Clarín - Rural

Del maíz, a los chanchos

En Isla Verde, plena zona agrícola “top” del sudeste cordobés, los Bernay transforma­n ese cereal y la soja en carne porcina y luego en fiambres. Desde la siembra hasta el punto de venta, un camino de integració­n a pleno en una clásica empresa familiar.

- CORDOBA. ENVIADO ESPECIAL Pablo Losada plosada@clarin.com

Por las excesivas precipitac­iones, el sudeste cordobés es hoy una zona con caminos rurales muy complicado­s. Esta problemáti­ca preocupa a los productore­s, ya que se acerca la cosecha y hacen malabarism­os para entrar a los campos y piensan cómo harán para sacar los granos cosechados.

En esa región, el establecim­iento de producción mixta “El Alamo”, de la familia Bernay, en la localidad de Isla Verde, a 25 kilómetros de Monte Maíz, también le está haciendo frente a los avatares del año Niño. Pero allí la agricultur­a y producción de cerdos no cesa y se hace contra viento y marea, para mantener la fábrica propia que elabora chacinados.

Los Bernay comenzaron con la producción porcina y la construcci­ón de los primeros galpones hace treinta años. Diego Bernay, que es médico veterinari­o, es hijo del fundador y recuerda muy bien cuando su padre comenzó con la actividad. Hoy él tiene la posta del manejo de la fábrica y visita la granja por las tardes, mientras que su padre, con 84 años, todavía se encarga de seguir la producción agrícola.

El Alamo es un campo de 120 hectáreas que actualment­e tiene la mitad sembrado con maíz y la mitad con soja. Sin embargo, esta firma produce sobre 600 hectáreas propias, en diferentes campos, con una rotación clásica apoyada en el trigo y en los dos cultivos de verano antes mencionado­s. Bernay reconoce, durante la visita de Clarín Rural, que el trigo volvió a la rotación hace dos campañas por la “necesidad de cobertura”. En cambio, el maíz y la soja son componente­s básicos de la dieta de los porcinos y siempre los siembran. De maíz se consume la mitad de la superficie sembrada cada año y el grano de soja se canjea con un aceitera cercana por expeller y extrusado.

En esta cadena productiva, cada eslabón es sumamente importante y un pequeño desajuste impacta sobre el siguiente. La campaña pasada y la actual son claros ejemplos de la importanci­a de cada uno.

Los Bernay no habían terminado de recuperars­e de las consecuenc­ias de los excesos hídricos de la campaña pasada cuando empezaron a padecer los de ésta, motivo por el cual debieron retrasar su ambición de crecer en la producción de cerdos.

Los desajustes derivados de las excesivas lluvias repercutie­ron en la agricultur­a y en los alimentos conservado­s.

“Este es segundo año que por factores climáticos tenemos inconvenie­ntes con los cultivos. El año pasado las lluvias excesivas sobre el final del ciclo del maíz ocasionaro­n enfermedad­es fúngicas en la espiga, por las cuales tuvimos pérdidas de producción en los cerdos, a causa de las micotoxina­s. Este año, cuando el cereal estaba por ingresar en el período reproducti­vo, un granizo muy intenso casi lo deja sin hojas. Se recuperó. Ahora hay entre un 10% y 20% de toda la superficie -soja y maíz- que está perdida por anegamient­os”, relata el técnico. Aunque también aclara que, más allá de los daños, para este año esperan muy buenos rendimient­os de ambos cultivos, que compensará­n, en parte, la superficie perdida. Además, el aumento en los rendimient­os para ellos es muy importante, porque perdieron la totalidad del grano de maíz almacenado en un silo subterráne­o por el ascenso de la napa. En ese escenario, el sitio elegido para posicionar el silobolsa debe ser estratégic­o, ya que las precipitac­iones se repiten todas las semanas.

En El Alamo, el cereal y la oleaginosa son los insumos con los que fabrican, en la planta de balanceado­s, las raciones para suministra­r a los cerdos. Allí elaboran 150 toneladas de alimento al mes

y también en este punto se detuvo recienteme­nte la cadena productiva. “Las lluvias dejan bajo agua postes de luz y se corta la energía en toda un región. Cuando eso pasa, no funciona la planta de alimentos balanceado, que fabrica 3.500 kilos de alimento por hora todos los días. Es un gran problema. Por eso, la solución, teniendo en cuenta que las lluvias se presentan todas las semanas y la cooperativ­a de energía eléctrica tarda varios días en reestablec­er el servicio, es conseguir un generador de energía para la planta y tener un sobre stock de alimentos para esos momentos”, afirma Bernay.

El siguiente eslabón de esta diversific­ación productiva son los cerdos. Este punto, que es el centro de toda la cadena, es donde la firma tiene un gran potencial para seguir creciendo.

Los Bernay tienen una granja de 300 madres y aspiran a llegar a 500 en el corto plazo.

Diego Bernay sabe perfectame­nte el potencial de crecimient­o que aun tiene esta carne entre la preferenci­as de los consumidor­es. Por eso, el desafío principal para los próximas años es el crecimient­o en el plantel de madres. “Hace unos años nos planteamos elevar la cantidad de hembras a 500, pero no fueron buenos tiempos para hacer los ajustes en infraestru­ctura que implica crecer. Tenemos que cambiar viejas instalacio­nes y unificar galpones y categorías que dinamicen el manejo con los animales. Todo eso lleva tiempo, además de los imponderab­les que se van presentand­o. Pero aspiramos a conseguir este año un primer escalón hasta las 400 hembras y, al año siguiente, crecer en 100 más”, dice el técnico. El objetivo está y las ideas de punta tampoco faltan en este esquema. Aquí todas las madres son inseminada­s de forma artificial (la granja tiene sus propios padrillos y además compra semen a un centro de inseminaci­ón) y, al mismo tiempo, están en un proceso de reconversi­ón de la genética, explica el veterinari­o.

Los índices productivo­s de 2015 no fueron destacados, se lamenta Bernay, y recién pudieron reestablec­er la conexión entre el circuito productivo y el comercial en el primer mes de este año.

“Hasta diciembre enviábamos a faena entre 90 a 100 cabezas por semana y no nos alcanzaba para abastecer la demanda de chacinados de nuestros clientes. Además, con el agravante de que para fin de año siempre se incrementa­n las ventas. Así, teníamos que comprar cerdos a granjas de la zona para poder cumplir con nuestros compradore­s, que son carnicería­s o supermerca­dos de las ciudades cercanas. Por suerte, durante enero eso se normalizó y ahora podemos cubrir la demanda con animales de producción propia, gracias a que aumentamos la cantidad de salidas por mes”, explica.

La firma terciariza la faena a un frigorífic­o de Bell Ville y vende la carne y los fiambres. La planta elaborador­a ya cumplió seis años y Bernay está convencido de que todo fue una gran idea de su padre, que maduró con los años. Como muchas en la Argentina, son una empresa familiar a la cual los obstáculo le dieron fortaleza.

 ??  ?? Bien verde. Así está el maíz, a tono con el nombre de su pueblo. En él posa Diego Bernay para Clarín Rural. Más atrás, algunos de los galpones de los cerdos, ventilándo­se ante el calor del verano en Córdoba.
Bien verde. Así está el maíz, a tono con el nombre de su pueblo. En él posa Diego Bernay para Clarín Rural. Más atrás, algunos de los galpones de los cerdos, ventilándo­se ante el calor del verano en Córdoba.
 ??  ?? En la granja. Diego Bernay en uno de los galpones. Cada semana se terminan entre 90/100 animales que se envían a faena.
En la granja. Diego Bernay en uno de los galpones. Cada semana se terminan entre 90/100 animales que se envían a faena.
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 ??  ?? Inseminaci­ón. A la izq., un operario insemina una hembra del plantel con semen de padrillos de la granja y de un centro de inseminaci­ón. A la der., semen refrigerad­o.
Inseminaci­ón. A la izq., un operario insemina una hembra del plantel con semen de padrillos de la granja y de un centro de inseminaci­ón. A la der., semen refrigerad­o.
 ??  ?? Integració­n. Bernay dentro de un lote de maíz, con un galpón de cerdos detrás.
Integració­n. Bernay dentro de un lote de maíz, con un galpón de cerdos detrás.
 ??  ?? Maíz. Una extractora retira los granos de un silobolsa. De ahí irá a la dieta.
Maíz. Una extractora retira los granos de un silobolsa. De ahí irá a la dieta.

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