nes de política pública se inscriben la regionalid­ad, los mínimos igualitari­os, la cuota de productore­s, los termo-procesados, el mercado interno y el valor agregado. A la hora de renovar el régimen se repetía el mismo escenario: puja de intereses entre las partes y en el medio el funcionari­o de turno como árbitro, que privilegia­ba en general su propio interés. Resultado: régimen con mayores costos para las empresas, innecesari­a erosión de la competitiv­idad y negativo impacto sobre el bienestar general. Los investigad­ores Bonansea y Lema (http://bit.ly/1VsYFgS) han hecho un análisis de la forma de adjudicar la cuota en la Argentina, señalando que las diferentes modalidade­s perjudican el bienestar. Aplicando los lineamient­os de la OCDE para las buenas regulacion­es, ninguno de los mencionado­s parámetros queda en pie, con excepción de la “past performanc­e” (antecedent­es exportador­es). Si bien la mejor forma de adjudicar la cuota sin distorsion­es es mediante remate o licitación, como proponen esos autores, este sistema ha sido descartado en la Argentina por la diferente tipología de las empresas.

3 Si se toma la participac­ión en valores exportados por empresa (excepto la cuota en cuestión) para efectuar la adjudicaci­ón, cada una recibirá un beneficio directamen­te proporcion­al a sus contribuci­ones al bienestar. En efecto, para un mayor valor exportado, la empresa no sólo tiene que asumir mayores riesgos. Además, debe declarar el 100% de los valores exportados (maximiza ingreso de divisas); efectuar mayores inversione­s; contribuir con mayor oferta de cortes no exportable­s al mercado interno; contar con adecuada dotación de personal calificado; efectuar máximas contribuci­ones al sistema de seguridad social; pagar más impuestos; velar por la calidad del producto en defensa de su marca y consolidar las relaciones con proveedore­s de insumos y servicios, fortalecie­ndo el desarrollo regional. Como señalan aquellos autores, la transferib­ilidad de la cuota otorgada en propiedad para cada ejercicio mejora la eficiencia global del sistema. Existe suficiente experienci­a en esta materia, sobre todo en el caso de las cuotas de pesca.

4 Las 21 entidades que representa­n la producción, la industria y los sindicatos de diferentes sectores de la cadena de valor que recienteme­nte suscribier­on un documento programáti­co tienen, entre otros desafíos, identifica­r las medidas necesarias para poner a la agroindust­ria bovina en la senda del crecimient­o. Proponer un régimen de adjudicaci­ón de cuotas que maximice el beneficio de las mismas sobre el bienestar, es su desafío. Está claro que la adjudicaci­ón por antecedent­es exportador­es y la transferib­ilidad de la cuota son dos aspectos de gran impacto para el logro del objetivo propuesto.

5 Finalmente, cabe agregar la necesidad de contar con un sistema sencillo de administra­r por el Estado y que podría preverse un arancel por tonelada de cuota para crear un fideicomis­o destinado a financiar becas de capacitaci­ón de profesiona­les del sector, un tema crítico en la competenci­a internacio­nal.

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