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En malezas, no hay soluciones sencillas e inmediatas Clarín Rural

Se lo dijo a el especialis­ta Daniel Tuesca.

- Daniel Tuesca Prof. de la Universida­d Nacional de Rosario Lucas Villamil

El experto en malezas afirma que el problema de las resistenci­as a herbicidas es inherente al sistema productivo actual, y que hacen falta cambios muy profundos. 1 ¿Es posible volver a hablar de las malezas como hierbas? La definición de maleza es: toda planta que interfiere con un objetivo del hombre. Si yo quiero hacer maíz y me nace soja, la soja es una maleza. Por ejemplo, la semilla de amaranthus es como la de quinoa, tiene un valor proteico muy alto, y cuando uno tiene una planta así que produce 600.000 semillas, se le cruza la idea de, en lugar de controlarl­a, cosecharla. El tema es que con dos años de amaranthus, si uno quisiera volver a la agricultur­a sería complejísi­mo. Lo mismo pasa con el sorgo de Alepo, que como forrajera es excelente, pero puede complicar mucho el manejo posterior.

2 ¿Se puede pasar del “combate contra las malezas” a un intento de convivenci­a con ellas? Hay formas más o menos bestiales de sacar a las malezas, y yo creo que nosotros nos hemos bandeado al tratar de exterminar­las. Ese paradigma es el que les quedó visualment­e a los técnicos desde la época del glifosato. Los técnicos más viejos estaban acostumbra­dos a que un buen control de malezas era un 80%. A lo mejor eso empieza a cambiar y uno nuevamente puede darse el lujo de dejar un 15% de infestació­n y al hacer los números se pierde lo mismo que costaría aplicar la dosis, pero no hay datos sobre eso porque si uno deja un 15% sin controlar, si eso implica una producción de semillas abismal, al año siguiente el problema va a ser mayor.

3 Entonces, ¿qué alternativ­as hay para controlar la población de hierbas resistente­s? La gravedad del problema es inherente al modelo nuestro. Tenemos que pensar en maneras más racionales de controlar a las malezas. Yo a veces voy a campos que no tienen una sola maleza. ¿Qué hacen? Lo que hacían hace cincuenta años: ganadería, un poco de maíz, un poco de soja. Pero los técnicos y productore­s siguen demandando soluciones sencillas, económicas y de corto plazo. Las empresas, como esa es la demanda, ofrecen paquetes listos para usar con un márketing de simpleza y eficiencia, pero en el nuevo escenario de malezas estas soluciones aisladas no están funcionand­o adecuadame­nte.

4 ¿Las herramient­as químicas se están agotando? Segurament­e vamos a seguir usando control químico, pero habría que hacerlo de manera más racional: rotando modos de acción, viendo las dosis, la calidad y el momento de aplicación, el uso de coadyuvant­es y de herbicidas residuales. Creo que tiene que aumentar mucho el control cultural, hacer cuando se pueda cultivos de cobertura, elegir genotipos competitiv­os, interculti­vos, ver fecha de siembra y densidad de siembra, y segurament­e algo de control mecánico.

5 Esto implica en cierta medida un cambio de paradigma. ¿Se están formando profesiona­les pensando en ese cambio? Las nuevas generacion­es están más preocupada­s por estas cuestiones. En Rosario hay una carrera paralela a la de Agronomía, la licenciatu­ra en Recursos Naturales, con lo cual hay un mix de perfiles que por ahora no se han juntado demasiado. Están los que tienen mentalidad de biólogos y los que tienen mentalidad de ingeniero agrónomo productivi­sta. Sería deseable que de la mixtura de esas dos cosas salga un producto intermedio que siga haciendo agricultur­a pero consideran­do otras cosas que por ahora no se consideran.

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