La UE castiga al aceite de girasol local
Argentina es una potencia mundial en esa producción, pero no puede entrar al principal mercado por una compleja restricción fitosanitaria.
“Por el uso de pesticidas en poscosecha la Argentina pierde el mejor mercado de aceite de girasol del mundo”, dijo Sonia Vigna, de Oleaginosa Moreno Hermanos, en un taller realizado recientemente en Necochea, provincia de Buenos Aires, sobre “residuos en girasol y manejo de poscosecha”. El encuentro, organizado por Asagir, el Senasa, Oleaginosa Moreno, Cargill y el Centro de Acopiadores de Necochea, planteó que la Unión Europea (UE) importa alrededor de un millón de toneladas anuales de aceite de girasol y que el aporte actual de la Argentina a este mercado es nulo.
El problema, según indicaron, se originó por las modificaciones en los límites máximos de residuos en el aceite que introdujo la UE en los primeros años de la década pasada. Una de las modificaciones fue la prohibición de una gran cantidad de principios activos, entre los que se encuentra el Diclorvós, un insecticida fosforado de alto poder de volteo.
Aunque el poder residual de este producto es bajo (Ver Del campo...), la tecnología moderna permite detectarlo hasta 2 a 6 meses posteriores a la aplicación, y el límite fijado por la UE es de 0,01 partes por millón.
Paralelamente, en los últimos años la producción de girasol de Ucrania creció significativamente y se transformó en el principal proveedor europeo, desplazando a la Argentina de ese codiciado lugar.
La fuerte competencia de Ucrania se basa en su cercanía geográfica y en que su clima no favorece la presencia de insectos y, por lo tanto, su producción de girasol no recibe tratamientos. De todas formas, a finales de estación, cuando Ucrania se queda sin stock, aparece la oportunidad para la Argentina de vender al mercado europeo con un adicional de precio de 70 dólares por tonelada, situación que hoy el país no puede aprovechar.
“Frente a esto tenemos dos alternativas -explicó Juan Carlos Batista, director de Calidad Agroalimentaria del Senasa-. Una es prohibir el uso del Diclorvós en la Argentina, como se hizo con otros insecticidas, pero es un producto muy eficiente y no tenemos muchas alternativas tecnológicas para el control de insectos en girasol”. El especialista del Senasa explicó que otros productos con alta eficacia son las denominadas “fosfinas” (fosfuro de aluminio y fosfuro de magnesio) pero su uso presenta restricciones por el riesgo que encierra para los operadores.
Desde el lado del acopio, el asesor técnico de la Federación de Acopiadores Armando Casalins explicó que las fosfinas son eficaces pero encierran problemas operativos, dado que al tratarse de un gas requieren un cierre hermético del silo, y que además tienen un tiempo de carencia que no permite el despacho de la mercadería hasta varios días después de la aplicación.
Casalins, integrante de la Comisión Directiva de Asagir, agregó que “la solución ideal sería aplicar un sistema de trazabilidad que nos permita conocer los tratamientos realizados en las distintas etapas, desde el campo del productor hasta la industria, y de esta forma garantizar que los embarques provengan de mercadería que cumple con las exigencias que requiere la exportación”. Los objetivos son claros y el debate está planteado. t