Clarín - Rural

“Del campo a la góndola”

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

El gobierno hizo suya la muletilla “del campo a la mesa”, acuñada hace unos veinte años, cuando el entonces secretario de Agricultur­a Felipe Solá creó la Subsecreta­ría de Alimentaci­ón.

En aquellos tiempos se decía, y ahora se repite, que “tenemos que dejar de ser el granero del mundo para ser la góndola del mundo”. La idea es que de esta manera se “agrega valor en origen”, lo que implica la generación de empleo y un flujo de inversione­s en el interior. ¿Alguien puede oponerse?

Nadie. Pero en la era K, esta idea sirvió para justificar las retencione­s y las restriccio­nes a la exportació­n de varios productos básicos. Una enorme falacia, porque el objetivo fue lisa y llanamente recaudar capturando la renta de un sector considerad­o como el mayor enemigo político.

La taba se dio vuelta. El gobierno de Cambiemos sinceró el tipo de cambio, eliminó las retencione­s de la carne, el trigo, el maíz y el girasol, y comenzó a reducir las de la soja. Un nuevo telón de fondo que reabre la perspectiv­a de crecimient­o. Sobre todo, de los cereales y el girasol.

Pero para cumplir el precepto del valor agregado falta sintonía fina. Hay muchos rubros que quedaron desacomoda­dos, y entre ellos están precisamen­te los que mejor responden a la premisa del campo a la góndola. Veamos.

El primer rubro que quedó desacomoda­do es el de los biocombust­ibles, donde el surtidor reemplaza a la góndola pero esencialme­nte es el mismo tema.

Es evidente que no gozan de mucha simpatía por parte de un gobierno que tiene la sana inten- ción de impulsar las energías renovables. Sólo el presidente Mauricio Macri ha hecho mención a su aporte en la lucha contra el calentamie­nto global. Cuando el tema baja a los funcionari­os de energía, sólo se habla de eólica y solar.

El anuncio de la semana anterior, respecto al aumento del corte con etanol (del 10 al 12 por ciento), no fue acompañado por el reajuste de los precios. El precio del maíz recibió el beneficio de la quita de retencione­s (20 por ciento) y el ajuste del tipo de cambio (50 por ciento).

El etanol quedó rezagado, mientras las naftas subían, lo que en los hechos significa una transferen­cia de ingresos del sector agroindus- trial al sector petrolero.

Lo mismo sucede con el biodiesel, cuyo precio para el mercado interno no responde a una ecuación conocida y transparen­te, sino -como dice el experto Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombust­ibles e Hidrógeno- “es contabilid­ad creativa”.

También aquí hay cesión de ingresos al sector petrolero. Al mismo tiempo, se lo castigó con la aplicación de derechos de exportació­n del 4 por ciento, cuando antes del 10 de diciembre habían quedado en cero. Así, se tiende a favorecer la exportació­n de aceite crudo y no la de biodiesel.

Esto tiene varias consecuenc­ias. Por un lado, deriva en mayor necesidad de gasoil importado. Por otro, vuelca al mercado internacio­nal un mayor volumen de aceite de soja, lo que presiona a la baja su precio. Todos pierden.

Y ya que estamos con el aceite, veamos lo que está sucediendo con el “valor agregado en origen” en la cadena del girasol.

El aceite de girasol tiene el precio pisado en el mercado interno. Hay varias empresas con refinerías de última generación, sometidas a una morsa implacable: precio interno congelado y aumento del precio de su materia prima, el girasol.

Consecuenc­ia: se estableció una fuerte corriente de exportacio­nes, con embarques ya concertado­s por unas 400.000 toneladas, el 20 por ciento de la cosecha.

En otras palabras, se transfiere mano de obra local, en molienda, refinación, envase y distribuci­ón, al país de destino. Rumania, por ejemplo, está tomando la posta y son sus refinerías las que llegan a las góndolas europeas con aceite originado en semilla de girasol argentina.

El camino entre el campo y la góndola está lleno de espinas. t

> Algunos rubros, como el de los biocombust­ibles, quedaron rezagados

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